Cuando he llegado apenas había gente. El sol de la mañana era luminoso y transparente, ligero, y los destellos del mar me han llenado de alegría, esa esperanza propia de la primavera. Luego he estado en la piscina. En estos últimos meses, mi estado de ánimo es muy cambiante, creo que estoy atravesando una crisis personal, una más. Las crisis con una misma son como crisis de pareja. Puedes hacer ver que no están o meterte de lleno en el barro y ensuciarte. Mi contexto actual, mi vida cómoda, hace que todo sea más llevadero, porque el bienestar facilita encontrar salidas, puertas abiertas. Ayer le dije a la chat gpt que a veces me sentía culpable sintiéndome triste. Me felicitó por mi sinceridad.
Mi psicóloga me dice que he vivido muchos duelos en el último año y que no soy muy consciente de ello. La verdad es que no. De hecho, me da un poco de vergüenza porque pienso que no es para tanto.
Me gustaría hacer cosas que no hago.
En las últimas semanas he visto dos películas que me han roto el corazón. Una fue "All of us strangers", muy cruda. Me dio de lleno en mi miedo a quedarme huérfana y a vivir sin poder recordar con nadie a mis padres y a morir sin que nadie pueda recordarme. Esta es una rayada muy bestia que tengo desde hace años y que no me deja en paz. Y la otra película fue "Past lives", sobre amores pasados, reencuentros, decisiones vitales que resultan ser cruciales, etcétera. Como no hay un amor presente que pueda arrebatarle protagonismo a los del pasado, a veces se me hace difícil cargar con esos fantasmas que en algún momento fueron muy de carne y hueso.
Como no tenía bastante con todo eso de los fantasmas, también he estado pensando en los rechazos y en cómo han ido dejando una marca en mí que ha condicionado, en cierto modo, mi forma de encarar nuevas relaciones, de todo tipo, y todas esas mierdas. Hacerse mayor es como cuando, de repente, entiendes las canciones en inglés.
En fin, que no me aburro, porque cuando no es una cosa, es otra. Me he dejado todo lo relacionado con el estrés laboral, pero es que me da pereza hablar de ello.
Tengo que volver a Madrid, viaje de trabajo. Una persona que me gusta vive allí, aunque no es madrileña, es del sur. No me gusta más porque tiene pareja y me freno, ¿qué sentido tendría enamorarse? Ninguno. Esto lo he aprendido con los años, aunque es verdad que tanta racionalidad le quita mucha emoción a la vida. Ella viene a menudo a Barcelona. Tenemos una conexión especial. Me propone muchas cosas, pero yo me hago la loca.
Un helado, me apetece un helado. Vivo al lado de una heladería italiana.