viernes, marzo 29, 2019

Varias opciones



No estaba enamorada de ella todavía, pero me gustaba. Esta es mi conclusión.

Lo que peor llevo (siempre) es lo de dejar de ser para alguien lo que eras. Me desubican totalmente estos cambios de rol. Es como si, de un día para otro, una de tus amigas te pediera que te acostaras con ella y fueras su novia o algo así. 

Me he encerrado en casa. Los demás tenían planes que exigían demasiada alegría por mi parte. Esta mañana quería comprarme una entrada para ir a la Becket a ver una obra de teatro, me apetecía mucho, pero he cambiado de idea por la tarde porque me he liado a componer una canción. Curiosamente, inspirada en  X. No tiene sentido alguno que precisamente ahora a mi me dé por hacer canciones a un amor repasado, pero es que las personas somos así, a veces. Un sinsentido. Me apetecía recordarla. El primer día que hizo calor en 2016 y pasamos el día de un lado a otro con las bicis. Ya tengo ganas de acabarla y llevarla al local de ensayo.

Me duele el brazo derecho desde hace una semana.

Trato de volver a situarme en mi mundo. 

Esta vez estoy observándome. Tengo la sensación de haber pasado, los últimos cinco años, recuperándome de relaciones pasadas y/o cambiando de trabajo. Y me aburre, me agita y me aburre. Algo que sabes cómo funciona y es un trámite, es burocracia aburrida, pero sigue jodiéndote. Es hacer caravana en un atasco y sentirte atrapada.

Por ejemplo, ayer tuve la típica tarde de llanto desconsolado. Esta mañana tenía los ojos hinchados. Pero me sentía mejor. Me sentía optimista. Al volver del trabajo, me he parado en el parque de la Ciutadella y me he comprado una lata de cerveza (mi optimismo es sui generis). Se estaba bien. Luego he llegado a casa y me he metido en Tinder. Es la rutina de una ruptura. La rutina del sinsentido.

¿Y mañana qué toca? Mañana, sábado. Pueden ocurrir varias cosas. 

A) Me despierto con energía y me voy a nadar. Creeré que así estoy haciendo algo bueno para mí y me sentiré mejor. Pensaré: “Sigue así y verás como todo se va poniendo en su lugar y pasas página” (jeje, típico). Luego quedaré para tomar vermut, me llevaré a la perri a pasear, y luego iré a un concierto. Hablaré con alguna chica, trataré de ligar o algo así. Pero no ligaré. Volveré a casa. Me iré a la cama con dolor de cabeza. 

B) Me despierto terriblemente mal porque me ha dado un bajón de la hostia que haga buen día, sea sábado y tal. Me acordaré de aquel otro sábado que hicimos tal cosa y tal otra. Lloraré, fumaré, patalearé desconsoladamente hasta que en algún momento me canse o me duerma.

C) Me paso el día viendo todas las temporadas de algo.

D)... (no se sabe)


jueves, marzo 28, 2019

El mundo ya se encaminaba hacia el autotune





Ya no estoy enfadada. Me di cuenta el martes cuando empecé a silbar en la bici, de forma natural, camino al trabajo. El día de ayer, soleado y brillante, fue por momentos molesto, como cuando mis vecinos ponen salsa y yo, sencillamente, no quiero escuchar su música. Ayer sentí tristeza porque es primavera y me gustaría poder disfrutarla.

Mis compañeras de colegio comparten fotos de cuando éramos pequeñas. Yo tenía problemas de adaptación a la norma: ni jugaba con las niñas ni llevaba vestido. Les sacaba medio cuerpo a todos y a todas -por lo visto, crecí mucho más que el resto, de repente. Mi cabeza sobresalía siempre y mis orejas, también... mis orejas eran tan gigantes como yo misma. También tuve mi época de ser la gorda y de tener que lidiar con ello en la puta clase de gimnasia, las dos horas más traumatizantes de la semana y que me hicieron creer que no era apta para el ejercicio físico, cosa que era totalmente mentira. Empecé a disfrutar del deporte justo cuando dejaron de obligarme a hacer aquellas mierda de ejercicios de la clase de Educación Física. Todo ello me ha hecho recordar que lo pasé francamente mal yendo al cole. Todo cambió cuando me vino la regla y adelgacé 10 kg., me dejé el pelo suelto e intenté seguir el "estilo" de ropa de las demás. O sea, empecé a seguir la NORMA. Moraleja: vivir en sociedad es asqueroso/complicado. 

lunes, marzo 25, 2019

Terreno no seguro




El verano pasado llegué a una playa en la que las rocas estaban cubiertas de algas. Se habían secado y formaban una especie de manto acolchado. Tenías que ir con cuidado porque algunas de esas algas habían quedado en el puente entre una roca y otra, y aunque parecía que era terreno firme, si te despistabas metías el pie en el vacío. Era una playa hermosa, solitaria  y con el agua cristalina. Fue un día hermoso a solas.

Estoy en fase de rabia y tristeza. Sé que mis pensamientos no son coherentes ni lógicos y que es una fase que se da en todo aquello en lo que se han puesto expectativas que finalmente no se cumplen cómo esperabas. Me parece molesto volver a estar en esta situación porque había alcanzado un cierto equilibrio en el que estaba  bien sin nadie, y ahora me arrepiento de haberme abierto a alguien tanto, aunque es ilógico pensar así, porque entonces jamás se iniciaría nada ni daríamos paso a ningún cambio en la vida por temor al error. Sin embargo, me hubiera gustado protegerme un poco más, no haberme dejado  llevar tan rápido, yo no quería dejarme llevar hasta estar segura de que no iba a ser algo pasajero, pero confié en exceso, me pareció que podía arriesgarme. La próxima vez seré más cauta. Me pondré más protecciones. Cerrar más mi vida y mi espacio, y cerrarme, también, a entrar en la vida de nadie hasta no estar muy segura de que no es peligroso, de que el terreno es seguro, de que no va a haber un agujero bajo un montón de algas. 






miércoles, marzo 20, 2019

Ceniza



Una desilusión (tal cual), una mala temporada en el trabajo y un desencuentro sentimental,  me han dejado en una especie de limbo en el que, sinceramente, no sé dónde situarme. Llevo meses sintiéndome a prueba y creo que, definitivamente, he suspendido. Y está bien. He suspendido. Casi es un alivio que me hayan dado la nota final, aunque me parezca injusta. Pero, por lo menos, puedo descansar un rato porque se ha acabado la carrera.  Es algo así como encontrarse de nuevo y saludarse, sin demasiada efusividad, pero con cariño. He echado de menos, en el fondo, sentir que nada depende de mí. Que todo sea incontrolable. Es una excusa buenísima para pegarse un atracón de series y quedarse en casa bajo las sábanas, o salir a pasear sin ningún plan por el barrio. O recordar el pasado, que no siempre es mejor, pero en la cabeza sí. Tengo muchas ganas de enfrentarme de nuevo a la reconstrucción, a las cenizas. Ver qué sale de todo esto, ver en qué se convierte, ver cómo me las apaño. 

sábado, marzo 16, 2019

Algo que no dependa de mí

Hace un par de semanas que tengo la sensación de no ser yo. Es algo pasajero. Tengo ganas de llegar a casa. Alguien sabe de qué hablo, estoy convencida. Llegar a casa como una metáfora. No tener que ser nadie determinado, no tener que ser cómo se espera que sea. Tener esa intimidad conmigo. Ver películas. Pasear bajo el sol. Dormirme en el sofá. Leer. Llorar. Soñar con algo que no dependa de mí. ¡Algo que no dependa de mí! Eso sería maravilloso. Un sueño sin esfuerzo ni planificación. Un sueño como los de antes de que apareciera la gente que gestiona emociones y su vida. A la mierda con todo.