jueves, junio 29, 2023

Los veranos llenos de oportunidades

Los veranos están llenos de oportunidades. El verano es una etapa que empieza y que acaba, y que es totalmente independiente al resto del año. Tiene su propio músculo, corazón y estómago.

El verano puede ser triste, solitario, caluroso, y aun así, estar lleno de oportunidades. También puede ser vibrante, eléctrico, apasionante, feliz.

Feliz. Hace unos días me sentí muy feliz. Creo que fue hace dos semanas. Esa felicidad repentina me pilló por sorpresa. No sabía hacia donde mirar, hacia donde correr, hacia donde gritar. Solo pensaba "soy feliz". Y sentí esas cosquillas. Y vi ese destello.

Hoy he cogido un taxi para volver del hospital. He ido a hacerme la revisión ginecológica. Hacía mucho calor, calor barcelonés. Húmedo y asfixiante. Vallcarca- Penitents. No entiendo Vallcarca, no entiendo ese barrio. No entiendo a las personas que viven en Vallcarca. Recuerdo a una amiga que vivía frente al parque Güell, en un bajo con jardín comunitario. En el jardín había un muro de ladrillo antiguo, en ruinas. Y muchas plantas salvajes y hasta una palmera. Ella siempre decía que quería arreglarlo. A mí me parecía que así estaba ideal. Era un jardín romántico de finales del siglo XIX. Un día hicimos una barbacoa. Yo llevaba una falda de rayas azules y blancas, y estaba guapísima. Ese año tenía el verano subido a la cara y al cuerpo. Ese año estaba a punto de enamorarme. Todos los veranos son de película cuando se recuerdan.

Le he preguntado al taxista si había mucho tráfico. Ha empezado a quejarse de las calles cortadas, de las obras del tranvía, de la Barcelona sin coches. Y en un momento dado ha hecho una pausa, y ha dicho: pero en nada me marcho de aquí, qué ganas de jubilarme. Le he preguntado que adonde se iba, y me ha contado que a Galicia, a una casa que tiene en la aldea en la que nació. Me ha explicado muchísimas cosas sobre la casa, sobre su mujer y su familia. Su hijo, su nuera y su nieto ya están allí; se compraron una casa el año pasado, lo dejaron todo y se fueron de Barcelona a la aldea. Qué bien se está allí, con el fresquito, y los faros, y la Costa Da Morte, y los límites con Portugal. El señor estaba tan entusiasmado que me han dado muchas ganas de tener yo también una casa en la que refugiarme. Una casa como Ítaca. Un futuro para disfrutar del huerto, del horno de leña, de los acantilados. Me he imaginado comprándome una casa en Galicia para replicar el sueño del taxista. Parecía tan feliz sabiendo que en un mes iba a estar allí, con su mujer, que teletrabaja. "Mi mujer teletrabaja".

Yo también quiero mi casa en Galicia para soñar con un futuro. Me cuesta mucho el futuro. Me cuesta porque me da miedo. 

Esa semana en la que me sentí feliz noté que el futuro no me daba miedo.