Mi amigo invisible y mudo
Estaba acórdandome de mi amigo invisible del verano. Se llamaba Carl. Fue terapéutico inventarme a ese compañero silencioso (Carl era mudo); pasado casi un año, sigo sintiendo cariño por él, me tienta abrir la puerta e invitarlo a entrar. ¿Para qué? Por si algo falla. Carl y yo pasamos juntos un agosto de tristeza inconsolable. Los antiheroes solitarios. Veíamos todo el día pelis y series de zombies. Íbamos a inglés, luego a la playa a nadar y luego al sofá. Y así cada día entre ola y ola de calor. Los zombies era nuestra metáfora, todo lo que había cambiado y era irrecuperable. Nos comportábamos como fugitivos en nuestras vidas. Y odiábamos los anuncios felices de cerveza. Sobre todo Carl, porque era alcohólico. Crecimos juntos y era verano. Mañana haré una canción.