martes, junio 28, 2016

Reflections After Jane

El otro día pensaba en las madrugadas en las que me quedo –bueno, me quedaba– despierta. Parece que la madrugada siempre puede traer algo nuevo, en plan marea, en plan sorpresa, en plan extraordinario. Asomarte al balcón y escuchar una melodia hipnótica y desconocida. Asomarte y ver llegar a una amante vestida de negro y de hierro. Asomarte y ver algo que brilla junto al container ->un tesoro; asomarte y que las plantas crezcan de golpe y aquello sea la selva; asomarte y  entrar en otra dimensión en la que existen otras cosas distintas que no se pueden describir con las palabras de siempre; asomarte y que los pájaros se despierten y hablen en un idioma que comprendes. 

Bueno, podría ser. 

Son cosas que sólo pueden ocurrir de madrugada, escuchando Reflections After Jane.






Disparate

Si tengo a mi amigo Pereira -dos guitarras, cervezas- y puedo estar un lunes hasta medianoche tocando canciones con él -hablando sobre la vida y maldiciendo a todos los que no
nos entienden-, aunque siga sintiendo que nada puede resolverse -menuda tontería, que todo se resolviera,  que todo tuviera una respuesta- no me importa en absoluto. Ese es el gran triunfo del amor y de la amistad y del verano.

Los veranos de antes. Con nada resuelto, pero sin saberlo. En aquella espiral inocente y pura. Recordar es como soñar, de adolescente, pero al revés. Adolescencia, dolencia.

Estoy en mi habitación y el día se acaba...

Me siento feliz. Qué disparate.

miércoles, junio 22, 2016

Sacando mecha

Esta mañana, para cambiar de rutina, he subido hasta Diagonal en mi bicicleta y allí he cogido la línea verde, directamente. En un semáforo de Marina me he quedado un poco atontada pensando en sexo y me han tocado el timbre. No puedo fantasear en el carril bici.

En la terraza del bar de la facultad he conocido a una profe que me ha invitado a fumar. Estaba en la comisión de género. Hemos hablado sobre la última reunión, a la que no fui. Tampoco fui a la anterior.  Cuando he metido los dedos en su bolsa de tabaco, he notado que estaba húmedo y apelmazado.

Por la tarde he estado en casa de unas amigas tomando cerveza en el balcón. Yo estaba sobre un colchón en el suelo y me he relajado un montón con la brisa y la luz del atardecer. Hemos hablado de política, problemas emocionales y sobre la noche de San Juan. Sobre si ya tenía planes. En realidad, el año pasado no lo celebré, pero no recuerdo el motivo. No me daba la gana, supongo. San Juan era mi noche preferida de pequeña porque podía quedarme despierta hasta muy tarde. Había fiesta en la piscina. Los mayores se tiraban vestidos al agua. Al día siguiente, yo salía a la calle y me dedicaba a buscar los petardos que no habían explotado y les sacaba un poco de mecha para volverlos a encender.  Lo hacía a escondidas de mi madre.


Todas las personas buscamos a alguien que nos escuche.

Todavía tengo pendiente decidir qué hago en vacaciones. Me parece una rayada. No me apetece conocer una ciudad nueva, luego te tienes que ir y contárselo a todo el mundo, al volver.

lunes, junio 20, 2016

Los días son largos y yo ya tengo sueño


Emika - My Heart Bleeds Melody from Emika on Vimeo.


Los días son largos y yo tengo sueño a las 20:00, todavía falta mucho para la noche. En el metro he estado reflexionando y mirando las pantallas de los móviles de los demás. El tren ha coincidido con otro tren en el andén y las personas que iban dentro eran similares a las del nuestro. Salían, entraban y se sentaban. Igual que nosotros. Yo estaba pensando en sexo.

Ayer subí a casa de P y comimos juntos. Vente a comer. Vale, pero... Que te vengas. Estuvimos comiendo pollo a l'ast y tocando. P me me ayudó a sacar la letra de una canción nueva. Al principio era en español, pero cuando llegué a casa empecé a cantarla en inglés. Todavía no he decidido el idioma, pero las guitarras sonaban muy bien, estábamos inspirados. Yo sólo puedo hacer canciones cuando estoy contenta. Lo malo es que sólo puedo cantarlas cuando estoy contenta, también. Soy muy limitada, en ese sentido.

Luego hicimos planes de personas que sueñan en domingo a las seis de la tarde. Grabaremos dos temas más, los subiremos a un bandcamp y buscaremos a una batería. Tiene que ser chica. Vale. Será una chica. Fin de nuestro sueño dominical.

El sábado por la noche convencí a Gemma para que dijera sí a entrar gratis en el Sónar. Le puse Blue Monday en el móvil y al segundo tututututut, ya se convenció. Luego le dije: no podrás hacer pis en el lavabo y te lo harás encima. Y se metió tres gyozas en la boca.

Llevo todo el día pensando en sexo, básicamente. Espero que mañana se me pase.


domingo, junio 19, 2016

Imprevisiblemente contenta

He llegado un cuarto de hora tarde, como si tres años no fuera tiempo suficiente para lograr ser puntual. Tenía el pelo más corto, los mismo ojos verdes, azules, amarillos... y las mismas Martens gastadas. Sin duda, lo de hoy, ha sido algo así como: venga, respira, por fin. Ya pasó todo. Nos hemos curado. Creo que más que un reencuentro, ha sido un movimiento cósmico. De ahora en adelante, todo será más sencillo, para mí y para los demás.

Lo que hemos vivido separadas durante este tiempo, hoy ha dejado de ser un misterio.

En una noche y un día han pasado cosas que no esperaba, imprevisibles, y que me han hecho disfrutar del presente como una fuente interminable. El orden y el caos.

He vuelto en bici por la noche y el parque olía a hierba mojada. Sonaban los pixies en mi cabeza. No tengo ganas de escribir. Me voy a dormir. Quiero que mañana sea un día increíble.

viernes, junio 17, 2016

"sin foto, no hablo", el caos

El lunes pensé que lo mejor era pasar página, tan pronto como fuera posible. Mientras eliminaba fotos, tiraba un cepillo de dientes, sacaba unas bragas de mi cajón y escondía un cómic –y me tropezaba con mi bici en el pasillo, algo que me pareció bastante simbólico– abrí un perfil nuevo en un catálogo de personas. No reabrí el anterior, porque pensé que tenía que ser un personaje distinto, el anterior me provocaba pena y melancolía. Empecé a hablar con una persona-ítem que tenía una ilustración en su perfil que me gustó, y una descripción sin tópicos ni idioteces tipo "soy femenina" o "sin foto, no hablo" (a estas últimas me las imagino siempre con un esparadrapo en la boca en su casa y una camisa de fuerza). Además de la descripción, se adjuntaba una foto de cara en la que se podía apreciar unos labios muy bonitos y unos ojos puede que verdes o azules, aunque la luz era engañosa, y pelo semi-largo. La conversación fue fluida e interesante, una mujer de mundo, había vivido en mil sitios, incluido nueva york, toronto, londres y berlín, que dices, vete a la mierda con tu rollo. Afincada en Barcelona. Pero resultó ser simpática, agradable, se mostró interesada por mis fotos, por mi descripción, etc. Me mandó una imagen de su bici, una de carretera con manillar clásico y encintada de color naranja. Creo que ahora, lo de las bicis, es como lo de los gatos. A las 23:00 le dije adiós y me fui a dormir. Al día siguiente, estaba yo en el metro, a las ocho y media, maldiciendo la vida, el mundo, mi mala suerte y mi cara absurda, y oigo una notificación del catálogo. La mapa mundi me decía buenos días y me mandaba un enlace con un vídeo de Edward Sharpe. Y pensé, joder...qué interés. Me flipaba Edward Sharpe hace dos años, qué crack. Me dio su teléfono. Esta mañana me ha mandado una foto de su espalda en una de esas ciudades que salen en las películas. En fin. Soledad digital, a ratos. Por un lado, quiero darle la espalda al mundo, y por otro, quiero que me empotre. Que es la misma postura.

Le quité la rueda a hámster. Se volvió loco y empezó a correr de una lado a otro de la jaula. Al final no fui a ver trenes, hacía mucho viento. Hámster y yo estamos conectadísimos, cada uno en su proceso de deshabituación.

Ayer echaba tanto de menos a Gl que me puse a dormir en su lado y me abracé a su almohada hasta que me quedé dormida. Como cuando sales de la piscina después de nadar mucho.

Me pregunto si es pronto para el catálogo, si lo del catálogo es secundario, o si realmente nada es tan complicado.

jueves, junio 16, 2016

17:45

Estoy en el metro. Me quedaría aquí toda la tarde, de parada en parada y de línea en línea. Podría ser una película de Jim Jarmush. No sé si se escribe así, no tengo ganas ahora de google. Observando a las personas de mi alrededor y reconstruyendo sus vidas a partir de algún detalle. He pensando en llegar a casa, comprar helado o cerveza y luego ir al banco del puente de Bogatell a ver trenes. Me gustan los trenes porque se van y porque parece que puedan traer cosas o llevárselas, buenas y malas. Próxima estación, Jaume I. Me quedan 4. He vuelto a recuperar todas las fotos que borré. Los horóscopos ya no hablan de mí.

7:00 am

Me ha despertado hámster dando vueltas en la rueda. Eran las 5:45. Me he levantado porque seguir en la cama me parecía una pérdida de tiempo. Me he sentado al lado de su jaula. Me he comido un melocotón con él. Mordisqueaba y se marchaba, mordisqueaba y se marchaba. Hace ver que tiene algo más importante y que está ocupado. No hemos hablado de nada. Hemos estado escuchando a los pájaros.

miércoles, junio 15, 2016

personas y cuerpos

Siento una especie de vértigo cuando me muevo. Como si la cabeza fuera por libre y el cuerpo estuviera ultra-cansado. No es del todo desagradable, es como si me hubieran puesto a cámara lenta. Sin embargo, también estoy muy receptiva. La lentitud me da una sensación de cercanía a las personas y a los cuerpos, y creo que eso hace que los demás se sientan a gusto porque todo el mundo estaba super simpático hoy.



Tengo una canción nueva sin letra


He salido tarde del trabajo, como ayer. Me ha gustado bajar por el campus al atardecer, cuando ya no quedaban estudiantes. Me ha parecido un momento de mucha paz. Como de... ya está, ya no se le puede pedir más al día y está bien que sea así. Luego he visto un montón de gente en el metro y me ha desmontado mi visión. Me he imaginado tomando una cerveza con unas amigas, pero al final me he comprado una lata y me he venido a casa porque me apetecía estar sola y regar las plantas. Mañana será otro día.

Mi jefe me ha dado más tiempo para acabar el proyecto y me siento aliviada.

Mis compañeras de trabajo se van a pasar el verano escribiendo tesis. Yo he pensado que podría escribir una novela o algo así, para entretenerme. Aunque sigo sin tener clara la historia. 

Mis vecinas novias lesbianas están jugando a dados en el balcón. Qué emocionante.





miércoles, junio 08, 2016

Las enseñanzas de mi hámster (sobre el amor)

Hace tres años me levanté una mañana pensando que necesitaba a alguien a quien cuidar. Se me ocurrió que podía comprarme un hámster; supongo que no me atrevía con nada más grande.  Me dieron un papel en el que ponía que tenía una garantía de 15 días. Si se moría después, ya no me daban otro igual. Me pareció horrible.

Le puse un nombre y una jaula. Y le compré una rueda para que pudiera correr por casa. Estaba muy contenta con mi nuevo ser vivo.

Al principio, lo trataba como a un cachorro, porque desde pequeña había tenido perros en casa. Así que... lo acariciaba, le hablaba, lo cogía, le daba besitos al aire. Él me miraba con cara de confusión, como si no fuera con él la cosa. Yo me sentía muy frustrada porque él no me mostraba afecto, pero es que claro, yo tampoco sabía cómo lo demostraban los hámsters. Supongo que era complicado para él comportarse como un perro. Y para mí era complicado asumirlo todo en general, mi nueva vida, mi nuevo hogar, la separación, y todo eso del desamor.

Aunque el hámster no respondía a mis atenciones de dueña de perro, yo seguía intentándolo  porque estaba convencida de que podía cambiar. Un día ya no se escaparía corriendo. Un día se quedaría mirándome y se tumbaría en mi regazo. Un día se haría un ovillo a mi lado mientras engullía alguna serie. Ese día llegaría. Le grababa vídeos y los editaba. Lo metía los domingos por la mañana dentro de la bola mientras desayunaba.  Lo sacaba al balcón. Lo llamaba desde la otra punta del pasillo para que viniera corriendo. Etcétera.

Un día lo saqué de la jaula para hacerle unas fotos. Todo iba bien hasta que me mordió un dedo. Me asusté y abrí la mano de repente, y entonces él se cayó, o yo lo tiré (lo tengo borroso). Cuando tocó el suelo emitió un leve gemido. Lo atrapé y lo metí en la jaula corriendo. Entonces se quedó acurrucado en un rincón. Luego se escondió y permaneció así durante muchos días. Supongo que en ese momento abandoné mi idea de tener un hámster perro. Dejé de hacerle tanto caso. Me sentía un poco frustrada. No sé. Yo lo trataba bien y él parecía asustado. En cuanto oía que me acercaba, se iba corriendo. Empezamos a desconfiar el uno del otro. Yo le había hecho daño (soltándolo de repente y tirándolo al suelo sin querer) y él a mí (mordiéndome un dedo).  Decidí  dejar de tocarlo. Pasaron meses. Únicamente me limitaba a limpiarle la jaula, ponerle comida y agua.

Después de un tiempo me di cuenta de que siempre que yo me sentaba frente al ordenador, él salía de su casita. Yo lo miraba desde lejos. Luego, me di cuenta de que cuando le faltaba comida, empezaba a dar vueltas y a escarbar. Entonces, yo le abría la puerta y lo alimentaba. Un tiempo más tarde empecé a darle fruta entre los barrotes. Él la cogía con las manitas, la mordía y se iba.

Pasados dos años empezó a comportarse con más soltura, y yo también, pero cada uno en su papel. Él en el de hámster y yo en el de (pues no sé). Ambos encontramos nuestro lugar. Yo dejé de sentir  esa especie de deseo por convertirlo en perro en cuanto acepté que era un hámster.

Esta tarde, al llegar de trabajar, me he sentado al lado de su jaula para ver cómo bebía agua. Y se me ha quedado mirando, y se ha acercado a los barrotes, y ha esperado su fruta. Y luego se ha ido a jugar con su algodón. Ha sido bonito.

Desde hace medio año tenemos una relación perfecta. Nos amamos a nuestra manera. Con mucho respeto. Voy a darle las buenas noches, está corriendo en la rueda.


martes, junio 07, 2016

Después de la carrera



Good Morning - You (Rare Candy Roof Session) from Rare Candy on Vimeo.


He estado pensando en los últimos cuatro meses. Han sido muy buenos, me siento muy agradecida. Me emociona pensarlo. Ha sido como estar en una gran carrera y quedar entre las primeras después de haber estado en una fase de recuperación muy larga. Volver a ver la vida.  La emoción, los papelillos de colores volando, la alegría, los dorsales, los aplausos, la música. Sin embargo, parece que el estadio se está vaciando. Me he duchado y con el pelo todavía mojado me he sentado en las gradas a contemplar un minuto más, antes de volver a casa, la pista por la que he corrido.

– Paola, tenemos que cerrar. Deberías volver a  casa, a los entrenamientos y prepararte para la próxima carrera. No hay tiempo que perder.

– Quiero saber qué pasa después, cuando se apagan los focos... ¿tú lo sabes?

–Vienen los monstruos.



lunes, junio 06, 2016

Palabras parecidas



Estuvimos hablando de las personas, de cómo todas llevamos dentro anhelos, sueños, deseos, y caminamos con ello, a veces sin mostrarlo, buscando alternativas, palabras parecidas, soluciones de emergencia. Me acosté pensando en dormir mucho. 

Me he despertado pronto y con hambre. He desayunado y he bajado a la calle con la bici. He tenido un momento de reencuentro conmigo en la desembocadura del río Besós, en esa especie de naturaleza industrial de belleza compleja; la espuma del agua, blanca, brillante y contaminada. Me ha parecido un lugar y un instante muy verdadero. He cogido lavanda. Me he sentido inesperadamente feliz.

jueves, junio 02, 2016

Cambiar la cama de sitio






Hoy ha venido Kat  y hemos estado tomando cervezas en la terraza. Ha pasado cinco días en Barcelona, pero mañana vuelve a Escocia otra vez. Creo que Kat es una buena amiga. Tengo ganas de que viva aquí otra vez. Dice que en septiembre. Con ella me gusta beber porque le sube la cerveza. Y tira el cigarrillo mientras se ríe, y lo recoge y lo vuelve a tirar. Pero no pasa nada, no tenemos que quedar bien con nadie ni aparentar algo que no somos o que los demás quieren que seamos. Estaba roja como un cangrejo y le habían salido pecas, y su pelo rojo brillaba bajo un diminuto rayo de sol que conseguía colarse entre las persianas.

Antes de encontrarme con Kat he ido a buscar la bici al taller.  La dejé ayer para que le quitaran el resto de un antiguo cubrecadenas y para que la repasaran un poco. Escogí un taller de mi barrio que lleva abierto 30 años. Me pareció bonito llevarla a un comercio de toda la vida. Ya le tengo cariño a la bici, es como si fuera yo. Creo que le cogí cariño ayer y fue de repente.  He comprado acelgas y un montón de alimentos sanos pero luego me he envenenado con una pizza. Soy imperfectísima y hoy me estoy regodeando.

Hace una bonita noche y ya no tengo anginas. Se me han pasado de repente. UN ANTIGUO COMPAÑERO DE TRABAJO DECÍA QUE. Perdón. Un antiguo compañero de trabajo decía que las anginas se inflamaban cuando nos callábamos algo. A mi me daba rabia cuando lo decía, pero ahora creo que tiene razón.

Ya me voy a dormir. He cambiado mi cama de pared y parece una habitación nueva. Viajar, amar, perder países, cambiarse la cama de sitio, ser otra constantemente.



miércoles, junio 01, 2016

Nuestro mejor moonwalk



Era verano y crecimos juntos.
Tú yendo a Alcohólicos Anónimos y a inglés,
 y yo a la quinta planta y a inglés.

 ¿Recuerdas cuando veíamos el muro,
el que nos separaba de las demás,
y a pesar de que era un incordio,
cada noche lo levántamos?

Y nos despertábamos por las mañanas
captando restos de belleza
en los extractores de aire acondicionado,
creyendo en secreto que llegaría el día
el día en el que pasaría algo,
algo bueno de repente
y tú y yo volveríamos
a nuestro mejor moonwalk
 "Recuperar documento"
"volver a la última versión guardada".

Después de desear milimétricamente
|||||||||||  todas esas cosas,
y de contemplar en la distancia
las luces de la noria del Tibidabo,
nos íbamos a dormir.

Nada más.

Así crecimos el verano pasado,
en una soledad que no se debilitaba
y a la que tuvimos, finalmente,
 que hacerle un hueco
agasajarla con cenas, canciones,
sesiones de cine, tardes en la terraza
y sábanas frescas.

Fue una mierda.
Una encantadora mierda, la verdad.
Seamos pesimistas, volverá.