Hoy he viajado en tren. Iba mirando por la ventanilla cuando he visto aparecer la mano de un niño. Una mano que contaba muchas historias. Yo estaba viendo con el corazón en ese momento.
El niño parecía soñar. Yo también. Pero no teníamos uno de esos sueños que se planean y se dividen en pasos y se contrata a un coach y a un hipnólogo y a un experto para lograrlo. No.
Era un sueño en mayúsculas, de los de antes, de los de apoyar la cabeza y ya está. Y de los de estar en él sin darse cuenta.
Era un sueño en mayúsculas, de los de antes, de los de apoyar la cabeza y ya está. Y de los de estar en él sin darse cuenta.