Creo que...
Los sábados por la mañana, cuando me despierto, es el momento que tengo reservado para llorar, es el único día que no tengo que responder a ninguna obligación, ni laboral ni social ni familiar. Me desahogo en ese instante en el que la luz de la mañana entra en la habitación y todo es bonito. La melancolía me hace trizas y creo que me siento insignificante. Luego me hago el desayuno y, mientras preparo el café y todo eso, el llanto se me va pasando; todo lo demás, también. Salgo a la calle con la perri. Damos un paseo largo. Compramos algo para cocinar. Creo que tengo ganas de dejar de llorar los sábados. El otro día, hablando con una desconocida de la aplicación del mal, que tiene un alto nivel de conversación interesante (esto es bastante difícil de conseguir), me dijo en un momento de la charla: "creo que estoy triste". Me gustó mucho esa declaración. Y ese "creo" como escudo protector. Los sábados por la mañana todo me parece un puto rollo y deseo