Si espero a Ingrid y no viene, siempre pienso que me he equivocado de lugar. Repaso sus palabras y empiezo a dudar, será en el bar? será en el metro? será en la plaza?
Luego miro mi reloj y recuerdo que siempre va ocho minutos por delante. Son los minutos de duda, de alivio, un margen.
8 minutos más para Ingrid.
Cuando por fín llega, hago como las abuelas en Navidad, está más alta, está más morena, está más guapa, definitivamente está más.
Y yo cada vez, cada vez, cada vez, cada vez adelanto más mi reloj para esperar.
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