Esta mañana estaba cerrado el quiosco del metro. Me gustaba pasar y leer las portadas. Era la parrilla de salida, todos calentando motores en las escaleras mecánicas, arreglándonos el abrigo, sonándonos los mocos. De la persiana cuelga un cartel en el que pone "se traspasa" De alguna forma, yo también estoy "en traspaso". Al quiosco y a mí nos esperan nuevos futuros.
He pensado en la mujer del quiosco, que llevaba una bata azul, como de encargada de almacén. Ella siempre ponía algún cd del "top manta" de en frente. Se habían hecho amigos. Ella y el vendedor ambulante de cd's piratas. Quizás tenían alguna aventura amorosa entre las revistas de cotilleos y las de viajes, y se han fugado juntos. Seguro que la mujer del quiosco le decía "tócamela otra vez", influenciada por los coleccionables de cine clásico y él...bueno, él estaba influenciado por el cine porno.
Hoy no estaba el caballito de plástico que daba vueltas encima de una caja y que se vendía a 6 euros en el quiosco. Al principio me parecía un juguete muy triste, con una especie de alma por la que sentir compasión, aunque al final, me había acostrumbrado a verlo cada día y creo que cumplía su misión con dignidad, el caballito daba vueltas y vueltas, sin detenerse. La última vez que te ví, y que te dije un adiós así como poco importante, el caballito seguía girando. Después estábamos en el andén, cada una en el suyo, direcciones opuestas, pero yo deseaba estar contigo como la primera vez que te besé y tu te ibas despacio contra la pared y yo pensaba que se te debía estar estrujando lo que llevaras en la mochila. Después te dije "perdona", porque queda bien, aunque sabía que te había gustado porque tu corazón no latía, daba martillazos.
Mi abuela está muy preocupada por la crisis de los quioscos, dice que es culpa de los periódicos gratuitos, que desde que han salido, al hijo de la Carmen, que de toda la vida lleva el quiosco de la calle, le va mal el negocio. Me daría mucha pena que el quiosco del hijo de la Carmen cerrara, porque allí me compraba los cromos, los tebeos de superlopez y mis primeros libros. Una vecina de mi abuela, la del segundo, que le tiene mucha manía a la Carmen por un lío de cuernos de hace años, se dedica a bajar por la mañana a repartir por los buzones un ejemplar de uno de los diarios gratuitos (va expresamente a buscarlos a la boca de metro) Mi abuela dice que es para que no tengan que ir a comprar la prensa al quiosco del hijo de la Carmen. A veces me gustaría tener ese tipo de mala baba...
He pensado en la mujer del quiosco, que llevaba una bata azul, como de encargada de almacén. Ella siempre ponía algún cd del "top manta" de en frente. Se habían hecho amigos. Ella y el vendedor ambulante de cd's piratas. Quizás tenían alguna aventura amorosa entre las revistas de cotilleos y las de viajes, y se han fugado juntos. Seguro que la mujer del quiosco le decía "tócamela otra vez", influenciada por los coleccionables de cine clásico y él...bueno, él estaba influenciado por el cine porno.
Hoy no estaba el caballito de plástico que daba vueltas encima de una caja y que se vendía a 6 euros en el quiosco. Al principio me parecía un juguete muy triste, con una especie de alma por la que sentir compasión, aunque al final, me había acostrumbrado a verlo cada día y creo que cumplía su misión con dignidad, el caballito daba vueltas y vueltas, sin detenerse. La última vez que te ví, y que te dije un adiós así como poco importante, el caballito seguía girando. Después estábamos en el andén, cada una en el suyo, direcciones opuestas, pero yo deseaba estar contigo como la primera vez que te besé y tu te ibas despacio contra la pared y yo pensaba que se te debía estar estrujando lo que llevaras en la mochila. Después te dije "perdona", porque queda bien, aunque sabía que te había gustado porque tu corazón no latía, daba martillazos.
Mi abuela está muy preocupada por la crisis de los quioscos, dice que es culpa de los periódicos gratuitos, que desde que han salido, al hijo de la Carmen, que de toda la vida lleva el quiosco de la calle, le va mal el negocio. Me daría mucha pena que el quiosco del hijo de la Carmen cerrara, porque allí me compraba los cromos, los tebeos de superlopez y mis primeros libros. Una vecina de mi abuela, la del segundo, que le tiene mucha manía a la Carmen por un lío de cuernos de hace años, se dedica a bajar por la mañana a repartir por los buzones un ejemplar de uno de los diarios gratuitos (va expresamente a buscarlos a la boca de metro) Mi abuela dice que es para que no tengan que ir a comprar la prensa al quiosco del hijo de la Carmen. A veces me gustaría tener ese tipo de mala baba...
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