sábado, diciembre 29, 2012

Un día extraño





No sabría decir qué es lo que necesito hoy. Ayer me compré una Ogya de Lékué en una tienda de Diagonal con Paseo de Gracia, que no recuerdo cómo se llama pero me gustó. Pensé que la Ogya en cuestión haría más llevadera la preparación de mis menús semanales para la fiambrera. Lo cierto es que si pienso en mi rutina me hastía un montón. Pensar que es complicado cambiarla me entristece bastante. Entre montón y bastante no va tanto trecho. Mi primera receta con la Ogya ha sido salmón a la naranja. Estaba exquisito y sólo he tardado 15 minutos en prepararlo y hacerlo. Después de esa compra, entramos en un montón de tiendas a probarnos ropa y nos paseamos con el cuello levantado de nuestros abrigos. Las luces de Navidad de este año simulan lámparas barrocas.

Como hoy es un día extraño, voy a recrearme en esos pequeños detalles que pueden salvarme. Por ejemplo, me gusta mucho el baile que hace Maika Makowski en el videoclip de Language. Me encantaría hacerlo porque es ese tipo de baile que, de tanta rabia que me da, me atrae. Creo que Maika Makovski me gusta físicamente porque me recuerda un poco a Cat Power pero en mallorquina. Me gustaba más con el pelo corto. Y me pregunto si [esto] pero Google me contesta con tonterías que no me interesan.

(En este otro vídeo Maika lleva el pelo corto. Creo que es un dato muy importante musicalmente hablando.)



Echo de menos a mi antiguo maestro de Taekwondo. El que tengo ahora no es que no me guste, pero aún no me he adaptado al grupo ni al gimnasio, mis actuales compañeros son más violentos y más, cómo díria, engreídos, están siempre corrigiéndote. Con Kim, las clases eran silenciosas y relajantes. Estábamos las tres, a veces cuatro, solas, entrenando. Kim nos contaba anécdotas sobre su infancia en Corea y era como ver una película en filmin. Nos cruzábamos el tatami dando patadas al aire, mirándonos en el espejo y gritando "kyaa". Que cerrara el gimnasio después de 30 años fue duro para él y para sus alumnos. Kim siempre será mi maestro. El que me anudó el cinturón verde.









jueves, diciembre 27, 2012

Una ventana






Ayer fui a ver a mi tío al hospital. Tiene 53 años. Está allí desde que le dio un infarto en verano. Está metido en una especie de burbuja impenetrable. Te mira con ojos inexpresivos y no sabes qué pasa por su cabeza. Me da miedo pensar que está infinitamente triste. La tristeza le paraliza el habla y el cuerpo. Durante bastantes semanas parecía que iba a recuperar algo de lo perdido. Cantaba, se reía, lloraba, se tenía en pie, incluso llegó a leer y a hacer puzzles de pocas piezas. Pero por algún motivo su cerebro ha vuelto a sumergirse.

En cada planta del hospital hay un árbol de Navidad. Enfermos que pasean en bata.

Mi tío se enamoró hace un tiempo de una mujer que no era con quien se había casado. A pesar de que se enteró mi tía y toda la famlia, y a pesar de que él mismo reconocía que no era feliz en su matrimonio, ni se separó ni se divorció. Siguió con su rutina de siempre: ir a trabajar. La vida de mi tío era el trabajo. Supongo que dejaría de ver a la chica de la que se enamoró y que todo se esfumaría sin más.

Yo la conocí. La vi un día en la piscina, por casualidad, cuando aún no se había destapado todo el pastel y ella era únicamente una amiga doce años más joven que él. Cuando vi cómo hablaba con ella, cómo se reía, cómo la miraba... pensé que mi tío era una persona muy diferente fuera de casa. Que era simpático, amable y guapo. Jamás le había visto así. Supongo que mi tío se enamoró, que aquella mujer le abrió una ventana al mundo; se contaban cosas que no sabían antes y amanecían en lugares nuevos y desconocidos, frágiles y bellos.

Me pregunto dónde está ahora él, en qué mundo, en si hay alguien que pueda volver a abrir esa ventana.









domingo, diciembre 23, 2012

Luces rojas de freno





La semana pasada, mientras conducía escuchando esta canción de Conor Oberst, empezaba a salir el sol. Una bandada de pájaros volaba hacía algún lugar, serpenteando, arriba y abajo, todos juntos y a la vez. A mi izquierda, vi las tres chimeneas de la antigua central térmica y, tras ellas, un mar gris, casi industrial. A mi alrededor, decenas de coches con las luces de freno al rojo vivo. Me pareció una imagen perfecta.

Yo, si fuera pintora, dibujante, fotógrafa o algo así, en todas mis creaciones me las ingeniaría para poner luces rojas de freno.

martes, diciembre 18, 2012

El día que me lié a patadas

"Crónica de una mentira" es una película francesa que habla sobre un farsante, pero también sobre la necesidad que sentimos, a veces, de ser engañados. Creo que para muchas personas la mentira es un comodín diario, tanto para los que las dicen como para los que se las creen. Que hay gente que vive engañada y es feliz, es obvio. En ocasiones, ilusionarse es engañarse. Te haces un traje a medida y te queda como un guante. La mentira, puede ser, perfectamente, una huída en coche a toda velocidad.

Esta mañana le contaba a Carol, mientras desayunábamos, que de pequeña una vez me escapé del comedor del colegio y pasé el mediodía dando vueltas por ahí. Pensé que nadie se iba a dar cuenta, de hecho, metí una trola enorme y dije que ese día no me quedaba a comer. Cuando salí de clase y pisé la calle sentí la libertad. Luego no sabía dónde ir y tenía hambre. Me fui a la bodega y me compré un bollycao. En la bodega vendían vino y chucherías. La llevaba un hombre mayor con bigote blanco y tenía un mostrador de madera. Mi madre se enteró y me hizo comprender que no me podía ir por ahí sola con 9 años. Ese día le pegué a unos niños que se solían meter con todo el mundo. Nos enzarzamos en una discusión y nos pegamos. Yo solía defender siempre a una compañera que iba en silla de ruedas y con la que hice amistad en el patio. La defendí porque me parecía injusto que esos niños de sexto la insultaran. Las patadas solían darme miedo porque sabía que eran letales: si las dabas, recibías fijo una venganza. Pero no fue así. Se fueron los tres corriendo. Supongo que no se esperaban mi reacción... pero es que claro, yo ese día conducía un coche robado y estaba dispuesta a todo.

domingo, diciembre 16, 2012

Todo el mundo sueña con una road movie





Ayer estuve viendo una road movie llamada "All that remains", el primer largometraje de dos directores jóvenes, suizos y premiados.
Me pareció una película preciosa. Cuando la belleza se planta frente a mí siento que más o menos todo está bien y que no importa si nos morimos dentro de cinco minutos, porque ese instante de –llamémosle plenitud– ha sido tan intenso que vale por todo. Yo lo que no quiero es sufrir.

Os recomiendo que no leáis la sinopsis que hay en la web de la película porque la destroza y desvela un detalle que se debe intuir, pero no conocer desde el inicio.


Ayer me acosté con esa sensación de tal vez no pueda llegar a ningún sitio pero tengo una carretera larguísima por delante. Carol siempre dice que soy el target perfecto para la publicidad porque me lo creo todo. Ahora también estamos descubriendo que soy la espectadora perfecta porque cuando tengo que meterme en la piel del protagonista o de los protagonistas, me meto y estoy ahí, poniendo toda la carne en el asador. Pues bien, ayer, en la secuencia de la que han extraído el fotograma que ha servido para la portada de la película, yo podía oler y sentir en mi piel la humedad del paisaje que los (nos) rodeaba. Estaba totalmente inmersa en la historia. En ese momento, Nakata le cuenta a Ellen que justo en ese lugar el río cambia su curso 360 grados. Nakata le propone que sigan el curso del río hasta el océano. Si eres un espectador fácilmente impresionable como yo, te emocionas pensando en el viaje y en qué pasará cuando lleguen a su destino.

Es verdad que, a menudo, no sucede nada cuando llegas a lo que tanto esperabas. Pero en otras ocasiones sí pasa algo, y a veces es bueno.

Hoy estoy pensativa, entre triste y hoja. Hoja que se deja llevar. Es una lástima que el optimismo de ayer por la noche no haya permanecido en mí hasta la mañana. Puede que dentro de un rato remonte.



lunes, diciembre 10, 2012

Para Ike, 365 días contigo

Amigo mío,

Ya hace un año que te fuiste. No sé qué escribirte porque me he quedado en blanco estos días. Sé que nos lees. No sé cómo ni desde dónde, pero estás ahí. No voy a engañarte: contigo se fue algo de mí, algo bello como un verano, y a menudo lloro por eso. Tengo unas ganas locas de soñar que nos reencontramos, pero no lo consigo. Ojalá estemos reviviendo en algún lugar todo lo bueno que nos pasó juntos.

En el 2012 ha habido de todo, pero hemos salido adelante, Ike, porque a pesar de la dificultad siempre hubo un camino claro al que volver sana y sin barro, y sé que era el que tú querías para mí. Alégrate porque estamos bien. Estamos muy bien. Con muchos proyectos en mente que sé que te encantarían. Te hemos escrito un villancico que pronto grabaré para poder colgarlo en el blog. Es una canción de Navidad, de esas que me gustan a mí. Sigues en mí, en todo lo que siento.

Por cierto, le hemos encontrado novia a tu robot: es guapísima, un pelín alta, sí, pero tiene un corazoncillo en su interior que baila cuando le damos cuerda. Robotillo está fascinado con ella.


Te queremos, Ike, y te acompañamos.


sábado, diciembre 01, 2012

C-58

Hace un tiempo pensé en una historia para una novela. La planifiqué y empecé a escribirla, pero no la acabé porque me enfrié. Pasaron algunas cosas en mi vida, cualquiera de esas cosas que suceden en las películas durante hora y media. Ahora podría retormar la escritura, pero no me apetece, o eso creo. Sigue ahí y tal vez algún día la acabe.

Uno de los personajes, Natalia, se mudaba a un piso al borde de la C-58. Se asomaba a la ventana y contemplaba los coches de la carretera. La puesta de sol y las luces rojas de freno. Yo soy una de esas conductoras que circulan despacio y se paran de vez en cuando en el atasco de todas las mañanas. Mi personaje me ve desde su casa. Cuando voy con Carol le digo, mira, ahí vive Natalia... y me la imagino en una silla, esperando a que avance el capítulo en el que me quedé para que pueda vivir su historia.

Hace un par de días, a cinco paradas de metro de mi trabajo, un buen amigo me presentó a una de sus compañeras. Casualmente vivía al borde de la C-58. La chica me contó que mientras fregaba los platos veía los coches y unas montañas a lo lejos, esas que yo siempre pienso que no pegan ahí, que parecen de otra parte.

Y eso es todo.

Supongo que cualquiera puede aparecer en alguna novela o en una película de hora y media.

¿Y si Natalia es la que escribe? Yo podría ser su personaje.


jueves, noviembre 22, 2012

campos de fútbol



Pienso estos días en los campos de fútbol de equipos de tercera, cuando paso por las mañanas y están desiertos y con los focos encendidos, otra soledad para el catálogo. Y tú, Carol Blenk, que sigues durmiendo, tal vez estás soñando con correr de una portería a otra en pijama, chutando un balón sin meter gol. Quién quiere goles. ¿Eres tú la que sueña con eso? ¿Eres tú? Sí, eres tú. La chica que sueña con un campo de fútbol es la misma que acabo de dejar en la cama.

jueves, noviembre 08, 2012

¿Y mañana lo mismo?

Cada día paso por delante de la puerta del garaje que se ve en la foto, pero hasta hoy no me había fijado en la frase que tiene pintada en spray: ¿Y mañana lo mismo?
No sé por qué motivo está escrita ni si forma parte de alguna reivindicación de los vecinos, pero así, aislada, me ha
parecido que encerraba algo, como hace la puerta metálica en la que está escrita.
Lo que oculta la frase puede ser terrible. Porque sí, no nos engañemos, todos sabemos que mañana nos espera lo mismo de siempre, para bien o para mal no habrá ningún cambio, sin sorpresas. Pero, ¿y si mañana no es lo mismo?
El interrogante es otra puerta.

domingo, octubre 28, 2012

¿Seré una robot adoptada y nadie me lo ha dicho?




Siempre me ha costado mucho demostrar que no soy un robot. Esta mañana, hasta seis veces lo he intentado. Frente a los campchas, a menudo soy incapaz de distinguir una i mayúscula de una l minúscula. Tampoco sé si va espacio entre la palabra y el número. ¿Estas dudas son indicadores de algo?

Captcha o CAPTCHA son las siglas de Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart (Prueba de Turing pública y automática para diferenciar máquinas y humanos).
Se trata de una prueba desafío-respuesta utilizada en computación para determinar cuándo el usuario es o no humano.

(Wikipedia dixit)

Yo me siento muy blade runner leyendo esto. La palabra humano y máquina en la misma frase con el verbo distinguir de por medio es comparable a ver naves en Orión . Y me pregunto, el número de la fotografía de arriba, ¿los jumanos somos capaces de distinguir ese número? ¿Hay algún jumano en la sala que lo distinga? Me planteo si es que la prueba es al revés: si eres humano, no distingues el número.



martes, octubre 23, 2012

Confieso un secreto el día en el que mi blog cumple 9 años


Este post se puede escuchar porque es un audiopost.



El año pasado me compré una fiambrera de acero inoxidable que mantiene el calor. Esto ya lo sabéis. No puedo usar una de plástico porque en mi trabajo no nos dejan calentarnos la comida en el microondas. No sé si están vulnerando algún derecho del trabajador porque tampoco nos dejan tener representante sindical. Microondas + representante de los trabajadores = peste.

Siempre he querido comer en casa al mediodía, pero jamás lo he conseguido. Es mi pequeño sueño sin cumplir. De pequeña no podía porque mis padres trabajaban y tenía que quedarme en el comedor del colegio (ya lo expliqué el 22 de noviembre de 2006). Ahora que tengo 34 años recién cumplidos,  tampoco puedo volver a casa a comer porque mi lugar de trabajo queda demasiado lejos.  Por eso, mi fiambrera es más que un recipiente para conservar los alimentos calientes; mi fiambrera es un pedazo de hogar enfrascado y templado. Extiendo una servilleta de hilo que hace de mantel. Coloco los cubiertos a un lado. Abro la tapa. De dentro sale mi mamá, que me ha venido a buscar por sorpresa al colegio, tan guapa como siempre, con su traje de chaqueta y sus tacones, y me lleva a comer a casa mi plato preferido: macarrones gratinados. De dentro sale mi novia, la detective Carol Blenk, que me espera en casa para comer, con una copa de vino blanco, un cigarrillo en los labios y una tapita de aceitunas. De dentro sale mi amigo Ike, que me lleva a Lisboa a comer sardinas en pleno barrio de La Alfama. Mientras, hablamos de la vida y de aquel verso de Pessoa: viajar, perder países, ser otro constantemente. De dentro salen mis amigas Gema y Chelo de Madrid, que me invitan a comer en su casa, a la que puedo llegar en bici cruzando el Retiro.

Si se enteran de que mi fiambrera no es únicamente un recipiente de acero inoxidable para conservar mi comida caliente. Si se enteran de que gracias a ella sueño, me alimento, recuerdo y viajo, el siguiente paso será prohibírmela. Así que esto es lo más parecido a un secreto.

Para mañana tengo lomo adobado. Mientras lo freía he tenido un "momento Proust con sus madalenas": el olor del lomo me ha llevado hasta la fiesta hippie de Sant Francesc de Formentera. He vuelto a saborear aquel bocadillo que nos jalamos en la plaza mientras sonaban los Doors y que olía tan bien. Mañana, a las 13:30, abriré la tapa de mi fiambrera y estaré en una isla.




domingo, octubre 07, 2012

Localización

Llegan hasta aquí los gritos de la gente que hay en el bar de la esquina viendo el partido.  Y yo estoy muy lejos escuchando a Anna Calvi casi en la oscuridad. No la cambio por ningún gol. Si algún GPS intentara localizarme le daría error, entraría en bucle y explotaría.






domingo, septiembre 30, 2012

¡Anna Calvi es lesbiana! Qué alegría, por Dios.





Fue decir otoño y ponerse a llover. Fue decir Madrid y que me regalaran pasar allí el fin de semana de mi cumpleaños, que será en octubre. Fue decir Anna Calvi y que sea lesbiana. Hace un rato le decía a Carol que me importaba un pito todo si podíamos querernos y tener una casa para hacerlo. Y todo está muy mal, muy mal, muy mal, pero es que me agoto leyendo la prensa, escuchando la radio, viendo el telediario e intentando entender Así que yo, ahora mismo, me agarro al salvavidas del amor. Cuando no pueda hacerlo, ya me las apañaré.
Tengo un plan y se basa en el aislamiento. Individualismo puro.
1. No estar informada.
2. No hablar con nadie de nada que tenga que ver con política y/o economía.
3. Relacionarme sólo con quien me apetezca.
4. Escuchar mucha música y hacerla.
5. Ir a la biblioteca y encontrar algo bello.
6. Seguir haciendo Taekwondo y aprenderme todos los nombres en coreano.
7. Ir al gimnasio cada día a pasar el rato y a meterme en el jacuzzi de los vestuarios.

Creo que siguiendo estos pasos puedo conseguir mi objetivo, que no es más que alcanzar un estado de despreocupación absoluta.



martes, septiembre 25, 2012

Volviendo a ser, reser

Vuelvo a desconfiar de las personas. De las personas, en general. Hay excepciones, por supuesto.

Creo que lo malo de la desconfianza es que no puedes ser tú misma, no te atreves a lanzarte. En las clases de Taekwondo practicamos la confianza... por ejemplo, cuando estiramos la espalda en pareja y sabes que el único punto de apoyo para no perder el equilibrio es el brazo de tu compañero. Pero fuera del tatami, la gente suele dejar el brazo muerto, y si te la pegas, luego te las apañas cómo puedes. Y es entonces cuando empieza la desconfianza.

Así que voy a volver a establecer límites. Y voy a volver a ser un poco intolerante con según qué cosas y qué personas. Es necesario decir "no" sin miedo a las consecuencias. Todo este rollo sólo lo entiendo yo, lo sé.

Tengo muchas ganas de volver a Madrid contigo, de que sea otoño de verdad, con un poco de frío. De llevar chaqueta y de escuchar canciones nuevas.


domingo, septiembre 16, 2012

Descubrí a alguien que tenía un plan A





Durante el mes de agosto no hallé un método para mí, pero sí encontré a alguien que tenía uno y que lo seguía religiosamente. La observé durante varias semanas. Coincidíamos en la playa a la que suelo ir en agosto. La mujer del método, de mediana edad –a saber qué quiero decir con eso–, morena, pelo largo, cuerpo cuidado, siempre estaba en el mismo lugar, con la misma toalla, la misma sombrilla a juego, la misma bolsa y la misma marca de cigarrillos. Lo único que iba cambiando era el libro que leía y su biquini. Jamás la vi tumbarse bajo el sol ni consultar el móvil, únicamente leía y leía bajo la sombrilla. Estaba más que bronceada. De vez en cuando se levantaba y, sin alejarse demasiado de la orilla, se quedaba un rato de pie y dirigía la vista hacia el horizonte. A veces nadaba un poco, pero no siempre. Luego volvía a su campamento base, se fumaba un cigarrillo y seguía leyendo. Llevaba un cenicero de playa. No entiendo a la gente que deja colillas en la arena, ¿no les da asco? A mí sí. La mujer metódica hacía exactamente lo mismo cada día. Y además, siempre estaba en el mismo lugar, nadie le quitaba sus cuatro metros cuadrados de playa. Creo que hubiera sido para ella una especie de contratiempo llegar un día y tener que cambiar de rincón. Se marchaba siempre a la misma hora, a las 14:30. No me gustaba ni me atraía físicamente, pero me llamaba la atención su forma de actuar. Y me daba miedo. Transmitía calma, serenidad, orden... ¿Y si un día alguien destrozaba su plan?

Una mañana me fui temprano a nadar la playa. Eran las 8:15. La arena estaba vacía. Un hombre ordenaba un puesto de hamacas. Un chico con pinta de ruso y de llamarse Serguei corría. Una señora inglesa paseaba. El socorrista estiraba. Mientras me ponía las gafas de nadar llegó la mujer metódica y montó su campamento: la toalla rosa, la sombrilla con rayas del mismo color que la toalla, la bolsa a juego y el paquete de cigarrillos. Siempre estaba en el mismo sitio porque era la primera en llegar a la playa. Me miró pero no nos saludamos a pesar de ser las únicas que estábamos allí. Me hubiera gustado preguntarle a qué se dedicaba, si era de la zona, cuántos libros se había leído ya, si le daba pena que se acabara el verano.

Cuando Carol Blenk volvió de su retiro espiritual –qué largo se me hizo– , en cuanto  pude la llevé a la playa a enseñarle a la mujer del método. Ella también la observó y me dijo que, probablemente, habíamos dado con  "una sola".

lunes, agosto 20, 2012

Azul piscina relámpago


A principio de semana regresé de Mi Infancia hasta Mi Casa, pero sólo por unos días. El viaje de vuelta lo hice en un tren que pasa por varias playas y que, como suponía, estaba a reventar de turistas. Tuve la suerte de encontrar un asiento vacío que había pasado desapercibido entre tantas cabezas y estuve leyendo la última novela de Carme Riera. A los veinte minutos cedí mi asiento a una mujer de unos setenta años que iba de pie y se abanicaba todo el rato. Me acordé de mi madre y le dejé mi asiento. Haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti. El problema es que el día a día es una fábrica de gentuza, cada vez lo veo más claro.

En Mi Casa también disfruto del verano, sobre todo en la piscina. Ayer nadé 40 minutos seguidos por la noche con las luces, que son azules, maravillosas, parecen relámpagos bajo el agua. Podría haber nadado más pero mentalmente no suelo aguantarlo. A veces repaso canciones para no aburrirme. Estaba sola y no pude evitar sentir algo de miedo. Los veinte primeros minutos pensé que si al girar la cabeza para respirar veía una silueta en alguno de los bancos de madera me iba a dar un pasmo, aunque era perfectamente posible que algún otro vecino bajara a darse un baño. Y así pasó, efectivamente, bajó una pareja, pero no me asusté. Les vi llegar entre respiración y respiración, dejar la toalla y meterse en el agua. No les veía la cara porque yo no dejaba de nadar, pero sí entreveía sus bañadores. Los veinte minutos finales nadé más tranquila porque me sentía acompañada y descubrí que mi sombra se reflejaba en uno de los lados de la piscina. Era entretenido perseguir mi sombra pero no pude hacer veinte minutos más y llegar a la hora entera nadando porque me hacía pis y tenía que salir del agua. Yo no soy de las que se mea en las picinas.

Llevo dos semanas sin Carol y, aunque estoy bien, tengo la sensación de estar desperdiciando un montón de días. Voy acumulando ganas de verla. Ya arrastro una montaña de ganas varias.

Mañana vuelvo a Mi Infancia y esta ya es la última etapa del verano. La Formentera de julio queda lejísimos ya. Al salir de la ducha sonaba en la radio una canción que se hizo famosa en el 2009 gracias a un anuncio. Me he sentido rematadamente afortunada y esa sensación está dentro de los tipos de abismo. Melancoisla pura y dura. ¿Volvemos?



viernes, agosto 17, 2012

martes, agosto 07, 2012

Volver a

He venido a pasar unos días a Mi Infancia, que es como llamaré a este lugar a partir de hoy. Un dato importante es que en Mi Infancia hay padres, por lo tanto, no estoy sola.

El trayecto en coche ha sido tranquilo, apenas había tránsito, y mi padre y mi madre no han discutido nada. Me refiero a cuidado con ese camión que te va a adelantar, pero anda qué dices, oye no te pegues tanto al coche de delante que como frene verás, si tan mal lo hago conduce tú, sube el aire que hace calor, haz el favor de cerrar la ventanilla que voy a llegar con pelos de loca. Ese tipo de cosas. Yo iba detrás, mirando el paisaje.

Nada más llegar a Mi Infancia me ha sorprendido la entrada con palmeras estilo L.A. y unos vistosos arbustos con flores. También me ha llamado la atención el color verde de los pinos y lo bonito que se veía el mar entre las ramas. Creo que estoy en plan optimista.

Cuando he llegado a la casa de Mi Infancia, me han dado una escoba y me han dicho que barriera lo de fuera. Estaba bastante limpio porque mis padres vienen a menudo a Mi Infancia, incluso ponen muebles blancos hechos a medida y láminas enmarcadas del Ikea.

Después de barrer y deshacer el equipaje, una maleta con cuatro cosas porque luego me paso todo el día en bikini, y aunque ya eran las siete y media de la tarde, me he ido a la playa. Mientras caminaba, he seleccionado una lista de canciones aleatorias de Madonna. Me ha dado tiempo de escuchar Beatiful Killer y Cherish. Curiosamente, la lista aleatoria ha dado el mismo salto en el tiempo que yo. Cherish se publicó como single el 1 de agosto de 1989. Me he cruzado con tres personas corriendo y con muchas rusas y rusos que parecían estar muy felices y contentos de estar en Mi Infancia. Dice mi madre que es que en su país hace mucho frío y nieva todo el día.

La arena estaba vacía, aún así me ha costado escoger un sitio para la toalla, he estado dudando un par de minutos... siempre quiero el mejor lugar posible. Soy muy exigente (en la playa), luego, si me equivoco, estoy inquieta y miro hacia los lados como buscando un sitio mejor. Es un puto coñazo.

No me he bañado, pero he metido el agua en los pies y me veía los peces pintados. Me he acordado de Formentera, de lo poco que me cuesta allí darme un chapuzón. He sentido melancoisla y me he sentado a mirar el mar de Mi Infancia que, aunque no es de color turquesa, siempre está cerca y se ha comido todos mis marrones.





sábado, agosto 04, 2012

La mujer de la silla, el hombre de los pantalones demasiado cortos y yo, que estoy buscando un método.


Acabo de hacer un poco de gazpacho –para un par de días– con la receta de Carol. Y me he comido una tostada con anchoas y se me ha quedado, la única espina que tenía una de las anchoas, en algún lugar. Pues ya se irá. Las espinas siempre acaban yéndose y todo vuelve a la normalidad. Ahora estoy disfrutando de esa ansiada "normalidad" después de unos meses convulsos y extraños. Supongo que cada cierto tiempo nos toca tener algún planeta retrógrado. En mi caso ha sido Saturno, que nos ha estado jodiendo durante un año y medio. No es que sea una experta en astrología, pero si Artur Mas dice que todos nuestros males son por culpa de otros, y es un tío que cobra 190.000 euros, yo, que cada mes cobro menos que el anterior, también puedo culpar a Saturno de todo lo que me ha sucedido durante este último período de mi vida.

Ayer me acosté con la idea de empezar a ser metódica. Es más, pensé que estaba empezándolo a ser. Incluso busqué la palabra metódica en el diccionario, porque a veces usamos palabras sin pensar muy bien en lo que significan, y sí, es justo lo que yo quería decir:

metódico, ca.

(Del lat. methodĭcus, y este del gr. μεθοδικός).

1. adj. Hecho con método.

2. adj. Que usa de método.

método.

(Del lat. methŏdus, y este del gr. μέθοδος).

1. m. Modo de decir o hacer con orden.

2. m. Modo de obrar o proceder, hábito o costumbre que cada uno tiene y observa.

3. m. Obra que enseña los elementos de una ciencia o arte.

4. m. Fil. Procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla.


Así que yo tengo que seguir un método para que las próximas tres semanas no se me hagan demasiado largas, un método para no echarte de menos cuando miro el billete de Balearia, y un método para seguir con el proyecto que, con la tontería, llevo más de tres años, pero ahora ya lo tengo en la punta de la lengua.

Para empezar a hallar un orden pensé en las repeticiones que había en mi día a día. Lo único que encontré fueron los 20 minutos de natación, el tomate rojo con albahaca, el café, el azul turquesa de mis uñas y los gin tonic. Necesito perfeccionar el método para que sea más prodcutivo.

Durante las semanas que hemos pasado en Formentera, un julio inolvidable, veíamos cada día, mientras desayunábamos en la terraza, a un hombre de unos setenta años que salía de su casa con unos pantalones vaqueros demasiado cortos, una camisa de color rosa y un capazo de mimbre. Cruzaba la carretera y compraba pan en el supermercado. Luego volvía a cruzar la carretera y se metía, de nuevo, en su casa. Casi al mismo tiempo, la señora de la casa de Es Caló sacaba su silla y se sentaba en el porche. Era curioso porque la casa de la mujer de la silla tenía unas vistas impresionantes al mar por delante, pero ella prefería sentarse en el lado que da a la plaza y a la carretera. Alguna razón tendría. Vivir cerca del mar es complicado, ya lo decía Chavela Vargas –espero que ya se encuentre mejor– o Madonna, no recuerdo, que el oleaje contínuo te volvía loca loca loca. El hombre de los pantalones demasiado cortos y la mujer  de la silla seguían un orden, un método que, a su vez, nos proporcionaba a nosotras la rutina más hermosa, la de despertarnos cada día en el lugar con el que soñamos todo el invierno y que llevamos colgado al cuello todos los días de año, para no olvidarnos de que Formentera es nuestra isla bonita, a la que volvemos y volveremos.

(Dentro de mi nuevo método, el que estoy buscando, incluiré recuperar este blog que, para los años que hace que lo tengo abierto, sería tontería cerrarlo...)

lunes, julio 23, 2012

Desde Formentera, tercera semana aquí: post en directo

Eres mi chica: has sabido reconocer a Pavarotti cantando una versión de New York New York en el fin de la isla, el Faro de la Mola, en uno de nuestros lugares preferidos en Formentera para tomar un Spritz al atardecer, el Codice
Luna.

martes, julio 17, 2012

Desde Formentera, recuerdos de otros veranos


Amigo,

no sé si llegué a contarte alguna vez qué sucedía durante los días de tormenta de verano, cuando no podíamos bajar hasta la playa ni pasar la tarde en la piscina. Nos vestíamos diferente, dejábamos las chanclas debajo de la cama y nos poníamos nuestras Nike y una chaqueta fina (la que decía mi madre). Sólo entonces conocíamos cual era nuestro aspecto en los meses en los que no nos veíamos, cuando el otoño nos mandaba lejos, a años luz. Así que, cuando era verano y llovía, muchas veces nos quedábamos en casa jugando al Cluedo y merendando. Aquella sensación de refugio, de estar a salvo, no es comparable con ninguna otra... ahora todo es otra cosa.

Desde que te marchaste, tengo la sensación de que, verdaderamente, los helados se derriten.


martes, mayo 22, 2012

Va siendo hora de volver

Acabo de salir al balcón. Es esa hora en la que los jueces de la carrera ya han recogido sus bártulos, la gente como yo vuelve del gimnasio, los dueños de los perros pasean a sus chuchos, y los hijos adolescentes salen a tirar la basura y empiezan a sentir algo, pero no saben qué.
Restos de sol en el cielo.

jueves, marzo 08, 2012

La última canción que he grabado con mi grupo

La última canción que hemos estado ensayando con mi grupo –bueno, ya sabéis que en mi grupo sólo somo dos, el guitarrista que antaño fue mi profesor de literatura, y yo, que también toco la guitarra y canto– es una promesa de amor. Como toda promesa empieza con un anillo. La particularidad de este anillo es que crece en la tierra como un tesoro vivo. Al final de la canción me arriesgo y me comprometo a algo: conmigo no te vas a aburrir. Eso, evidentemente, no se sabe nunca, pero lo intentaré.

Está dedicada a Carol Blenk. 
Es tuya.

Por cierto, que ya tenemos nombre para el grupo, nos llamamos "Nieve".



Enlace a la canción: "Conmigo no te vas a aburrir".

miércoles, febrero 29, 2012

Una vez

Una vez me enamoré de una chica que atendía en un estanco. No
sé si fueron los chicles de frutas tropicales que diariamente le
compraba o sus ojos de verano, pero siempre siempre -con la
fuerza de nunca
nunca- me imaginaba con ella en una isla.

lunes, febrero 27, 2012

Finales de febrero

Febrero siempre ha sido un mes para salvarse. Hubo uno en el que no. Pero ese, afortunadamente, forma parte del pasado y ya no tiene importancia. Pesa tan poco como el vaso vacío de mi café para llevar, el que ahora mismo se lleva el aire. En cambio, tú sí has vuelto, la que cambia sus ojos de color, la chica del frankfurt con la que quiero estar, la que pide fuego bajo un paraguas.

domingo, febrero 05, 2012

Nieve, mi grupo, Italia-Finlandia, y la mejor habitación doble

Esta mañana ha nevado. Ver nevar en casa es mejor que ver nevar dentro del coche pensando en que te vas a quedar tirada en la carretera. Es relajante. Los copos de nieve, tan blancos, caen del cielo como plumas. He pensado en aquellas tardes en las que una canción volvía para rescatarte. Volvía de algún lugar en el que las canciones esperan su turno, desde la cadena de montaje de alguna fábrica ubicada en un barrio industrial. Algunas cosas bonitas proceden de lugares horrendos. Lo cierto es que la canción no ha aparecido, por eso, ahora debería hacer un esfuerzo y recordar alguna, y eso sería muy falso por mi parte. Pero podría rescatar alguna de las canciones que grabé el viernes por la tarde con mi grupo. Mi grupo somos dos. Un guitarrista, y yo a la voz y a la otra guitarra. Hacemos canciones delicadas y frágiles, como copas de cristal. Las tocamos de puntillas, de otro modo se romperían. Este viernes recuperamos un viejo tema mío, el preferido de Ike: "Italia-Finlandia". La compuse para una chica a la que llamé "Ingrid" durante mucho tiempo. A Ingrid intenté convencerla durante años de que yo era la mejor opción, pero no lo logré. Siempre estamos intentando convencer a la gente de algo... ¿y si nos convencemos a nosotros mismos?

He estado mirando habitaciones de hotel en Londres, aunque mi corazón me dice que deberíamos volver a Venecia. Nuestra casa, después de haber visto muchas fotografías, es la habitación doble que ando buscando.

Os dejo aquí la grabación de "Italia-Finlandia" durante el ensayo del viernes:

miércoles, enero 18, 2012

Siguiente paso


Si hoy pudiera escribirte un mail, te contaría que no hay nada como la química para verlo todo de color de rosa, para volver a caminar sonriendo por la calle con un café para llevar. Te diría que tengo unos días libres y un poco de dinero ahorrado para, de una vez por todas, ir a conocer tu casa. He ido al banco en el que da el sol y lo habían ocupado dos chicos. Así que me he bebido el café y me he fumado un cigarrillo recostada en una pared soleada. He cerrado los ojos y he pensado en ti, en qué estarían haciendo nuestros fantasmas en Lisboa, a esa misma hora.

Lo que me apenaba, hoy ya no me importa. Lo que me hundía cada tarde un poco más que la anterior –que no era nada ni nadie– ha desaparecido. Soy yo otra vez. ¿Y ahora qué? He intentado retomar el hilo releyendo este diario, para continuarme de algún modo. Y he vuelto a los mismos bares, a los mismos sitios de antes, y casi ha funcionado... La playa en enero sigue vacía. No es que ya no me reconozcan, es que ya no es antes.

Siguiente paso.