Quejas, la profesora del concierto, posibles anginas, cosas sin importancia.
Me duele la garganta cada vez que intento tragar saliva. Me he tapado con una manta en el sofá y me he puesto a leer. Me he quedado dormida. Me ha despertado Carol, que estaba tecleando cada vez más rápido. Yo me preguntaba, qué escribirá, qué escribirá... pero me lo preguntaba en una calle llena de niebla, en sueños. Tengo fiebre y estoy cabreada porque me la repatea, por ejemplo, la serie “Perdidos”. Y también algunos libros y películas que no dejan de encantarles a los que me rodean. Cada vez me siento más lejos de ellos y de ellas, cada vez me cuesta más ser amable y fingir que me interesa muchísimo lo que me están contando. No es que yo me sienta exclusiva, nada de eso, yo creo que son los demás los que se sienten así, cuando en realidad son todos como ovejas clon. Estoy harta de la gente que tiene hijos y te lo cuenta treinta veces, parece que no existan más padres ni madres en la Tierra, únicamente ellos: la familia escogida para tener un hijo/hija. No me parece mal que se