![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidj5vWuGeJH2Is1HiXAoYr7wuEnvozzHra3IGwBtQR-klAxEMxm412_P4ONQiepHHqK6Hnual6mg5Lj8AjUlBJ8HqzSLvlHcEf1fHNqbOV9n-tvwSl5VcduigoWSRm40gPvUL9sg/s400/IMG0736A.jpg)
Hace cuatro años diluviaba y yo no conducía desde hacía un mes. No podía. Nadie sabe lo que le cuesta a un perro rabioso digerir lo que se lleva entre los dientes. Pero decidí que era un buen día para empezar algo, hacer un esfuerzo.
Yo llevaba una gabardina gris y unas botas. Y el pelo más corto que ahora. Aún veintipico años. Tenía otro coche. Seguía un mapa recibido en mi mail la noche anterior. Había quedado con alguien sin saber nada sobre ella. Eso sí, nos leíamos desde hacía más de un año. Qué cosas, eh.
Aparqué en su calle. Yo no llevaba paraguas porque no me gustaban. Sólo conocía su voz. La primera vez que hablamos por teléfono fantaseé con la posibilidad de que se enamorara de mí una voz como la suya. Yo no quería saber nada del mundo, pero de ella sí. Cuando colgué me dio una rampa en la pierna y tuve que tirarme al suelo. Vi unas zapatillas debajo de una silla. Algo hizo clinc.
Salí del coche y corrí hasta un portal. Continué andando muy pegada a la pared para defenderme de la lluvia. Alguien venía hacia a mí. Se paró al llegar a mi altura y pronunció mi nombre. En ese momento, un rayo. Pero no figurado, no, un rayo de verdad. Pensé que era muy guapa. Los tigres empezaban a soñar con sus ojos verdes. Fantaseé con la posibilidad de que unos ojos así se enamoraran de mí. Subí a su casa.
Me llevó a una habitación. Me regaló un libro. Estaba envuelto. Su cama era enorme. Había más gente. Era una comida con más gente. Me miré al espejo y me desabroché un botón de la blusa. Fumé. Fui simpática. Me lo comí todo. Dije que todo estaba muy bueno. La gente no se iba. Quería quedarme a solas. Pero no pudo ser y me acompañó hasta el coche. La releí entera como si fuera la primera vez que leía. Ca-sa, ma-no, li-bro. Fantaseé con la posibilidad de encontrar algo dedicado a mí. Quedamos para comer y ver una película el domingo en su casa. El sábado le mandé un sms. Ella me dijo que la esperara un día más.
Llegó el día. No comimos. No vimos ninguna película. El tamaño de la cama fue lo de menos.
Fantaseé con la posibilidad de no haberla conocido en un mal momento. Pero a continuación, en medio de la oscuridad, ella soltó la maldita frase: te he conocido en un mal momento. Y mi cabeza estaba apoyada en su hombro y me daba igual salir de una para meterme en otra. Me sentía una kamikaze.
Cenamos un frankfurt en un Frankfurt. Teníamos hambre pero no teníamos hambre. Se había hecho tarde.
Una de mis tutoras de EGB escribió en uno de mis informes: Es una niña con posibilidades. Voy comprendiendo a qué se refería.
Como dice una de mis canciones (aquí todo me lo guiso y me lo como yo): Hoy estoy de celebración y no quiero ponerme trascendental, pero es que hoy empiezo a contar hacia delante.