Me he autorescatado. Dame agua para nadar y una toalla para secarme al sol, y soy feliz como una niña el último día de colegio.
Además, en verano, entro en amor profundo por mi barrio, todavía más. Vivir tan cerca de la playa y con una piscina pública que es pura gloria en el buen tiempo, es casi como estar de vacaciones todos los días.
Otra cosa que me gusta de junio es liberar mi cuerpo de la ropa de invierno. Y que el pelo se me riza mucho.
Estoy muy contenta. Después de unos días intensos y de bastantes rayadas existenciales, he vuelto a florecer.
Cruzar la ciudad en coche ayer con M al volante fue muy divertido y rozó la aventura. Me recordó a cuando teníamos veintipocos e íbamos siempre en mi coche a todas partes, mientras yo me sentía enamoradísima de ella, de mi amiga hetero. Todavía no concibo cómo podíamos movernos en coche por Barcelona y aparcar, pero lo hacíamos.
Esta semana murió el padre de una de mis amigas más cercanas y estuvimos acompañándola todas para que no se sintiera sola. La verdad es que es un tema que ya me toca de forma muy dolorosa, pero hay que aceptarlo. Ser hija única te deja al descubierto. De pequeña tuve un hermano invisible, muy guapo y que tocaba la guitarra.
Tengo muchas ganas de enamorarme pero no encuentro de quien. También sigo buscando piso del que enamorarme, pero es que ya estoy enamorada del mío de alquiler. Es complicado.
Voy a poner mi vinilo de rocksteady, que me encanta escuchar cuando llega el buen tiempo.
El otro día me felicitaron por mi trabajo y la verdad es que me sentí muy orgullosa.