1. f. Tristeza vaga, profunda,
sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no
encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.
Son las ocho de la mañana y ya estoy triste. Tengo una tristeza madrugadora.
Quién sí se ha ido a un viaje larguísimo, de esos que a veces te cuentan cuando eres pequeña y se escapa el perro y no vuelve nunca más, es Giulia. Y yo creo que me quiero ir con ella.
De hecho, esas seis letras y la luz que desprendían ya sólo está en algunos recuerdos y en las palabras escritas. Algunas de esas historias se van a publicar en un libro, así que el reflejo de ese enamoramiento al que llamé Giulia, podría perdurar en el tiempo. Quién sabe, quizás alguien guarde ese libro muchos años y nos lea, como resucitándonos. El lector Frankenstein.
Ahora hay una chica, casi desconocida para mí, que tiene una voz y una cara similar a la de Giulia, pero parece más delgada y cansada. Ya no la tiene dentro. Es una lástima que hayamos perdido las dos, la desconocida y yo, a Giulia. Quizás sólo estaba en mi interior.
Siento tanta nostalgia que me da hipo, como si me bebiera un vaso de agua mal bebido. Es un engorro esto de olvidar. ¿No hay pastillas para eso? menuda mierda. Me tumbo en la cama y saltan pequeños trozos de espejo roto, deslumbrándome con cosas pasadas. Y lloro muchísimo, hasta que el corazón empieza a latir rápido y noto como se me hinchan los labios, y a la vez es una sensación parecida a cuando estás a punto de besar a alguien.
La rabia es como tener una caja dentro llena de cohetes y fuegos artificales. Una vez desatas la cuerda que la cierra, explota. Lo que hay en su interior se parece a la porquería que baja por un río de ciudad cuando llueve. Condones, compresas, bolsas de plástico, latas viejas, neumáticos... y agua turbia, muy turbia. Me hiere.
Ahora hay una chica, casi desconocida para mí, que tiene una voz y una cara similar a la de Giulia, pero parece más delgada y cansada. Ya no la tiene dentro. Es una lástima que hayamos perdido las dos, la desconocida y yo, a Giulia. Quizás sólo estaba en mi interior.
Siento tanta nostalgia que me da hipo, como si me bebiera un vaso de agua mal bebido. Es un engorro esto de olvidar. ¿No hay pastillas para eso? menuda mierda. Me tumbo en la cama y saltan pequeños trozos de espejo roto, deslumbrándome con cosas pasadas. Y lloro muchísimo, hasta que el corazón empieza a latir rápido y noto como se me hinchan los labios, y a la vez es una sensación parecida a cuando estás a punto de besar a alguien.
La rabia es como tener una caja dentro llena de cohetes y fuegos artificales. Una vez desatas la cuerda que la cierra, explota. Lo que hay en su interior se parece a la porquería que baja por un río de ciudad cuando llueve. Condones, compresas, bolsas de plástico, latas viejas, neumáticos... y agua turbia, muy turbia. Me hiere.
Quiero ir a buscar a Giulia al mundo invisible. No quiero echarla de menos ni un día más.
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Si tuviera una hermana, me gustaría que fuera Recko Ning. Ella escribiría Las Uniones Posibles. Y yo contaría historias sobre hermanos.
(Hoy no funciona el casposo)
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