viernes, diciembre 02, 2016

Peaches ancestral




Paso por muchos estados durante el día, como si fuera una road movie. De la rabia a la gratitud, de la gratitud al odio, del odio al amor, del amor a la pena, de la pena a la excitación, de la excitación a la indiferencia...

Ir al concierto de Peaches ha sido la mejor idea que he tenido en mucho tiempo. He liberado (por un rato) todas esas contradicciones, bailando, gritando y agitándome. En un determinado momento sentía la vibración de los bajos en los párpados, con los ojos cerrados parecía estar cerca de la infinitud. Morir en ese instante, tal cual, hubiera sido bonito. Esas ráfagas que no se pueden medir en segundos. En fin, un concierto muy intenso, con una puesta en escena brutal, y yo muy motivada. Ir sola también ha ayudado a estar más presente y, al mismo tiempo, a años luz de mí. 




Esta mañana me he despertado a las cinco, no podía dormir. He mirado el móvil y tenía un mensaje de Whatssap de un número sin guardar en la agenda. Era la camarera de ayer, a la que le dejé una nota escrita en una servilleta con mi teléfono. 



Me hace gracia que del primer mensaje al segundo haya una hora de diferencia. En la foto sale con un perro. Bueno, hacer cosas así, como en las pelis, es entretenido.

No me apetece estar sola. Tal vez debería (¿por qué?) pero no me apetece. Bueno, igual mañana sí, porque como cada día cambio de opinión...

  

1 comentario:

  1. No hay mejor terapia para todos los males del mundo que la música en directo. Hay que hacer cosas, y hacer que pasen cosas; sólo los cobardes se quedan con las ganas teniéndolas bien fuertes. Acabo de ver 'La Vida de Adele'. Me ha gustado, y a pesar de las 3 horas, no se me ha hecho pesada. No hay mayor triunfo que vivir siéndote fiel a ti mismo

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