martes, agosto 11, 2015

Lentificar existe





Los viernes no tengo clase, tampoco los findes. Por eso decidí irme tres días a las casa del videoclip musical. Ha cambiado un poco desde la última vez.

Ya no tiene música. Es un videoclip silencioso. Tampoco hay bañeras con luz de atardecer ni miradas selva. Ahora es un lugar para dejar brotar todo lo que se ha plantado. Para darse un chapuzón en la playa por las mañanas y nadar a contra corriente. Para disfrutar de la soledad.

La casa del videoclip mudo no está en ningún lugar. Bueno sí, está en ningún lugar de hecho. Facebook no localiza ese ningún lugar y por lo tanto no puedes decir "he estado aquí con mi amigo Salomón". A nadie le importa lo que has hecho en la casa del videoclip. A nadie le tiene que gustar.

Pero yo lo voy a contar. Estuve leyendo el guión de "Persona". Apenas recordaba la película, únicamente algunos detalles. También bebí vino blanca. O sea, blanco. Encendí algunas velas. Traté de contar estrellas. Agradezco seriamente al cosmos, también conocido como universo, poder hacer todas esas cosas en calma, con paciencia. Escribo, imagino, toco. Estoy ahí.

Como no deja de ser un videoclip, hay lugares en los que vas como a cámara lenta, y es una cosa que me fatiga, la verdad. Por ejemplo, en la cocina. Pereza infinita hacer unos espaguetti a la bolognesa así, me lentifica. O pasar la página de un libro y tardar tres segundos o que el flequillo rebote hasta cinco veces en mi frente cuando me siento en la tumbona. Voy a tratar de parpadear.

jueves, agosto 06, 2015

Cómo arreglar tu avioneta




Han dejado en el parabrisas de mi avioneta estrellada una propaganda de un curso. Harta de esperar un rescate en el bosque, he decidido apañármelas yo sola.

Siguiendo el río, he llegado hasta al mar. Y del mar, a la ciudad. En la otra cara del folleto había un mapa dibujado con las intrucciones necesarias para dar con el lugar. Me he plantado allí a las 11 de la mañana. El director de la escuela me ha atendido amablemente en su despacho. Es bajito y tiene las manos regordetas. Un amor.

Es un curso intensivo. Me han prometido que adquiriré los conocimientos necesarios para poder arreglar la avioneta.

De nuevo en la ciudad, con sus edificios, sus ventanas cuadradas y sus aparatos de aire acondionado, me he sentido feliz. Jamás pensé que un accidente me devolvería la vida.  He comprado salchichas, pan y fruta. También he estado en una ferretería. De vuelta al bosque, al atardecer, las he cocinado en una sartén que me han regalado con el cámping gas.

Bajo las estrellas enciendo mi linterna y escribo en mi cuaderno. Hacía tiempo que no me sentía tan alegre. Puede que hiciera un año.

Me pregunto si en alguna respiración se acordará de mí.

Quiero ser poeta. Y escribir poemas.