lunes, mayo 07, 2018

Una vida poblada




Esta mañana olía a jazmín por los alrededores del parque. Iba medio dormida y todo estaba tranquilo. Luego ha hecho un calor horrible y la existencia me ha parecido insoportable. Se mezclaba con la polución y el humo de los autocares. Y tenía sueño, mucho sueño.

R estaba muy contenta porque durante el finde había visitado pueblos que no conocía. Me ha dado envidia esa alegría sencilla. He rememorado un momento placentero cuando he pisado el último escalón, antes de salir a la calle, pero no sabría decir cual. Algo del pasado. Más que un recuerdo era una sensación. He cruzado la calle pensando en ello, en esas sensaciones huérfanas que van y vienen durante el día, durante los días. Y que vienen de muy lejos, como el eco. Mucha pantalla, mucho trabajo y tristeza, hoy. Una vida apartada (como la canción de Tirana):
penso que potser està bé
tancar-me a casa per un temps i no sortir, oh oh
saps el que penso de la gent?
saps el que penso de la vida?
el que he de fer és acabar
i després començar de nou
el que he de fer és acabar


Me acuerdo de algunas cosas buenas. Ojalá pudiera hacer un salto temporal hacia el pasado y embriagarme un poco. Iría a momentos con chicas, pero solo a cuando me querían y yo les parecía guay, cada una a su manera. He sido guay de distintos modos. Supongo que todavía lo soy pero a una le gusta que se lo digan y tal. Eso está mal. Lo de las chicas. Ilusionarse por los pueblos que no conoces, en cambio, está bien. Lo dice la “sociedad”. Me hago responsable de mi error constante... Tengo que ilusionarme por algún pueblo, como R... o por varios, ¡será por pueblos!






uh

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