Había recorrido todos los continentes cómodamente, siempre durmiendo entre sábanas de algodón. Coleccionaba mapas de todos los lugares en los que había estado. Le gustaba abrirlos y colocarlos uno al lado del otro formando una cuadrícula nueva. Convertía cientos de kilómetros en centímetros y los océanos en una sombra azul, reordenando el planeta a su antojo. Jamás hablaba del mundo porque lo había desfigurado. No podía decirse que lo conociera.
viernes, abril 22, 2011
jueves, abril 07, 2011
Cajas flotando en el agua
Me da por querer tocar la guitarra por las mañanas, justo cuando conduzco. Así que aparco un montón de posibles canciones para otro momento. Canciones que aún no existen y que me esperan por las tardes como un hogar. El martes creí que sólo me entendía Christina Rosenvinge. Y vuelvo a decirlo, el día que ella, Christina, envejezca, todos los demás ya seremos unos ancianos.
Lo que más me dicen estos días es que estoy radiante. Qué fatalidad, pero no voy a acostumbrarme. Se suele estar guapa por fuera cuando por dentro estás hecha un amasijo de hierros. Yo solo digo que a veces es verdad. Te conviertes en un laberinto y la gente se empeña en encontrar la salida.
El otro día vi a un entrenador de baloncesto haciendo unas declaraciones después de un partido. Ni idea de quién era, de hecho, no sé ni las reglas del juego. Pero noté que el entrenador tenía los ojos llorosos y pensé que quizás se había enamorado. ¿Cómo es el amor entre gigantes cuando tú eres el más pequeño?
Mi maestro de Taekwondo, tan oriental, tan elegante, siempre en equilibrio, un pozo de sabiduría, se tiñe el pelo para cubrir las canas. Ese tipo de debilidades, como estar a punto de llorar ante un micrófono, son las que yo salvo de entre todas las cajas que flotan sobre el agua.
Ya tengo la escaleta de mi novela hecha. Ahora, únicamente tengo que escribirla. Sigo sin ver claro esto de los narradores cuasi omniscientes... con lo guay que es escribir en primera persona.
"Guay" es la palabra que aprendí a los 12 años y que no me suelta.
Tengo una morenaza de ojos verdes a mi lado, una morenaza que me manda un mail para decirme que ha comprado pan de chapata –para hacernos un bocata de jamón– y fruta. Y todo lo demás qué importa. Bueno sí, hay una cosa que sí me importa, que mañana se casan dos amigas de las de verdad, a las que también salvaría de entre todas las cajas que flotan en el agua.
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