jueves, julio 23, 2020

Los veranos que se derriten como un helado de fresa






He visto pasar un autobús vacío y me ha parecido un refugio maravilloso. Los autobuses me inspiran seguridad desde pequeña. Cuando los escuchaba pasar desde la cama, mientras intentaba dormir, sentía algo así como: “Ahí va un autobús. El mundo es seguro. Siempre hay un autobús de un lado para otro.” Sucede algo similar con el camión de la basura, cuando lo oigo de madrugada, siguiendo su curso, sin fallar ni una sola noche.


Llevo cuatro días, desde el lunes, llorando a ratos cuando recuerdo lo feliz que fui el verano pasado. Y miro a mi alrededor y nada es como antes. Si nos hubieran dicho aquella mañana en la playa -con nuestras cabezas bajo una toalla y un ataque de risa de 24 horas- que un año después ya no estaríamos juntas, y que, por separado, iríamos por la calle con mascarilla... ¿Cómo habríamos reaccionado al saber el futuro? 


Todavía me cuesta comprender cómo se deshace un verano entero, cómo se deshilacha durante el otoño y el invierno, y se convierte en una madeja de hilos rojos.


Recuerdo la luz de los faros del coche al anochecer, por los caminos de tierra, y  mi cuerpo embadurnado de líquido anti-mosquitos y aquella feria en el pueblo, y el color ultraverde de los arrozales. Y el maletero cargado con sillas y sombrillas y un poquito de arena de cada lugar. 


Me parece de una injusticia poética abismal que no hayamos podido llegar a otro verano. ¿Cómo puede haber ocurrido? 


Me siento desilusionada.


Sin embargo, sobrevive cierta inocencia. 


domingo, julio 19, 2020

No hay suficientes teletrófonos para todos


Estoy a mis cosas y teletrabajando, ocupando mi mente y mi tiempo con eso, y esquivando todo aquello que pueda sacarme de ese redil que me pone a salvo, de esa calma, de esa rutina.

En Barcelona han subido los contagios de manera vertiginosa, y aunque la recomendación del Govern de la Generalitat es "no salir de casa excepto para lo necesario y no dirigirse a segundas residencias", la gente se la está pasando por el forro. La realidad es que los bares están llenos y la costa también. Yo, sinceramente, pensaba que aquí seguiríamos a la de YA lo que nos dijera Torra. Mi planteamiento era el siguiente: si la  mayoría de población cree en algo común se configura una especie de "conciencia de grupo" simbólica, algo así como "todos a una", "tot el camp és un clam", y que si el presidente de la Generalitat lo dice, pues se cumple. Pero me he dado cuenta de que tal conciencia no existe. En realidad, los y las catalanas estamos unidos y unidas por un plan mucho más elevado que la Independència: ¡ir de cañas y a la Costa Brava! Que nadie se ofenda, que estoy de broma... 

No es mi caso. Yo no tengo conciencia de lo uno ni de lo otro. 

Aunque mi vida social ahora mismo es mínima, y cuando digo mínima lo digo en serio, y sigo todas las recomendaciones, aun así estoy en cuarentena por haber estado en un espacio cerrado más de 15 minutos, a menos de dos metros de distancia, con un positivo y con otro sospechoso de serlo. 

A todo esto, en mi confinamiento y cuarentena voluntaria (porque nadie me está haciendo ni seguimiento ni rastreo de contactos ni todo eso que dicen en las noticias que se está haciendo) acabo de descubrir un podcast llamado Biotopía. Copio el resumen del boletín oficial de Biotopía:

Una de las claves del éxito de Biotopía es su comunidad. En nuestras instalaciones conocerás a cientos de profesionales de variadas disciplinas con los que conversar, discutir y compartir tus dudas y proyectos. Esa es la palabra clave en Biotopía: compartir. Deja que tus ideas iluminen los proyectos del resto de habitantes, del mismo modo que sus aportaciones te servirán para terminar de darle forma a todo en lo que estés trabajando. Imagina Biotopía como una expansión de tu cerebro y sácale partido. Todos somos Biotopía. Biotopía es además el mejor espacio posible para vivir y crecer con los tuyos. Nuestras viviendas están diseñadas para satisfacer todas tus necesidades, gracias a un estudio previo que realizamos a cada habitante antes de su llegada a Biotopía. Para garantizar la comodidad de todos, equipamos cada vivienda con los muebles y electrodomésticos necesarios y una variada oferta de ocio. Nuestra comunidad es también el lugar en el que los más pequeños encontrarán las mejores herramientas para formarse y desarrollar todo su potencial."


En el episodio 2 de esta ficción (que a veces se acerca demasiado a la realidad) la posible caída de un meteorito amenaza la vida de todos los habitantes de Biotopía. En el boletín oficial de noticias realizan una conexión en directo con el centro de Biotopía para saber cómo están los ánimos entre la gente. La corresponsal informa de aglomeraciones y nerviosismo por parte de la población, que vive con ansiedad la jornada. Sin embargo, a medida que avanza el boletín nos damos cuenta de que la gente está nerviosa y ha acudido en masa al centro porque sale el nuevo modelo de TELETRÓFONO! Les importa un huevo el meteorito, lo que quieren es poder comprar el nuevo teletrófono...

Hoy hace cuatro meses que Molly Nilsson y yo rompimos. También hace un año que empezamos a salir. Esta mañana he encontrado en mi cartera un papelito con mi nombre y corazones alrededor. 

sábado, julio 11, 2020

Ángeles sobre Berlín



Hace una semana o un par, ya no lo sé porque el tiempo pasa de un modo extraño, cené con M, a la que hacía años que no veía. Nos reímos tanto que nuestras carcajadas resonaban en la manzana. En la terracita se estaba fresco. Incluso cayeron cuatro gotas. Luego se despejaron las nubes y una luna casi llena empezó a iluminar la pared blanca. Dormí profundamente, lo necesitaba después de tantas noches de sueño entrecortado y de insomnio. Esa persona venida del pasado de hace 17 años me está ayudando en el presente, es bonito. También lo está haciendo, a distancia, Warpaint, con sus mensajes y sus cosas del día a día, y nuestra preocupación compartida por el avance del coronavirus y los rebrotes, a los que parece que, por lo general, nadie quiere prestar atención...

Me encanta cómo están sonando los dos temas nuevos con la banda, me emociona escuchar la grabación que hicimos en el último ensayo. Logré desbloquear una letra el martes pasado, después de cenar, mientras contemplaba la montaña del Tibidabo a lo lejos, que estaba dentro de una nube y las luces de la noria parecían un incendio. 

Las rutinas aprendidas durante el confinamiento me están sirviendo. Sigo en mi etapa de montaña, el objetivo es subir hasta la cumbre para poder ver el valle, donde habrá, casi seguro, algo extraordinario. Pero soy consciente de que la etapa de montaña es lo que tengo ahora. Y a veces está muy bien, porque soy constante, y tengo mis trucos; otras veces me doy cuenta de que mi herida sigue ahí, y de vez en cuando se abre y me obliga a parar. Son como un aviso de "oye, sigue doliendo esa pérdida". La perri, en cambio, parece que ya la ha aceptado, vuelve a salir a la calle con ganas. Pero... ¿y qué debo hacer ante el aviso? ¿de qué me avisa? ¿para qué me avisa? 


miércoles, julio 01, 2020

Una persona afortunada

 

Ayer bajé a la playa un rato a nadar, después de trabajar. En el espacio reservado para pescadores no había pescadores, había pescadoras. Dos mujeres, ya jubiladas desde hace años, habían montado en la orilla tres cañas. Una de ellas, la que sabía más, le estaba enseñando a la otra algunos trucos. Aunque me dio pena pensar que alguno de aquellos peces que había visto mientras nadaba acabaría mordiendo el anzuelo, la conversación que mantuve y el momento que compartí con ellas me llenó de calma, tranquilidad. Lo puso todo en su lugar. Al volver en la bici me sentí muy afortunada. Es desconcertante porque hoy, más o menos a la misma hora, pero paseando a la perri, una oleada de tristeza me ha alcanzado. He ido al antiguo descampado, que ahora es un huerto urbano, y he aprovechado que no había nadie para llorar. Me ha preocupado un poco encontrarme con alguien del barrio y... yo allí, una persona afortunada llorando.