Hoy me he despedido de una profesora visitante que ha estado durante toda la semana dando unas conferencias, y hemos compartido con ella varios almuerzos en el campus. Al decirme adiós, me ha dado un abrazo sincero, como cuando conoces a alguien en un viaje y te haces amiga y hablas en un idioma que no es el tuyo y cuentas detalles sueltos de tu vida, que al final son como piezas de un puzzle o, mejor dicho, instantáneas, como esas de la infancia, que a veces, con el tiempo, quedan fuera de contexto. Algunas personas entran, otras se van, otras se quedan, otras se van por un tiempo y vuelven de otro modo, otras se convierten en invisibles, otras en fantasmas, otras en desconocidas y otras son futuribles. Esta mañana he salido al balcón a asegurarme de que mis plantas habían sobrevivido a la gran tormenta de ayer noche que, por lo que me han comentado esta mañana, no fue igual en todas las zonas. He revisado los tiestos y ha habido sorpresa: el esqueje de una planta había