Tú no oyes lo que oímos los demás.
Sé que puedes oir la nieve posándose sobre la tierra. Cubriendo los tejados, cruzando caminos. Y puedes oir como nos retiene con horizontes blancos. Nos acorrala. Como lo haces tú, tú conmigo, contra una pared, temblándome por dentro y la piel, me callas la voz, me surcan tus manos y con los tuyos, acértandome, me lees los labios, abriendo la boca, para respirarnos, para vernos, para comernos mejor, como en los cuentos.
Y en el silencio, oyes la nieve, helando las raíces, ensuciándose con los coches. Y como nosotras, se parte en dos.
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