domingo, julio 16, 2023

Veranos al aire libre

Todo es una historia hermosa, por eso nada tiene demasiada importancia. Hoy he ayudado a una turista que andaba perdida por mi calle, han cortado la línea del metro y necesitaba ayuda, Y le he dado la buena noticia de que la línea no estaba cortada en la dirección a la que iba. Final feliz.

Mi plan preferido de este verano está siendo ver cortos al aire libre en el Mecal.  El patio del museo en el que lo hacen es fresco y por la noche ya no hace calor. Me queda al lado de casa y se está a gusto. Cada día hay público, pero sin agobios. El cine al aire libre tiene su fantasía añadida. La lona de la pantalla ondea por la brisa y parece que las películas tengan un efecto de ensoñación. Hay momentos en los que estando allí me siento en otro lugar, tal vez viajando, tal vez en mi verano de los 12 años. Tal vez en el pueblo de mi padre. Tal vez en otros países. Es mi plan feliz y feloz. Feroz y veloz. Un plan sencillo. De los cortos del viernes no me enteré mucho porque la mayoría del tiempo estuve besándome con una chica. La luz del proyector, olor a champú. Sentí mucha felicidad.

Tengo problemas de amor y de desamor, pero de baja intensidad. Son cosas de la vida. Sudor, alegrías, rayadas y vuelta a la normalidad. Ya no tengo 20 años, ni tampoco 30. Me refiero a que… todo bajo control. Y tengo muchísimo estrés laboral y siento mucha presión. Pero si lo pienso bien, nada de esto tiene importancia. Si lo pienso mal, es cuando  luego vienen las “madresmías”. Las madres mías de mi abuela y de mi madre. Madre mía, qué ansiedad. Madre mía, qué agobio. Madre mía, qué calor. Madre mía, qué voy a hacer si… 

Es difícil brillar sin un apagón de vez en cuando.