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Un dibujo que me regaló Ike Janacek en 2004 |
Querido Ike,
Ahí estás siempre, en los días y en mi corazón. Miro tu dibujo y sonrío porque me recuerdo así, muy sonriente. Mi vida sigue siendo una aventura de piezas y fragmentos sueltos, mándame luz en cada momento para que sepa ordenar cuando todo es caos. Agradezco haber contado con tu amor y tu amistad, eres importante en mi vida. Todo me parece inocente y puro contigo, todo un poco menos después de ti.
Sé qué películas nuevas te encantarían, sé qué canciones te fliparían, sé qué historias te emocionarían y sé qué chicas te volverían loco. Te llevo en cada uno de mis momentos bellos y salvajes. Y en los otros, también.
Ya apenas escribo entradas románticas e inocentes, parece que la vida me pide que me endurezca (sí, es un rollo soporífero) pero hoy, por ti, porque no vamos a ser mejores, porque fuiste amor, voy a hacer una excepción y voy a volver a ser cursi, joder.
Va por ti, Ike:
Me apoyo en la puerta de la cocina, de la habitación, del pasillo, me miro los zapatos porque son la prueba de mis pasos, y formulo mi pregunta.
También en la calle cuando la señora pasa y el señor sube al autobús, y la persiana se levanta, y la multitud sale del metro hacia algún lugar que no debe ser bonito; también entonces, mi pregunta.
Cuando mastico un trozo de pollo y bebo una copa de vino que se mezcla con mi sangre; cuando llevo más de tres cervezas y el amigo habla y me apetecen unas bravas, la música es un murmullo y casi todo está pasando; cuando salgo sola y las parejas se aman atravesadas por el sol de las cinco, y los vidrios están sucios, vuelve mi pregunta:
De vez en cuando, ¿piensas en mí?