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El videoclub de la otra calle siempre está abierto. Está abierto todos los días y a todas horas. Los domingos también, incluso pasadas las doce. Allí está la chica del videoclub, pelirroja pero sin pecas. Suele estar ordenando películas o bebiendo café en vasos de plástico. Hoy ha cerrado cinco minutos, sólo cinco, y ha vuelto con un vaso humeante.
Si un día estás solo, no necesariamente triste, acuérdate del videoclub, siempre hay alguien. Y siempre está abierto.
Hay una caja llena de pósters... pósters de promoción de las películas. Están enrollados y no puedes saber qué poster es hasta que no sacas el rollo de la caja y lees el título escrito a mano en rotulador verde. Sofía me ha dicho: "Mientras hago la cola para pagar, ve allí y prueba. A ver si tienes suerte." Sólo tengo tres intentos para sacar el póster que buscamos. Es una regla que nos inventamos un día, una regla cualquiera que tenemos que seguir y no se vale hacer trampas. Hoy tampoco lo he encontrado pero el próximo día tendremos tres intentos más.
Si un día estás solo, no necesariamente triste, acuérdate del videoclub, siempre hay alguien. Y siempre está abierto.
Hay una caja llena de pósters... pósters de promoción de las películas. Están enrollados y no puedes saber qué poster es hasta que no sacas el rollo de la caja y lees el título escrito a mano en rotulador verde. Sofía me ha dicho: "Mientras hago la cola para pagar, ve allí y prueba. A ver si tienes suerte." Sólo tengo tres intentos para sacar el póster que buscamos. Es una regla que nos inventamos un día, una regla cualquiera que tenemos que seguir y no se vale hacer trampas. Hoy tampoco lo he encontrado pero el próximo día tendremos tres intentos más.
"Italianos", exposición de Bruno Barbey.
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