miércoles, diciembre 31, 2003

cine

Busco en las carteleras de los martes, de los jueves, de los días del espectador, para ver si estás. A veces te encuentro en el viejo cine que antes era un viejo teatro. Otras veces en cines recuperados, que de golpe parecen nuevos y los veo demasiado grandes. Me gustaría poder buscar en el cine que estaba en la salida del colegio o en un cine improvisado en cualquier aula de la facultad. Mi pase preferido es el de las 7.10, una hora exacta para este desencuentro en la Sala 1 o en la Sala 3. Te empiezo a proyectar mucho antes de que apaguen las luces, y antes de hacer la cola y comprar la entrada, y antes de llegar y ver los títulos en los carteles, y antes de salir a la calle y de que haga frío. Antes de mirar la tarjeta del metro y contar los viajes que quedan para gastarla. Si fueras una película.

miércoles, diciembre 24, 2003

de viaje



El viaje que hago hasta tu nuca, cuando faltan horas para alguna hora, es casi kilométrico, de distancias insalvables, aunque tu piel me roce los labios y estar tan cerca me confunda contigo.
El viaje hasta tu nuca no lo encuentro trazado, ni en los planos, ni debería empezar siempre en mí, pero quizás esté un momento en las líneas de tu mano y en esas tiradas de cartas que nos desatinan, entre la rueda de la fortuna y nuestro colgado, que nos pone del revés, para que todo sea difícil.

miércoles, diciembre 17, 2003

de papel

Una foto me llevó a un libro que no recordaba. Antes era un libro-cometa que dejaba volar muy alto y que atábamos al balcón de un quinto piso. No sólo llevaba su historia, no sólo peligraba el orden de sus letras cuando se elevaba, en la cola iban nuestros cuentos ligeros, de poco peso. Y se sonreía en el aire por encima de esos días sacados del puño de un mago. La ciudad y las calles eran caricias, y nuestros zapatos como manos, y aunque era gris, porque finalmente acordamos que era gris, algunas fachadas eran naranjas y se miraban en el agua.
Pero la cometa también hacía llorar con las piernas encogidas y la cabeza agachada, porque todo lo que deseabas te ahogaba. Como a mí.

we can touch, touch our girls cheeks, and we can hold hands like paper dolls

lunes, diciembre 15, 2003

a ratos

Cuando no consigo llenar la tarde. Cuando no hay poemas que te viertan y que haya leído mil veces, cuando no me escondo ni dentro ni fuera, lo de cada día te va haciendo a ratos. Eres un rato en el tren, cuando alguien que ha escogido ventana se queja de la calefacción y lleva puestos tus pantalones. Eres otro rato en las cafeterías, leyendo en las pizarras desayunos a un euro con algo, y por el mismo precio, te incluyen en el café. Y eres un rato en las librerías, para llevarte en edición de bolsillo y sin tapas duras.

sábado, diciembre 13, 2003

despacio

vuelvo por el camino más largo para escuchar muchas canciones. De vuelta de ti, como si fueras un lugar al que ir para después volver. Porque ahí nunca me quedo. Con tu suelo inestable, el equilibrio a prueba, las paredes se pintan con lo que dices y tiemblan por el peso que callas

martes, diciembre 09, 2003

secrets / secretos

(amb les paraules que et parlo)

Diuen que avuí fa fred a la teva ciutat.
Des d'aquells estius, camins de tu em perden i trepitjo en fals per voreres de records. Del rellotge només sé que una agulla ens menja i l'altra ens fa caure, com Saturn s'empassa els fills. Perque som d'aquella sorra i del temps. Aleshores, no sabia que ja mai més tindríem el moment fràgil i descalç que parlava de secrets a les fosques. Ja sé que fa alguns anys...però aquest jo per tu era tant pur com allò que no porta enlloc i no vé de res. Com és que encara em fa tant mal escriure't? Hi ha una ciutat, on per mi, des de sempre, només hi vius tu.
. . . . . .

Dicen que hoy hace frío en tu ciudad.
Desde aquellos veranos, caminos de ti me pierden y piso en falso por aceras de recuerdos. Del reloj sólo sé que una aguja nos come y la otra nos deja caer, como Saturno traga a sus hijos. Porque somos de aquella arena y del tiempo. Entonces, no sabía que nunca más tendríamos el momento frágil y descalzo que hablaba de secretos a oscuras. Ya sé que hace algunos años... pero este yo por ti era tan puro como lo que no lleva a ninguna parte y no viene de nada. ¿Cómo aún me duele tanto escribirte? Hay una ciudad, donde para mí, desde siempre, sólo vives tú.

domingo, diciembre 07, 2003

de pérdidas

Lo he perdido o me lo han robado. Y no me dejan encontrarlo, buscarlo por el suelo, por los rincones, por los bares, entre las mesas. Ver si está atrapado, entre las sillas, entre los abrigos, en los lavabos... Me arrastran, me empujan, gente y más gente, y yo quiero encontrarlo.
Intento sacar la cabeza entre tantas cabezas y mirar a un lado y al otro. Me ha parecido verlo en el mostrador de una tienda. Entro corriendo, suena la campanilla de la puerta, la dependienta dice que "no" y yo le digo "¿seguro?" y ella me contesta "seguro, aquí no está". Vuelvo con la gente, gente que habla y habla, y lo busco entre las palabras, me mira un hombre ¿y si lo tiene en su casa? o en la de ese, o en la de aquel. Voy a la estación, pero si está en un tren ¿en qué tren? Me parece imposible encontrarlo, descanso, me toco las manos, me giro el anillo y entonces,

entonces me acuerdo de ti y te veo a oscuras dejando tu anillo encima de la mesa, aunque ya sé que no es lo que estoy buscando. De eso hace sólo unos días, aún no hace tiempo... tiempo del que se descuenta. Porque sólo hace unos días te quedabas callada o dormida, mientras te enredaba el pelo con los dedos, y había algo más, quizás tus sueños, y yo pensaba en alguna canción que tengo, que tengo pero no sé, y en sus acordes poco exactos. Y estabas cerca, tan cerca, tan cerca de mi piel, que te confundía. Ahora, en una habitación, con las persianas medio cerradas, entra la misma luz que entraba, cuando tú escribías algo en una libreta encima de la cama y yo aún tenía mi nombre, mi nombre, mi nombre. Después, no sé, lo he perdido o me lo han robado.                     ¿Qué escribías?

jueves, diciembre 04, 2003

punzadas

Tengo un dolor de oído que sólo se calma si me contestas tú, y no esa voz de teléfono no disponible que da punzadas. Que no es cuento.... Que tampoco eran de cuento tus ojos aquel día que cruzé los dedos y deseé que se reinventaran las horas e hicieran un congreso mundial para cambiarlas, y las pusieran dobles y en vez de tres fueran seis, así un poco borrachas, y todo eso pasara antes de que te dejara en la esquina de tal con tal, y me dieras dos de tus besos que son casi un beso, porque siempre se resbalan, y no sé si es que no tienes puntería o me puteas, sin perdón. Y es tan difícil esquivarte porque me da que tú pelo es como un mediodía con sol o sin sol y claro, así, qué día no tiene un mediodía sin sol o con sol...Tus ojos no serían de cuento porque son casi de verdad.

martes, diciembre 02, 2003

del clima

¿Qué hago con Su distancia en una mano? ¿y con Tu silencio en la otra? ¿Cuál de las dos escondo? Con Tu silencio que es "quizás...", con Su distancia que es "tal vez..." No sé si ayer la lluvia se Te quedó en los zapatos porque en tu contestador no avisas de nada. No sé si ayer se Le quedó en los zapatos, porque nada me dice si el suelo allí está mojado. ¿Y qué hay de mis zapatos? En mis zapatos se queda ésta y aquélla, la de allí, la de aquí... Cosas de la climatología del deseo.