A principio de semana regresé de Mi Infancia hasta Mi Casa, pero sólo por unos días. El viaje de vuelta lo hice en un tren que pasa por varias playas y que, como suponía, estaba a reventar de turistas. Tuve la suerte de encontrar un asiento vacío que había pasado desapercibido entre tantas cabezas y estuve leyendo la última novela de Carme Riera. A los veinte minutos cedí mi asiento a una mujer de unos setenta años que iba de pie y se abanicaba todo el rato. Me acordé de mi madre y le dejé mi asiento. Haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti. El problema es que el día a día es una fábrica de gentuza, cada vez lo veo más claro.
En Mi Casa también disfruto del verano, sobre todo en la piscina. Ayer nadé 40 minutos seguidos por la noche con las luces, que son azules, maravillosas, parecen relámpagos bajo el agua. Podría haber nadado más pero mentalmente no suelo aguantarlo. A veces repaso canciones para no aburrirme. Estaba sola y no pude evitar sentir algo de miedo. Los veinte primeros minutos pensé que si al girar la cabeza para respirar veía una silueta en alguno de los bancos de madera me iba a dar un pasmo, aunque era perfectamente posible que algún otro vecino bajara a darse un baño. Y así pasó, efectivamente, bajó una pareja, pero no me asusté. Les vi llegar entre respiración y respiración, dejar la toalla y meterse en el agua. No les veía la cara porque yo no dejaba de nadar, pero sí entreveía sus bañadores. Los veinte minutos finales nadé más tranquila porque me sentía acompañada y descubrí que mi sombra se reflejaba en uno de los lados de la piscina. Era entretenido perseguir mi sombra pero no pude hacer veinte minutos más y llegar a la hora entera nadando porque me hacía pis y tenía que salir del agua. Yo no soy de las que se mea en las picinas.
Llevo dos semanas sin Carol y, aunque estoy bien, tengo la sensación de estar desperdiciando un montón de días. Voy acumulando ganas de verla. Ya arrastro una montaña de ganas varias.
Mañana vuelvo a Mi Infancia y esta ya es la última etapa del verano. La Formentera de julio queda lejísimos ya. Al salir de la ducha sonaba en la radio una canción que se hizo famosa en el 2009 gracias a un anuncio. Me he sentido rematadamente afortunada y esa sensación está dentro de los tipos de abismo. Melancoisla pura y dura. ¿Volvemos?