martes, agosto 23, 2022

Cambiar las cosas de sitio


Llevo un par de días de tristeza veraniega (creo que no me sienta bien no descansar suficiente). Como un acto casi instintivo, me he puesto a mover muebles, a cambiarlos de lugar mientras sonaba un disco de Beach House. Durante el proceso, ha habido un momento en el que todo estaba amontonado y me bloqueaba el paso el escritorio, el sofá, las lámparas, las librerías, las guitarras, el teclado, los amplificadores, la escoba, los cojines... era imposible moverme. Me he quedado atrapada en la habitación... y he visto claramente que aquel espacio desordenado era una metáfora de mi mente y mi corazón estos días. Ya eran más de las diez cuando he conseguido ponerlo todo en su nuevo lugar. Mañana acabaré de ordenar algunas cosas.

Este fin de semana me lo he pasado bien saliendo y "socializando", pero me siento distante cuando la gente empieza a beber y a drogarse demasiado, no va conmigo. Y me marcho.

Volviendo en bici de madrugada vi una rata cruzando el Paralelo y otra en las Ramblas. El sudor me caía por la espalda y el frescor de la noche lo enfriaba. Volver siempre me ha gustado. Supongo que va a personas. Yo soy de volver feliz a mi casa. Recuerdo cuando decíamos "lo mejor es volver juntas". Ha pasado ya una eternidad de eso. Diez años. 

Hubo otra vuelta nocturna épica esta semana, bajando en bici a toda velocidad por la calle Sardenya con R y C, sin apenas parar, y acabando en un frankfurt del barrio compartiendo un poquito más de la noche.

Este otoño tenemos muchos conciertos. Y me gusta mucho el cine francés. 


lunes, agosto 15, 2022

Yo sigo escribiendo por si ocurre algo


Siempre me ha parecido que las piscinas, de forma misteriosa, se conectan entre sí, pero no como en la película El Nadador, en la que Ned Merill atraviesa una urbanización nadando de piscina de piscina (peli  ideal para el cine de cámping). No, mi idea es más fantasiosa: que una piscina, mientras nadas, se convierte en otra por arte de magia. Por lo tanto, se sabe en qué piscina se empieza a nadar, pero no en la que se acaba. 

Ayer, mientras nadaba, le di una vuelta más a la idea. No solo imaginé que la piscina se conectaba con otra, sino que esa otra piscina estaba en el pasado. O sea, una especie de viaje en el tiempo a crol. Y no sólo se conectaba con esa piscina del pasado, sino que yo estaba allí, mi yo de entonces estaba allí nadando conmigo. Mantuve una conversación en silencio con ella -con mi yo de entonces- mientras nadaba. En cada vuelta de campana le advertí de las cosas que tal vez era mejor no hacer... o sí, pero con cuidado. Le hablé a mi yo del pasado de los miedos que iba a tener, y de las dudas y de las decisiones que debería tomar. Le hablé claro. Spoiler total. Si haces esto, pasará esto y también esto otro. También le di claves, claves de futuro. Situaciones que no debía temer, lugares a los que debía ir, personas a las que debía conocer. Le di direcciones completas, calles, números, días, horas, nombres. Nombres.

En algún momento me pregunté seriamente: "¿te imaginas que todo esto está dando resultado y que cuando sales de la piscina todo el presente se ha modificado porque se ha alterado el pasado?" 

Está siendo un verano bonito. Un verano familiar y de amigas y amigos. Un verano de piscinas frente al mar, de piscinas con jardín y de piscina cubierta. Y de piscinas olímpicas. Y también de playas y brisa del mar. Y de patatas bravas, paellas, gazpacho, ensaladilla rusa... Y de melón. Y de nectarinas. Y de bares. Y de cenas. Y de futuras nuevas casas, o quién sabe. Y de reencuentros. Siguen los reencuentros. Me gustaría que apareciera una persona nueva o renovada. Una persona como una llamarada brillante, pero también como aire fresquito -está siendo un verano de mucho calor.

Yo sigo escribiendo por si ocurre algo, por si aparezco en otra piscina.