La realidad no se corresponde enteramente con mis deseos.
Debo ajustar mis expectativas, o anularlas del todo y correr un tupido velo.
A Croqueta, la perri, también le pasa. Le gustaría pasear todos los días por la playa a las 12 de la mañana.
Me propuse ayer que cada día fuera singularmente especial, de repente tengo prisa por llenar los silencios. Hoy ha sido el día "especial" (me estoy esforzando) en el que he hablado con un brasileño mientras me fumaba un piti en la plaza universitat; llevaba 23 años viviendo aquí; en concreto, en el Raval. Me ha dicho que los catalanes somos leales (no sé a qué ha venido eso). Hoy también ha sido el día en el que me he enamorado de la dependienta de una librería. Prefiero llamarla librera. Lo primero que me ha gustado de ella ha sido su forma de aparecer tras el mostrador, un hola de repente, como cuando abres una lata de cerveza. Lo segundo, su acento de las baleares. Lo tercero, que me ha recomendado una novela de Carson McCullers con brillo en la mirada.
Se me cierran los ojos. ¡Qué día tan singular!