viernes, septiembre 29, 2006

No sé exactamente de qué hablo


Este post también se puede escuchar porque a veces leer cansa. [sincortes.mp3]


Hoy quería estar aquí un rato, en la avioneta. Hace días que no la toco. Últimamente voy en coche a todos los sitios. La carretera no está mal, me gusta de noche, cuando voy sola por el carril: Es mi camino. No me cruzo con nadie. Me he inventado una carretera que llega hasta la puerta de tu casa. Cuando ya estoy cerca, veo mi avioneta aparcada a un lado. Un día le haré una foto pero no de recuerdo, será vigente.

Yo aprendí a llevar aviones una noche que quería volar. Mezclé unas pastillas que tenía mi padre por casa, de las que se toma para arreglar el corazón, y me las tragué con una tarta de manzana que había hecho mi madre. Le sale rica. Y al poco rato ya era piloto y estaba haciendo señales con un espejo desde el aire...

A conducir el coche aprendí llevando a mi madre a las sesiones de quimio en el hospital. Hasta ese momento sólo me sabía dos calles: La calle Aragón y el Paseo de Gracia. Mis amigos se aburrían un montón conmigo, por eso dejaban de serlo. Me daban ultimatums: paola, si no cambias de calle te dejamos de hablar. Se fueron bastantes. Pero fíjate, con lo del hospital se abrió un mundo nuevo para mí, lleno de calles adyacentes y rutas alternativas. Jugué un poco a ser una ambulancia pequeña y sin prisas. Fue un año y medio intenso. Una vez, una amiga vino a hacerme compañía durante una de las operaciones. Yo estaba mal porque hasta mi novio de entonces escurría el bulto y llegaba cuando ya todo había pasado. Así que aquel día me sentí muy bien con ella. Al cabo de un tiempo nos enfadamos por un beso de nada, aunque la versión oficial era "por un concierto", y no nos volvimos a ver más. Tocábamos juntas en un grupo, yo era la bajista y ella la cantante. Los grupos siempre se acaban enfadando por un beso.

Mañana ya es viernes y tengo ganas de despertarme contigo. De estar en tu casa. El sábado sacaremos a pasear al pingüino que ahora ya hace más fresquito y no notará tanto el cambio de clima.

jueves, septiembre 28, 2006

sorpresa



Me acabo de dar cuenta:
Tengo un comentario de Christina Rosenvinge (ella) en el blog de audios. Dice que le ha gustado mucho nuestra versión de "Sábado" y que le encanta ver como las canciones toman vida propia cuando salen de su casa.
De la casa de Christina.
El sábadooo nos pasamos un buen rato hablando sobre ella en el Bar Verde con Yellow, su amigo, Carol y Lucy, mientras llovía. Y nosotros sin saber que el 4 de septiembre nos había comentado porque le gusta nuestra versión de su canción.
Viva los mortales.
La verdad es que aquella tarde que la grabamos mientras los niños chillaban en el parque, no imaginamos que la llegaría a escuchar algún día. No la habíamos ensayado, era el primer día que la tocábamos juntos. Salió así, de repente.

Qué bonito es tener canciones.

miércoles, septiembre 27, 2006

es una maravilla no habrá un antes ni un después


Es tan guapa que a mí también me duele, sobre todo de noche cuando camina a pocos metros de mí. De entre todos los martes posibles yo me he llevado el mejor.

Hoy quería llegar pronto a casa para escribir algo. Pero he preferido ir a buscarla y estar un rato con ella. Hasta las doce. Ni un minuto más porque las chicas tienen que irse pronto a la cama. Lo importante es lo importante y la puesta de sol seguirá durando un kilómetro sobre la arena. Estoy más feliz que siempre -que nunca parece poco tiempo-

Elvis también canta Sweet Caroline....

lunes, septiembre 25, 2006

sin nada que hacer, mirando a las paredes y al suelo también


En el self-service de la facultad sigue habiendo esa salsa para todo que hace que todos los segundos platos tengan el mismo sabor. Lo difícil no es comer sola. Lo difícil, más bien, es escoger el segundo plato. Lo otro es aburrido. Por eso miro hacia las paredes. Y mirando hacia las paredes descubrí este cuadro. No sé el autor/a pero ha utilizado esos colores tan "gauguin" -creo que a quién lo hizo le gustaría mi comparación-

Vemos a tres mujeres tomando café. Dos están muy juntas. Muy juntas porque los brazos de ambas se tocan y las melenas también. En el otro extremo de la composición encontramos la figura de otra mujer que esconde la cara tras un abanico y mira de reojo a las otras dos. La morena de pelo azul se trae algo entre manos, maneja intrigas. Y por si el gesto no lo deja claro, encima tiene un gato delante. La traición. A la pelirroja, el pelo se le ha puesto así del puñal que lleva clavado en la espalda. Aún así, sigue siendo la protagonista del cuadro y a la que mejor futuro le espera. La expresión de su cara es la más sana. Sonríe, ve mundos, a pesar de. A la rubia le está sentando mal el café. La mala consciencia acabará manchándole el vestidito rosa.

En cuanto al decorado, podría ser un jardín. Hay flores, vegetación, fruta. El entorno ideal para morder la manzana.

Se me olvidaba: el puré de verdura se deja comer.

miércoles, septiembre 20, 2006

post-it arriesgado

28/08/06 : El Infinito -like Leopardi-


Aquí sólo se me ocurre pensar en el infinito
pero prefiero quedarme en este lado.


Ha sido mi post-it más valiente. Jamás había querido escalar por si me caía, y precisamente por ese motivo tampoco lo hice aquella tarde. La brisa lo arrancó de la baranda de madera y fue cayendo dando vueltas de bailarina. Hasta que topó con una roca y se quedó un buen rato allí. ¿pestañeando?


28/08/06


Las dos nos levántamos de la silla para verlo mejor. Ella estaba muy guapa con los ojos verdes y el polo azul. Finalmente, el post it se fue al agua tras un doble salto mortal -fue una caída voluntaria- Lo vimos flotar y moverse por encima de las olas hasta que se hundió.

No nos dió pena porque estábamos de vacaciones.

jueves, septiembre 14, 2006

correos


"Return to sender" (1964) de la película Girls, Girls, Girls.


Ayer envié mi primer telegrama. Me fui hacia la oficina de Correos pensando en las palabras que iba a poner. Y todo eso. El caso es que mezclé el Morse con lo de "Stop" y le di demasiada importancia al asunto. Tenía misterio. Además llovía, caía la del mundo. Tuve que refugiarme en el patio de una casa de la calle Carolines.
El agua arrastraba la tierra de los jardines y bajaba sucia. Puse a salvo mis pies en unos escalones. Por encima de mí, un canelón vierteaguas hacía de tejadillo y aquello era las cataratas del Niágara. La tormenta caía con fuerza y salí de mi refugio con el paraguas doblado. El vaquero se me empapó hasta las rodillas. El agua me entró en lo zapatos. Se me borró la dirección de una carta.
Al final, resultó que no hacía falta poner STOP en los telegramas, que es otra de esas mentiras. En realidad, enviar un telegrama es escribir lo que quieras en un papel y rellenar un impreso. Cuando se lo conté a Sofía se horrorizó. Ella, tan acostumbrada a subirse el cuello de la camisa, a hablar en clave, a fumar en secreto, a enviarme las coordenadas de su localización (treinta y pico grados al norte del ecuador) ... y ahora resulta que los telegramas no llevan STOP. Lamentable. lAMENTABLE,. LMANTABLES LAMEBTEBAKSA ANAJDNE AJISQOIJ

lunes, septiembre 04, 2006

mentirijilla


Escribo en presente como si - como si - como si - como si
como si siguiera disfrutando de la isla.

Podría tratrarse de una terapia para reducir el estrés posvacacional: alargar los días contándolos una y otra vez. Alargar los días contándolos una y otra vez. Alargar los días contándolos una y otra vez.

Podría pasarme el curso que empieza explicando sólo un día.
Ya sé cual:
La noche de mayo, una cena en la mesita con el mantel de hilo puesto y las servilletas de papel blancas.
Y las dos copas - me pregunto si habrán más copas. ¿Lo de las copas será como los platos? Siempre hay un mueble con más platos.
En plan fogonazo de Proust: la mesita, la luz baja y la película en el televisor me llevaron al salón del piso de Barcelona. Cuando cenaba embutido y pan con tomate y teníamos otro perro muy viejito y pekinés, pero que entendía perfectamente el italiano.

La noche del mantel en la mesita me sentí tan bien que pensé que pasado un año lo celebraría como San Agusto, San Pertenecer y San Quebien. La estampa me protegerá de casi todo. Los gigantes son torpes por ser gigantes.

El caso es que hoy hemos estado en el Jaleo de Sant Lluis y los caballos bailaban al son de la música mientras bebíamos Pomada. Y por fin hemos conocido la casa de *Laura Martina y su piscina de boda. Yo la imaginé de niña jugando en los muelles y nadando hasta aquel islote. Laura Martina cuenta muy bien las cosas -y muy rápido- por eso en seguida puedes verlas delante de ti como un holograma. También he conocido a una profesora de latín aprovechando que estábamos en el pueblo. Empezamos a fantasear con comprarnos una casa allí y buscarnos un trabajo y hacernos una piscina grande.
Después del Jaleo y del gin con limonada el sol se esconde un momento y se pone a llover. Corremos por el arcén de una carretera repleta de coches que van a la fiesta. Es divertido, no importa nada de nada, sólo caminar muy rápido.

Esto es como un carta. Simplemente te estaba imaginando escribiendo en tu libreta secreta como haces todas las noches desde que te la compraste. Lo que guardas en ella no me inspira una curiosidad morbosa. Mirar y mirarte es diferente.
*1ª pista: la identidad de Laura.
*2ª pista: Es un secreto


domingo, septiembre 03, 2006

llegada a la isla



al sol

Las ruedas de nuestras maletas han despertado una tormenta sonora sobre la acera.
Si dijera que hemos llegado a la Isla en tren sería mentira, pero lo cierto es que el trayecto en avión es tan corto que los kilómetros hechos entre raíles también cuentan.
En realidad nos estamos acercando a todos los sitios desde hace mucho tiempo. Todos los metros y kilómetros que hacemos van sumándose.

No recuerdo nada especial del aeropuerto, excepto que nos libramos de las garras de la cola de facturación con equipaje de mano. De mano rota (unos bolsitos de diez y once kilos). Al aterrizar el comandante ha dicho "bienvenidos al paraíso" y la gente se ha empezado a desnudar. Un escándalo. ¿No ha salido en el telediario?
El coche alquilado es nuevo y de color rojo. Nada más llegar nos hemos equivocado metiéndonos por un camino de carro hasta Binisafuller. Luego hemos descubierto una carretera asfaltada y hasta con rotondas. De todos modos me gusta conducir por aquí, lástima del limpiaparabrisas de atrás, lo he puesto en marcha sin querer y no sé cómo pararlo. Nos adelantan todos los coches... tal vez el detalle del limpia encendido con sol despierte desconfianza en los demás conductores: ¿y si tampoco saben frenar?

El mar es sorprendentemente de color verde claro y a veces cyan. A Sofía se le ponen los ojos a conjunto con el agua y yo sigo teniéndolos oscuros, de apagón en la playa, pero brillantes. El brillo es lo que cuenta.

Aquí tampoco es costumbre tener las chanclas encima de la mesa pero después del trote que les estoy dando este verano se merecen un sitio con vistas privilegiadas. Por lo menos hasta que se sequen.

Como diría Najwa,
- primera pista: olas
- segunda pista: una barca.
- y la última de regalo: de noche.