Un buen flautista debe saber soplar con precisión, ser capaz de situarse frente a una vela y lanzar el aire en su justa medida hasta conseguir que baile la llama. Pero jamás, jamás, jamás dejará que se apague. Si eso sucede significará que ha soplado demasiado y que todos sus esfuerzos han sido en vano. Se quedará a oscuras.
Me pregunto si lo estaré haciendo bien contigo.
Me pregunto si lo estaré haciendo bien contigo.
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