Un borracho está sentado en el porche de una de esas casas para pobres construidas con la peor madera de Missisipi. El borracho sostiene una botella vacía en su mano izquierda, y aunque no lo parezca, está esperando a que nazca su primer nieto. Es una noche importante. Su hijo Vernon de 17 años ha dejado embarazada a una guapa mujer de sangre cherokee.
A las cuatro de la madrugada, después del silencio: un grito. El borracho deja caer la botella y entra en la casa tambaleándose. Baja la luz del quinqué y se acerca al recién nacido. Le acaricia la barriguita y le dedica arrumacos con sus manos temblorosas. Vernon, el padre de la criatura, se levanta demasiado triste para estar furioso...
- Apártese padre. ¿Es que no se da cuenta? El niño ha nacido muerto... Mi bebé está muerto...
Vernon se echa a llorar como un león vencido.
El médico que asiste el parto despide la fúnebre función guardando su instrumental en el maletín. La comadrona limpia con paños en agua caliente a la mujer que acaba de parir. Pañuelos de despedida. Aún así, la madre sigue empujando, porque de eso se trata, de empujar, ¿no? A ver si aparece otro niño...y nos salva de esta noche tan triste, le enseñamos a ir en bicicleta, le curamos las rodillas...
Al cabo de unos minutos, el médico exclama "Jesús!", al ver que un nuevo niño, nadador solitario, aparece entre las piernas de su mamá y cruza la frontera del origen del mundo... quién sabe si para ser un buen hombre o un hombre sin escrúpulos o las dos cosas a vez.
O tal vez una estrella del rock'n'roll.
Así es como el 8 de enero de 1935, a las 4 de la madrugada nació y murió el inocente Jesse Garon. Y así fue como 35 minutos después, su gemelo, Elvis Aaron Presley, vino al mundo.
Mi padre dice que "amén".
A las cuatro de la madrugada, después del silencio: un grito. El borracho deja caer la botella y entra en la casa tambaleándose. Baja la luz del quinqué y se acerca al recién nacido. Le acaricia la barriguita y le dedica arrumacos con sus manos temblorosas. Vernon, el padre de la criatura, se levanta demasiado triste para estar furioso...
- Apártese padre. ¿Es que no se da cuenta? El niño ha nacido muerto... Mi bebé está muerto...
Vernon se echa a llorar como un león vencido.
El médico que asiste el parto despide la fúnebre función guardando su instrumental en el maletín. La comadrona limpia con paños en agua caliente a la mujer que acaba de parir. Pañuelos de despedida. Aún así, la madre sigue empujando, porque de eso se trata, de empujar, ¿no? A ver si aparece otro niño...y nos salva de esta noche tan triste, le enseñamos a ir en bicicleta, le curamos las rodillas...
Al cabo de unos minutos, el médico exclama "Jesús!", al ver que un nuevo niño, nadador solitario, aparece entre las piernas de su mamá y cruza la frontera del origen del mundo... quién sabe si para ser un buen hombre o un hombre sin escrúpulos o las dos cosas a vez.
O tal vez una estrella del rock'n'roll.
Así es como el 8 de enero de 1935, a las 4 de la madrugada nació y murió el inocente Jesse Garon. Y así fue como 35 minutos después, su gemelo, Elvis Aaron Presley, vino al mundo.
Mi padre dice que "amén".
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