Por las mañanas, más o menos temprano, a eso de las 8:20, hay tranquilidad en el parque y en el tanatorio. Cuando cruzo bajo la arboleda siento que estoy en un lugar distinto durante unos minutos, en un lugar mejor, O en otro, en otro lugar. Me alivia. Se desdibuja lo de alrededor, me desdibujo yo, los demás, y solo queda algo verdadero.
Minutos antes paso frente al tanatorio y pienso en mi muerte y en cómo será. En si ocurrirá dentro de mucho tiempo o, por el contrario, en pocos años o en unos meses, o en días. No me angustia pensarlo, es algo que ocurrirá sí o sí.
Nuestra propia muerte es la única que no debe angustiarnos. No deja de ser la última esperanza.
ResponderEliminarY que lo digas... Sí o sí. En vez de angustia, me da cierta paz pensar que la muerte es algo inevitable, fíjate.
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