Es como lo de la nieve en Madrid. Pues yo ayer mientras comía a pie de playa en el Port Olímpic con un sol espatarrante me moría de ganas de estar congelándome y caminando "pitipitit" -como dice Elena- sobre el hielo. Lo malo es que el temporal siempre siempre se debilita en el Mediterráneo.
miércoles, enero 14, 2009
Vamos a pavonearnos bien
Es como lo de la nieve en Madrid. Pues yo ayer mientras comía a pie de playa en el Port Olímpic con un sol espatarrante me moría de ganas de estar congelándome y caminando "pitipitit" -como dice Elena- sobre el hielo. Lo malo es que el temporal siempre siempre se debilita en el Mediterráneo.
domingo, enero 11, 2009
La bola cada vez más grande
Mañana es lunes y no tengo ganas de nada. Y tengo anginas y me duele al tragar, y no quiero irme a dormir tarde pero ya es demasiado tarde, y ya no lo puedo remediar. Esto me pone triste, más que lo del ramo. He pasado una tarde de esas de antes. Una tarde vacía y aburrida, de las que ponen en las películas para que el espectador se sienta identificado y en el momento en el que ves las tardes tristes y asquerosas en las películas, piensas que no son tan tristes y asquerosas, es más, piensas que son muy heroicas y poéticas. Por ejemplo, otra cosa que ponen en las películas es la típica secuencia de la chica que se pasa la noche entera estudiando con una luz de flexo. Intercalan esas imágenes con la chica haciendo la compra o conduciendo, cosas que todo el mundo hace y que son un puto rollo, pero en las pelis parece muy guay.
Mierda, mañana lunes.
jueves, enero 08, 2009
bailando delante de una nevera vacía
Otra vez la nieve. Ha sido sin querer, yo estaba aquí tranquilamente hablando de mi nevera y ha vuelto a aparecer "la nieve". Qué romántico me parece que transportaran el hielo envuelto en paja, en carros, cruzando la noche por caminos polvorientos y gastados. Seguro que en otra vida nos conocimos así, de madrugada, con un montón de hielo puro y blanco, algo sucio y por estrenar."El nombre de nevera viene por los neveros, que son acumulaciones naturales de hielo, o nieves eternas y que, en zonas de montañas, se utilizaban para conservar alimentos antes de que se inventaran las primeras neveras artificiales, que en sus primeras versiones no consistían en armarios, sino en cuevas o profundos pozos excavados en el suelo que se llenaban de hielo. Más tarde vendrían las primeras neveras domésticas que, efectivamente, no eran otra cosa que arcones o armarios donde se almacenaba el hielo. La parte inferior servía para almacenar los alimentos que requieren frío para su conservación. El hielo se llevaba a las poblaciones desde los picos cercanos que tuvieran nieves permanentes en verano, y si no en primavera, antes de la fusión, en carros aislados con paja, durante las noches, y se guardaba en unos pozos situados extramuros de la población. En España, por ejemplo, en la ciudad de Madrid, la nieve se bajaba del Guadarrama a los pozos de la nieve situados en la actual glorieta de Bilbao, que antes tenía ese nombre, Puerta de los pozos de la nieve). Hacia los años de 1980 hubo en Granada un pleito instado por el concesionario de las nieves de Sierra Nevada para que los esquiadores le pagasen un canon por el uso de su "concesión". Naturalmente perdió.
La importancia de tener nieve para enfriar y para fabricar refrescos, era tal, que en el siglo XIX se llevaba a Cuba en barcos, ya que no podía obtenerse de las sierras del continente." (Fuente: wikipedia)
miércoles, enero 07, 2009
2009 en blanco
Los copos de nieve de ayer me recordaron al puré de patata en polvo,
esos sobrecitos que venden.
Salí con mi prima de 13 años a la calle para tocar la nieve.
Ella dijo: "voy a casa a por la cámara y a ponerme unas botas".
Yo le dije: "No, no lo hagas. Cuando vuelvas habrá dejado de nevar."
No me hizo caso.
Dejó de nevar en cuanto volvió con la cámara.
Mi primer descubrimiento del año han sido los fuegos artificiales. Yo siempre había fingido mucho con este tema. Tantas noches de la mano del novio o novia de turno, mirando el cielo y fingiendo, "oooh, qué bonito", pero la verdad es que ni fu ni fa. Pero el 31, en la Puerta del Sol, justo cuando ya me había comido mi tupper de uvas, entonces sí sentí por primera vez la emoción de unos buenos fuegos artificiales. Con sus palmeras, su lluvia de color, su traca final... Inolvidable.