lunes, agosto 21, 2023

Una ruptura en verano

Me despierto,  abro los ojos, la claridad de la mañana, el sol, las gaviotas. Voy a ir a la playa,  o mejor no, mejor voy a la piscina del gimnasio, puede que en la playa haya medusas. Voy a ver si hay medusas en la playa. Podría ir a Roma. Hace calor para ir a Roma. Pero están los museos. Puedo pasarme el día de museo en museo y apenas pisar las aceras romanas hasta que se ponga el sol o antes de las 11 de la mañana. Voy a ir a la piscina, voy a cruzarla 50 veces y luego me tumbo en el jardín a leer, bajo un árbol. Podría ir a una piscina romana, a la Piscine delle Rose, y nadar hasta aparecer en la piscina del Club de Natación Barceloneta. Podría ponerme tinder y quedar con una romana. No, que acabo de romper con una persona y no es lo recomendable. He tenido cinco relaciones cortas (de entre 6 y 9 meses) en diez años. Eso equivale a unos 4 años de relación, más o menos. Diez años ya. Me gusta más la masa romana que la masa napolitana. Diez años ya. Recuerdo que me sentía muy mayor hace diez años y como si todo fuera muy complicado. Puedo teñirme las puntas de naranja. Puedo acabar esa canción que empecé. Podría llevar a mi perra a la montaña. No, que hace calor. En la montaña también hace calor. Podría mudarme a Galicia. Mi perra me mira desde su camita. Si me tiño de naranja, dejaré el agua de la piscina naranja.



domingo, agosto 06, 2023

Veranos que a veces se olvidan

Hoy ha llovido de madrugada y desde hace tres días que se está fresquito. La semana pasada tampoco pasé calor porque estuve fuera. 

Estoy de vacaciones hasta septiembre. 

Se nota bastante que ya estamos en agosto porque no hay tanta gente en la playa, se van fuera. A mí me gusta quedarme en agosto en Barcelona, y que el agua del mar esté bonita y limpia, y bañarme y nadar hacia todas partes.

También se nota que es agosto porque ayer quedé con mis amigas y encontramos mesa en varias terrazas. Me gustan estas noches de agosto en la ciudad, hablando de nada y de todo, hablando de septiembre como si estuviera a mil años luz, hablando como si estuviéramos dentro de un paréntesis.

Hay cosas que son de agosto en Barcelona. 

El otro día leí que habían inventado una palabra en inglés, "staycation", que quiere decir hacer vacaciones en casa y algunas escapadas, pero no un viaje.

Yo no sé viajar, pero puede que aprenda en algún momento. 

Estoy reflexiva y me siento un poco triste. ¿De dónde vendrá la tristeza? Cuando era pequeña se me clavaban "punchas". Eran como espinas delgaditas, microscópicas, que se clavaban en los dedos o en los talones, y mi madre o mi abuela me las quitaban con unas pinzas. Tampoco sé de dónde venían las "punchas", ni por qué de adulta dejan de existir y ya no se clavan.

También siento alegrías. No alergias. La alegría de que el césped de la piscina del gimnasio vuelva a estar verde. No sé si han sido las lluvias de los últimos días o que lo han regado con agua no potable. La sequía se nota mucho en los parques de Barcelona, están secos y marrones. Está prohibido regarlos. Todos excepto en el de la Ciutadella, porque es el más turístico, supongo. A veces pienso en la cantidad de agua que se debe desperdiciar en las duchas de los hoteles.

El otro día se cayó una palmera en el barrio chino (Raval desde las Olimpiadas) y mató a una mujer de 20 años. Hubo una época en la que pasaba muchas veces por esa plazoleta en la que se cayó la palmera. 

Hace dos años, durante un día de viento en agosto, también cayó otra palmera y mató a un hombre de 42 años. A mí me inspiró una canción (aunque luego no hablaba ni de palmeras ni de parques, pero sí de viento, es una de mis preferidas). Desde entonces, me da miedo pasar por al lado de una palmera, pero a veces se me olvida.

He descubierto una peli de 1996 que quiero ver: The watermelon woman. Creo que va a ser difícil encontrarla. Es la típica película indie de los 90's, con videoclubs, aceras de ciudad norte-americana, camisetas grandes, gorras de rejilla. La quiero ya. 

Anochece y mi vecino está escuchando música soul.