martes, diciembre 16, 2025

Unas tristeza que no se parece a otras

Mi padre murió hace un mes, de madrugada. 
Mi madre y yo le estábamos dando la mano cuando dejó de respirar. 
Puse mi cabeza en su pecho para sentir su corazón. 
Mi madre me preguntó si se escuchaba algún latido. 
Mi perra le olió la cara y se tumbó encima de él, mirándome. 
Lo abrazamos hasta que vinieron a llevárselo. 

Vi cómo lo sacaban de casa por la puerta. 
Fui tras la camilla para acompañarlo, 
no quería dejarlo solo en su última vez en la calle de casa. 
El furgón aparcó donde yo suelo dejar mi coche, 
al lado del árbol. 
Me sentí muy pequeña y sola
en la acera
viendo marchar a mi padre para siempre. 
Era una mañana muy fría. 

Pude leer unas palabras en la ceremonia. No sé cómo. Estuve todo el tiempo pensando en que tenía que subir a leer y que no podía ponerme a llorar. Vino mucha gente. Amigos de mi padre. Familia. Vino mi tía del pueblo y mis primas. Vinieron amigas mías. Vinieron compañeras de trabajo. Vinieron amigas de mi madre. Me emocionó mucho una corona de rosas blancas, grandiosa, que enviaron de mi trabajo. No me lo esperaba. Pensé que mi padre se sentiría muy orgulloso.

...

Estas últimas semanas han sido extrañas. Los quince primeros días solo pensaba en que quería vivir todas las alegrías que se fueran cruzando por mi camino, cabalgar tras ellas. Dejé de tener miedo. O casi.

Todo eso mezclado con una tristeza silenciosa y del alma. Una tristeza que no se parece a otras. No es como cuando te deja tu novia; no es que como cuando te enamoras de alguien que no te quiere igual; no es como cuando le haces daño a alguien sin querer; no es como cuando pierdes algo que deseaste mucho; no es como cuando echas de menos a un amor; no es como cuando se acaba un sueño que tuviste; no es como cuando te sientes perdida. Esta es una tristeza pura, sin aditivos, transparente. Se lleva dentro mientras cabalgas tras las alegrías salvajes, o mientras lo intentas.

Estos días he sentido el calor y el amor de muchas personas. Me reconfortan todos esos gestos de cariño, no son en vano, los aprecio, son una llama que prende. 

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