Un día fantaseé con la posibilidad

Ver nota en flickr Hace cuatro años diluviaba y yo no conducía desde hacía un mes. No podía. Nadie sabe lo que le cuesta a un perro rabioso digerir lo que se lleva entre los dientes. Pero decidí que era un buen día para empezar algo, hacer un esfuerzo. Yo llevaba una gabardina gris y unas botas. Y el pelo más corto que ahora. Aún veintipico años. Tenía otro coche. Seguía un mapa recibido en mi mail la noche anterior. Había quedado con alguien sin saber nada sobre ella. Eso sí, nos leíamos desde hacía más de un año. Qué cosas, eh. Aparqué en su calle. Yo no llevaba paraguas porque no me gustaban. Sólo conocía su voz. La primera vez que hablamos por teléfono fantaseé con la posibilidad de que se enamorara de mí una voz como la suya. Yo no quería saber nada del mundo, pero de ella sí. Cuando colgué me dio una rampa en la pierna y tuve que tirarme al suelo. Vi unas zapatillas debajo de una silla. Algo hizo clinc. Salí del coche y corrí hasta un portal. Continué andando mu