"Tengo aquí una sensación maravillosa. La Tierra es muy bonita", le dijo uno de los astronautas chinos a su mujer por vídeo conferencia desde el espacio.
Qué bonito ser astronauta, o mejor aún, taikonauta, y salir en la TV vestido de astronauta, mientras todo el mundo aplaude y grita tu nombre.
Y que un montón de gente se desplace desde de sus casas,
sus hogares,
sus hogares,
hasta el lugar del lanzamiento de la cápsula
para despedirse de ti
con dos besos en la mejilla
y un abrazo muy fuerte y ridículo
porque quiere ser tan grande
que se pierde en la intención.
¿Y si no vuelven a verte nunca más?
Los astronautas chinos sí han vuelto, y nada más salir de la cápsula los han sentado en unas sillas de cámping, debían estar cansados de dar vueltas en esa especie de escafandra gigante y espacial. Les han regalado ramos de flores como a Elvis en el concierto de Hawaii y luego se los han llevado levantando la silla a pulso (un gesto primitivo para contrarrestar tanta parafernalia futurista)
Han aterrizado en un desierto.
Creo que mañana daré una vuelta por la playa antes de comer.
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