Estaba recordando el verano que fui camarera. Un buen verano, claro que sí, aunque en aquel momento no supe valorarlo.Trabajaba disfrazada de mexicana con un vestido blanco de algodón, fresquísimo, con escote barco, de biodramina, un delantal de colores llamativos, y por supuesto, un sombrero mexicano pero de chica. Siempre lo llevaba colgado pero nunca puesto porque hacía calor. Como complementos: un collar de cuenta rojas y una flor en el pelo. No supe valorarlo.
Era mi primer verano con coche. Subía y bajaba por las carreteras del cabo conduciendo con las ventanillas abiertas. Me gustaba tanto, ni un pelo en su sitio. Mi disfraz de camarera iba en el asiento de atrás colgado en un percha y protegido con un plástico. Algunas veces me lo ponía en casa, sobre todo cuando iba justa de tiempo. Un mediodía, la flor del pelo se fue volando por la ventanilla. No recuerdo que canciones escuchaba pero cantaba en voz alta.
Me levantaba a las ocho y media. Planchaba el vestido de repuesto y ponía la lavadora con el del día anterior. Desayunaba. A las diez me iba a la piscina a nadar y a tomar el sol hasta las doce. Luego me iba y comía en el trabajo por un euro y medio, bueno, no sé si ya exístian los euros. A las dos empezaba mi turno. Mi compañero y yo nos sabíamos el disco de rancheras de memoria y también todas las canciones que cantaban los mariachis en el espectáculo. Algunas veces nos sacaban a bailar, pero a mi me daba vergüenza. Siempre me ha costado adaptarme en los trabajos. Los mariachis eran bastante simpáticos, con sus guitarrones a cuestas.
A las siete me iba. Antes me cambiaba en el vestuario. De vuelta, la playa estaba casi vacía. A las siete y media siempre es domingo en la playa. Domingo de vacaciones. Es un buen momento. El sol es espeso, se vuelca.
Este fin de semana vimos una película muy bonita por casualidad. Nos levantamos tarde y desayunamos a las dos. Nos bajamos a las cuatro menos cinco a ver si daban algo en el cine y entramos a ver Avril porque nos gustó el cartel. Es una película muy estética y muy de verano. No había nadie en la sala cuando entramos. Yo le hice un gesto al señor que pone la película para que ya no esperara más rato y la pusiera, y me hizo caso. Luego entró una mujer sola y sentó en nuestra fila. Quería estar acompañada, seguramente.
No me gusta explicar de qué van las películas.
Era mi primer verano con coche. Subía y bajaba por las carreteras del cabo conduciendo con las ventanillas abiertas. Me gustaba tanto, ni un pelo en su sitio. Mi disfraz de camarera iba en el asiento de atrás colgado en un percha y protegido con un plástico. Algunas veces me lo ponía en casa, sobre todo cuando iba justa de tiempo. Un mediodía, la flor del pelo se fue volando por la ventanilla. No recuerdo que canciones escuchaba pero cantaba en voz alta.
Me levantaba a las ocho y media. Planchaba el vestido de repuesto y ponía la lavadora con el del día anterior. Desayunaba. A las diez me iba a la piscina a nadar y a tomar el sol hasta las doce. Luego me iba y comía en el trabajo por un euro y medio, bueno, no sé si ya exístian los euros. A las dos empezaba mi turno. Mi compañero y yo nos sabíamos el disco de rancheras de memoria y también todas las canciones que cantaban los mariachis en el espectáculo. Algunas veces nos sacaban a bailar, pero a mi me daba vergüenza. Siempre me ha costado adaptarme en los trabajos. Los mariachis eran bastante simpáticos, con sus guitarrones a cuestas.
A las siete me iba. Antes me cambiaba en el vestuario. De vuelta, la playa estaba casi vacía. A las siete y media siempre es domingo en la playa. Domingo de vacaciones. Es un buen momento. El sol es espeso, se vuelca.
Este fin de semana vimos una película muy bonita por casualidad. Nos levantamos tarde y desayunamos a las dos. Nos bajamos a las cuatro menos cinco a ver si daban algo en el cine y entramos a ver Avril porque nos gustó el cartel. Es una película muy estética y muy de verano. No había nadie en la sala cuando entramos. Yo le hice un gesto al señor que pone la película para que ya no esperara más rato y la pusiera, y me hizo caso. Luego entró una mujer sola y sentó en nuestra fila. Quería estar acompañada, seguramente.
No me gusta explicar de qué van las películas.
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