martes, julio 31, 2007

frases sueltas

mis chanclas solitarias en la cala de los millonetis



Mi perro negro tiene dolor de barriga. Le acabo de hacer arroz blanco.

Dejé una carta escrita con la mano izquierda en el cajón de la mesita de noche. Era de agradecimiento y también era un poco de amor. Era para mis padres.

Cuando llegué a casa el buzón estaba lleno. Tuve que coger las cartas con unas pinzas de barbacoa porque no encontraba las llaves. En una de las cartas, encontré cinco vales recortados para el sorteo del viaje a graceland y unas líneas escritas en bolígrafo azul. Una única participante y una única ganadora.

La primera vez que hablé con Sofía por teléfono una ballena apareció varada a la altura de Londres. Meses más tarde, me confesó que no quería que me emborrachara esa noche. Yo llevaba puestas mis botas y di muchas vueltas en círculo por la habitación. Tras colgar, me hice un colacao.

Me voy a otra parte un par de semanas más.

martes, julio 24, 2007

Desde aquí

El aire me ha despertado agitando los porticones de madera. Esta madrugada, el viento ha barrido estrellas, bikinis y toallas. He encontrado una colchoneta de colores en el jardincillo de en frente. ¿De quién será? El periódico que se quedó ayer noche encima de la mesa de la terraza ha amanecido en el suelo con las hojas desordenadas: Los deportes primero y las noticias internacionales al final. Eran las 8 de la mañana. Ha pasado el portero, el Sr. Juan, silbando una canción que sólo él conoce y por eso la silba tan bien. En días de viento no barre, sería inútil hacerlo porque la lluvia de pinaza seca es continua. Ayer vi una ardilla y ante ayer una cría de murciélago. Un murciélago bebé que se ha caído de un nido. He saludado al Sr. Juan y le he dado los buenos días. Él me ha devuelto unos cuantos para que no sea infeliz.
Estoy siguiendo el horario de verano a rajatabla. Sólo me lo salto por las tardes. Estos días bajo a la playa muy temprano. Estoy sola. Mi toalla es la única. Es un gustazo. La cala está vacía hasta las 12:00, que es cuando empiezan a llegar embarcaciones por mar y franceses por las rocas. Por eso es la cala de los millonetis. Pero exprimo mis dos horas de soledad como una naranja. El oleaje es otro silencio. Sofía me contó el año pasado, mientras dormíamos en aquella cama desde la que se oía el mar, que una mujer se volvió loca de tanto escuchar las olas. Así que de vez en cuando me pongo los auriculares un rato. El agua está fresca y es de cristal. A esa horas también baja una señora de unos sesenta años que está muy en forma. Parece un niño con un cubo de agua azul lleno de pececillos.
Se baña unas dos horas y se va. No extiende la toalla. Hablamos un rato. Me pregunta si hay medusas. Me pregunta si está fría. Soy como la que abre la playa y la que debe saber todas esas cosas, supongo. Me pregunta si vivo cerca, si hace mucho que vengo por aquí o si es mi primer año. Sí señora, vivo aquí al lado. Vengo desde siempre.
Estos días son como una buena canción, o algo que te gusta mucho, aunque intentara atraparla con las manos no podría quedármela para mí. Mía. Mía. Mía. Eso también me sucede con Sofía. Mía, mía. mía. Pero sé que eso no puede ser.
A las doce y media o una me subo a casa y me quedo un rato en la piscina. El color azul piscina me encanta. Sobre todo me gusta el trayecto hacia la luz, hacia el exterior, cuando sales de debajo del agua. Hoy me he tirado de cabeza cinco veces seguidas. He tenido que parar porque me estaba mareando. Estoy intentando olvidarme un poco de mí, por eso pienso tanto en los demás.
No me he encontrado con demasiada gente conocida esto días, únicamente he saludado a dos amigas de la infancia con las que ya no comparto nada, excepto el color del pelo. Prefiero hablar con extraños como la mujer de la playa o el Sr.Juan.
El bronceado me sienta bien pero he dejado de mirarme en el espejo. Esperaré a mirarme el sábado en otros ojos. Sofía no se rasca los ojos, por eso los tiene tan bonitos. Yo me los rasco mucho y por eso los tengo oscuros. Pronto nos iremos con nuestros 4 aviones.
Se me acaba el dinero. ..

domingo, julio 15, 2007

música para regar plantas


chica sin hogar_1 (versión eléctrica)

Esta canción se la regalé a Sofía por su cumpleaños. La grabé con la guitarra eléctrica que le regalé. Antes de dársela quise tocarla un poco para probarla. Quería dejar constancia de sus primeras notas, como la foto de una niña que da sus primeros pasos. Es la primera canción que grabo con batería y guitarra eléctrica. La letra es algo posesiva pero a ella le gusta. Le gusta mucho.

chica sin hogar_2. mp3 (versión acústica)


No soy paciente, quiero hacer las cosas rápido, tal como salen. La primera versión de la canción apenas la había ensayado y ya la grabé, fue casi una improvisación, pero es que tenía ganas de de tenerla. Más tarde, pasadas dos semanas de la primera versión, grabé esta otra con la guitarra acústica sin pensarlo demasiado tampoco. Le añadí un puente para introducir las estrofas, algunos coros de los que me gustan a mí y le cambié el tono.

viernes, julio 13, 2007

inicio de las vacaciones

[Este post también es un audio-post. Leer en la pantalla sube las dioptrías. Se puede escuchar desde mi podcast.]


Se acabaron los paseos hacia el trabajo con una orquesta en los tímpanos marcando el paso.

Se acabó meterse en las tripas del metro cada mañana. No pienses cosas tristes en el metro, nada tiene demasiado brillo, excepto la gente que va en el otro tren. Los que van en el tren que se cruza tienen mejor cara. Valientes los que llegamos al final de la línea, hasta el final llegan pocos, ¿será por algo? Y se acabaron los bailes en el vagón cuando estaba vacío. Ya lo he dicho antes, hasta el final resisten unos pocos.

Se acabó el sueño, el sueño de de tumbarse en el césped toda la mañana y mandar un clon a la oficina. Se acabó el desayuno a las 11. Fui muchas veces al mismo bar. Pero ya hace años de eso. Se acabó lo de cruzar por el mercado. Qué será del chico de la carnicería. No pude despedirme, es lo que tiene tomarle cariño a los extraños, te quedas con las ganas de decirles adiós... eh, chico de la carnicería, que es mi último día, que el lunes ya no pasaré por aquí delante. Ah, que no te habías fijado en mí? bueno, yo sí en ti pero por nada romántico, me imaginaba tu vida tras ese mostrador de carne, nada más. Intenté despedirme de la panadera. Oye, que es el último bocadillo que me preparas. Dos besos, suerte. También se acabaron los días de mercadillo, ya no veré como montan las paradas a primera hora. Y a última hora, como recogen las cajas.

Estoy contenta por todo eso que se acaba. Mi viaje diario ya era aburrido.

En la cola del paro la gente me ha parecido bastante gris en general, pero en la mesa de información había una mujer muy guapa y agradable, con una mirada limpia, daba confianza. Ojalá se hubiera dedicado a la psicología, qué ganas de contarle cosas. Detrás de mí ha entrado un chico joven, deportista, llevaba las piernas depiladas, luego he oído que decía que era técnico en educación física o algo así, buscaba trabajo. Ha dicho que de inglés sabía lo básico. He imaginado su pequeño diccionario de inglés, stop, run, swimming pool, what your name, ball, game, match, jump... palabras así. Era guapo pero no como para besarle, por lo menos yo. Yo lo tendría en el salón, para pensar... qué amigo más atractivo tengo, qué estético en el sofá tomándose un zumo de naranja, pero nada más. Para conversar con él sobre su vida sana.




Estos días estaré en el apartamento, recuperándome, desintoxicándome de las palabrotas que no he dicho. Tal vez desconecte un poco. Aunque siempre acabo en el ciber rodeada de guiris rojos como gambas. Así conocí a Lucy. No encuentro aquellos mails. Qué lástima. Me contaba su viaje por estados unidos y yo imaginaba que aquellas hamburguesas de los chiringuitos de madera olian igual que las que comía lucy en san francisco.

Sofía y yo ya tenemos reservadas la vacaciones. Nos subiremos a 4 aviones. Hay tantas camas de hotel.



martes, julio 10, 2007

no dejes de tocar





Querido E.B,

Te mando un cigarrillo en el sobre para que puedas fumar. Tal vez te llegue un poco aplastado -a saber que es lo que les sucede a las cartas una vez las dejas en el buzón-
¿Estás mejor de lo de Teresa? no puedes estar eternamente pesando en ella. Tú sabes como todos los guapos que sonreír no es sexy, pero si sigues lanzando sillas por las escaleras voy a dejar de enviarte cigarrillos. El otro día nos acordamos de ti en la sección de sillas del Ikea. ¡Tiene gracia! Fuimos a comprar una mesa para la terraza y la estrenamos esa misma noche. Parecía que estábamos en Hawaii, eso dijo Sofía. ¿Sabes que el camión de la basura pasa hasta 3 veces por nuestra calle? Esa es una de las cosas importantes. La otra cosa importante es que el viernes estuvimos en un concierto que nos encantó. Era en el patio de una casa de 1904. Un lugar muy acogedor, con una fuente de piedra y un fresco sobre las cuatro estaciones, como tu pizza preferida. Nos sentamos en unas sillitas casi en primera fila y todo era como un sueño. La noche, la temperatura, la cerveza, la cara de los músicos mientras tocaban, las canciones napolitanas y Pietra que se secó el sudor con una toalla amarilla y se la dejó encima de los hombros como los boxeadores. Para que te hagas una idea, Pietra Montecorvino es como Pj Harvey pero en italiano y cantando Oh Sole Mio. Otra fórmula es sumar Maria del Mar Bonet + Patti Smith. ¿ya?
El público era un poco aburrido, eso sí. Apenas éramos 50 personas, el patio no daba para más. Había una adolescente con pantalones de hilo, un niño con gafas, tres chicas entre rubias y castañas, un chico -estaba sentado a mi lado- que tenía pinta de cartero, cuatro o cinco abuelitas y un montón de parejas de cincuentones de los que siguen la agenda cultural a rajatabla. En la primera fila, una mujer daba palmadas siguiendo la canción, pero nadie la acompañaba, ya sabes, esa situación tan incómoda, cuando tus manos son las únicas que siguen el ritmo. Pero lo hacía con rabia y tesón, como si le fuera la vida en ello. Creo, sinceramente, que todo aquello de las palmas era una venganza personal de la mujer hacia el marido, que estaba a su lado con los brazos cruzados como si el concierto no fuera con él. O como si su mujer no fuera con él, no sé.
Ewan, aún no he aprendido a puntuar como es debido, ya sabes, ni una ”coma” en su sitio. Leyendo el primer capítulo de mi novela me quedo sin aire en el primer párrafo. ¿Crees en las apneas literarias?
Aunque me parezca la expresión más triste del planeta, cuidate, y no dejes de tocar el piano.

Paola V.

p.d. es un nobel, es que no quedaba camel. sorry


jueves, julio 05, 2007

la mesa



Pietra Montecorvino se peina tan bien como yo. Será fantástica la noche de verano, como el día de ayer, un miércoles imposible. Como el de las películas de Elvis: cuando queda con la chica y pasan el día juntos y dan una vuelta en helicóptero, practican sky acuático, hacen malabarismos subidos en una vespa, luego montan a caballo, nadan en la playa, toman el sol... Me refiero a esos días.

Me alivian las noches. Prefiero la noche al día. Ojalá pudiera vivir de noche , o muy temprano, cuando aún no hay nadie. Durante estas vacaciones voy a hacerlo todo pronto. Voy a levantarme a las 8 y a las 9:30 iré a la playa, a la cala de los millonetis -antes de que la invadan- y me bañaré sola. Luego, cuando empiece a venir gente me iré a la piscina y me tumbaré hasta que suban todos. Entonces me iré a casa a ducharme. No tengo ganas de ver a nadie. Por la tarde, después de comer, con el café, escribiré algo o leeré. A las siete y media, o a las ocho, iré a la playa grande y escucharé música. Ojalá haga todas estas cosas. Y después, cuando ya hayan pasado dos semanas, nos iremos juntas.

Me he imaginado en la casa del fin del mundo. Las cortinas blancas. Fuera hay una mesa de madera y dos sillas viejas. Como aquella que pinté.
Acabo de descubrir qué pintaba. Qué era lo que yo pintaba. Era la mesa de la casa! El mantel se fue volando como en la canción!

martes, julio 03, 2007

paola junior

Todo esto lo pienso mientras camino, pero lo escribo sentada. Creo que alguien me está vampirizando. La última vez sospeché de una vecina. Pero se mudó. En mi calle siempre están de mudanzas, no es gente que eche raíces. Todos acaban yéndose a urbanizaciones. Luego viene que si la niña quiere una moto para ir a comprar el pan; que si la piscina está sucia, que si yo no sabía que una piscina nos iba a dar tanto gasto; que si el césped no crece igual por todas partes; que si el trébol es más práctico. Bueno.

Nos hemos inventado una hija imaginaria. Como es imaginaria sólo la tenemos cuando nos apetece, es muy práctico (más que las piscinas). El otro día nos la llevamos a comer. Nos apetecía. Yo le dije: "¿vamos a buscar a la mama y nos vamos a comer?" Y ella me dijo "sííí". Un sí largo de niña. Se llama Paola como yo. Yo la llamo la nena. A sofía le da mucha rabia que la llame "la nena", pero a mí me encanta. Tiene los ojos de ella y el pelo también, mío tiene lo demás en general. Es de las dos. Nació el 22 de junio de hace dos años y medio.
La nena se pidió canelones. Yo salmón. Sofía bacalao.

Después de comer, fuimos al supermercado del corte inglés. Era domingo pero estaba abierto, y como queda cerca de casa. Montamos a Paola en el carrito. En ese sillín que llevan. Únicamente queríamos comprar limones y menta fresca.

Luego, a las seis y pico, dejamos de imaginarnos a Paola... Sofía se puso a tocar la guitarra eléctrica a toda caña, yo me puse tonta con los mojitos. En fin, que no era momento para tener niñas en casa.