He cerrado los ojos y me ha parecido no ver una carretera de tierra ante mí. La imagen se ha esfumado y en su lugar: una cama con un chico dentro y una serpiente a su lado. He intentado seguirle la pista al recuerdo pero no daba más de sí. Una carretera de tierra y piedras. Un coche. Conduzco yo. Y ya está.
Ahora me voy a vestir. He quedado con Sofía. Se lo conté todo por teléfono. Estaba bastante preocupada debido a mi actitud, claro. Mi extraña actitud. Fue fácil, muy fácil. Cualquier ejército en guardia se desarmaría ante la voz de esa chica... Y lo mejor de todo es que no se sentiría vencido como en una derrota, no, todo lo contrario, se alzaría de nuevo, abriría los pulmones, abriría las manos y comprendería que aquello es el triunfo, la victoria.
Me tengo que ir. Hemos quedado a las 17:00. No sé si soy puntual. Estoy nerviosa.
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