domingo, noviembre 09, 2003
gotas
Una madrugada de domingo y con la boca amarga. Llueves fuerte y lo empapas todo: Cambiar de tercera a cuarta, un plato frío y unos zapatos viejos, con todos sus pasos... los míos, los tuyos, con las huellas que ahora perseguimos y las que ahora andamos. La autopista está vacía, las ventanillas del coche bajadas y tus gotas caen llorándome por las manos. Estás muy fría y me encelas por nada y grito por dentro, para que no salga, porque no hay nadie, nadie, y eso es muy poco, que te acompañe a casa.
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