viernes, mayo 04, 2018

El amor a primera vista detrás de una guitarra y un micro




La noche del primer concierto tuve un flechazo con una chica que me miraba. Me miró fijamente durante una hora. Me di cuenta desde la segunda canción porque abrí los ojos y la vi justo en línea recta. Su mirada destacaba, eran rayos. Yo pensé, ¿quién es esa chica? ¿quién es? Quiero que me mire así más veces. Que me mire muy fuerte. Y muy largo.

Sus ojos me tranquilizaban, yo estaba nerviosa por si se me olvidaba alguna canción. Lo recuerdo y me teletransporto. Aguanté su mirada varias veces, el poder de sentirse tras una guitarra, supongo.  Era una mirada misteriosa y dulce. Recuerdo que en una de las canciones ella cerró los ojos y sonrió, y luego volvió a abrirlos y siguió mirándome. Yo, feliz.

Estábamos por allí, bebiendo, charlando, amigos, risas.

Me la presentaron. Era amiga de la amiga de la amiga de un amigo. Estuvimos hablando bastante rato. Encima era interesante, simpática, muy natural. (Nota: en la conversación me dejó claro que le molaban las tías, fue clara al respecto. Y yo, claro, fuegos artificiales invisibles en el aire...) Le dije. Le dije. Le dije:

- Me ha gustado mucho tu mirada. 

Zasca.

Yo estaba extasiada y lo decía todo, todo lo que se me pasaba por la cabeza y me parecía que estaba bien porque me sentía arriba arriba arriba. Me dio su teléfono. Le mandé un arcoiris. Ella una mariquita. (Me pareció exquisito).


Le pregunté si quería quedar conmigo un día y me dijo que sí, me dijo que sí, con calma y tranquilidad conmigo... wow, pensé, wow, calma y tranquilidad, conmigo, wow. 

Esperé una semana entera y le mandé otro mensaje, muy corto. Una tontería. Para que se acordase de mí. Que tengas un bonito día, o algo así, no recuerdo exactamente, pero no más de tres palabras.

No me contestó. 

Han pasado tres semanas. No he vuelto a decirle nada más. Ella a mí tampoco.

Fin.


Eso sí, fue la hostia de bonito. Como una tarde que dura un verano.





2 comentarios:

  1. Anónimo5:32 p. m.

    Vaya, y no le dijiste para quedar?

    Dónde podemos escucharte?

    Clau

    ResponderEliminar
  2. es una tontería, pero a veces creo que esas no-historias, historias que no llegan a ningún sitio, son las más bonitas y las que uno más recuerda. Quizás porque no tuvimos tiempo de estropearlas, quedaron así, como una mariquita y un arcoiris congelados en ámbar.

    ResponderEliminar

Deja tu mensaje secreto.