martes, mayo 24, 2022

Evadirse o no evadirse

Acabo de llegar de un concierto de un trío de Nueva York, del que no puedo decir el nombre porque es desconocido y puede que algunas de las pocas personas que estábamos en el lugar busquen al grupo y les salga mi blog, y entonces yo dejaría de ser anónima  (aunque después de casi 20 años ya no lo sea completamente). Bueno, fuera rollos y paranoias. 

El grupo me ha gustado mucho, tenían algo muy fresco y distinto, era una especie de dark wave+noise. Los quiere fichar Matador Records, pero le han dicho que no porque han encontrado otro sello que les ha hecho una oferta mejor. Me lo ha contado la cantante, con la que he hablado un poco porque es amiga de una amiga (que en realidad tampoco es amiga amiga). Nos ha preguntado por el baño y le hemos metido un rollo que no tenía nada que ver. El acento de nueva york es muy cerrado. jeje.

Hace dos semanas fui a un concierto privado de un pianista muy joven (tampoco puedo poner su nombre por el mismo motivo que en el párrafo anterior...  me hace mucha gracia mi paranoia decadente, porque a nadie le interesan ya, en realidad, los blogs) que acababa su gira europea en casa de un conocido y me invitó a asistir. Esto queda muy elitista, pero en realidad no lo fue tanto. Se me despertaron las ganas de volver a tocar el piano (me arrepentí mucho de haber vendido el mío, pero lo cierto es que me traía tantos recuerdos que era o venderlo o morir de pena tocando) Hoy me he comprado un teclado. La tecla es igual de grande que la de un piano acústico y el tacto muy similar. Podría haberme comprado otro, uno más grande por el mismo precio, pero me he encaprichado de su color (rojo) y de que es Roland. Tengo muchas ganas de tocarlo. Voy a hacer un montón de canciones romantidarks.

La tristeza la llevo bastante bien, el sábado fue mortífero, eso sí, porque además me vino la regla y todo era mucho más intenso, pero acabé la letra de una canción nueva y puede que, aunque no sea la definitiva, tenga ya la idea completa. El viernes estuve bailando música electrónica en una fiesta al aire libre. Descubrí la diferencia entre la evasión (viernes) y la no evasión (sábado). Bueno, descubrir algo tan básico a estas alturas es enternecedor. 

El pasado está volviendo de un modo distinto, pero está volviendo. Y estoy inmersa en esa especie de viaje difícil de definir y de efectos agridulces para mi cerebro y mi corazón y mi insomnio. Es embriagador.

jueves, mayo 05, 2022

Gestos, palabras, Venecia

Siento un dolorcito por todo lo que no ha salido bien y por lo que se acabó. Un dolorcito que me adormece y que parece que no vaya a desaparecer pronto. Hay momentos en los que se desvanece como el vapor que sale de mi boca. Pero no me desespera, la vida me compensa de otras formas. 

Hoy me has escrito que hay un nuevo comienzo en cada esquina. Me he acordado al sacar la basura. He pensado en si, al cruzar la calle, me encontraría con ese principio.

Los fantasmas... cómo vuelven. Se instalan en los gestos, en las palabras, en la nevera.

Como consecuencia de empezar a leer "El palazzo inacabado", de Judith Markell, estuve pensando en Venecia, planeé que podía volver a buscar algo. Algo que quedó atrapado una mañana. Ese algo fue una sensación, un momento, una escena: un chico sentado en el muelle comiendo una porción de pizza al sol, despreocupado. Yo lo vi de lejos, desde el vaporetto. Había mucho silencio. Parecía universitario, era moreno, el pelo despeinado. Las fachadas, rojizas. Las piernas le colgaban y casi le rozaban el agua. Yo era 12 años más joven que ahora. Y el chico del canal también será 12 años más mayor ahora. Sin embargo,  para mí sigue en aquel muelle, bajo el sol... despeinado y universitario.