No sabría decir qué es lo que necesito hoy. Ayer me compré una Ogya de Lékué en una tienda de Diagonal con Paseo de Gracia, que no recuerdo cómo se llama pero me gustó. Pensé que la Ogya en cuestión haría más llevadera la preparación de mis menús semanales para la fiambrera. Lo cierto es que si pienso en mi rutina me hastía un montón. Pensar que es complicado cambiarla me entristece bastante. Entre montón y bastante no va tanto trecho. Mi primera receta con la Ogya ha sido salmón a la naranja. Estaba exquisito y sólo he tardado 15 minutos en prepararlo y hacerlo. Después de esa compra, entramos en un montón de tiendas a probarnos ropa y nos paseamos con el cuello levantado de nuestros abrigos. Las luces de Navidad de este año simulan lámparas barrocas.
Como hoy es un día extraño, voy a recrearme en esos pequeños detalles que pueden salvarme. Por ejemplo, me gusta mucho el baile que hace Maika Makowski en el videoclip de Language. Me encantaría hacerlo porque es ese tipo de baile que, de tanta rabia que me da, me atrae. Creo que Maika Makovski me gusta físicamente porque me recuerda un poco a Cat Power pero en mallorquina. Me gustaba más con el pelo corto. Y me pregunto si [esto] pero Google me contesta con tonterías que no me interesan.
(En este otro vídeo Maika lleva el pelo corto. Creo que es un dato muy importante musicalmente hablando.)
Echo de menos a mi antiguo maestro de Taekwondo. El que tengo ahora no es que no me guste, pero aún no me he adaptado al grupo ni al gimnasio, mis actuales compañeros son más violentos y más, cómo díria, engreídos, están siempre corrigiéndote. Con Kim, las clases eran silenciosas y relajantes. Estábamos las tres, a veces cuatro, solas, entrenando. Kim nos contaba anécdotas sobre su infancia en Corea y era como ver una película en filmin. Nos cruzábamos el tatami dando patadas al aire, mirándonos en el espejo y gritando "kyaa". Que cerrara el gimnasio después de 30 años fue duro para él y para sus alumnos. Kim siempre será mi maestro. El que me anudó el cinturón verde.