El otro día vino una profesora nueva, muy joven, casi más que yo, a presentar su asignatura. Cuando entré en clase no la veía porque no parece una profesora, parece una compañera. Y todos decíamos "¿dónde está la profesora?" y ella se reía... Al final nos dijo "Estoy aquí" y nos callamos. Yo pensé "si que corre la gente, tan joven y con tantas cosas ya hechas, y mira yo, mira yo, muchas cosas empezadas y casi todas sin terminar!"
Apagó la luz y encendió la del proyector, nos quedamos casi a oscuras y entonces nos dijo que nos iba a leer un cuento, como a los niños pequeños. A mí me gustó mucho, era la hora de la siesta y apoyé la cabeza en María que se reía ...
Nos dijo que este cuento nos haría reflexionar sobre nuestro rol como educadores. Me gustó mucho aunque es un poco triste. Se llama "Un niño" y es de Helen Buckley. Mira igual es família de Jeff Buckley.
"Una vez, un niño fue a la escuela. Él era muy pequeñito y la escuela era bien grande. Pero cuando el niño vió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta de en frente, se sintió feliz, y la escuela no le parecía tan grande así. Una mañana, cuando hacía poco que él estaba en la escuela, la maestra dijo:
- ¡Hoy vamos a hacer un dibujo!
- ¡Bien! -Pensó él-
A él le gustaba mucho dibujar, el podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos... y sacó su caja de lápices y comenzó a dibujar.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar!
Y él esperó hasta que todos estuviesen preparados.
- ¡Ahora! -dijo la maestra- Vamos a dibujar flores.
- ¡Bueno! -pensó el niño, a él le gustaba dibujar flores- Y comenzó a hacer bonitas flores con lápiz rosa, naranja y azul.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! Yo les mostraré cómo se hacen...
- Así. -Dijo la maestra-
Y dibujó una flor roja con tallo verde.
- Aquí está, dijo la maestra , ahora pueden empezar.
El pequeño niño miró la flor de la maestra y después miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra pero no lo dijo. Sólo miró su papel y dibujó una flor roja con el tallo verde.
Otro día, cuando el pequeño niño entraba en clase, la maestra
dijo:
- Hoy vamos a trabajar con plastilina.
- ¡Qué bueno! -Pensó el pequeño niño- me gusta mucho la plastilina.
Él podía hacer toda tipo de cosas con plastilina: serpientes y elefantes, ratones y muñecos de nieve, camiones y coches...
Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen, no es hora de empezar!
Y él esperó a que todos estuvieran preparados.
- Ahora -dijo la maestra- vamos a hacer una serpiente.
- ¡Bien!- pensó el pequeño niño, a mi me gusta mucho hacer serpientes. Y comenzó a hacerlas de diferentes tamaños.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! Yo les enseñaré cómo hacer una serpiente muy larga.
- Aquí tienen -dijo la maestra- ahora ya pueden empezar.
El niño miró la serpiente de la maestra, entonces miró las suyas...A él le gustaban mucho más las suyas que las de la maestra, pero no lo dijo. Simplemente amasó la plastilina en una gran bola e hizo una serpiente como la de la maestra.
Así que el niño aprendió a esperar, a mirar y a hacerlo todo igual que la maestra, y muy pronto dejó de hacer las cosas tal como surgían de su imaginación.
Entonces ocurrió que el pequeño niño y su familia se mudaron a otra casa, en otra ciudad. Y el niño comenzó a ir a su nueva escuela.
Esta escuela era más grande que la otra y tenía que subir grandes escaleras y caminar por un largo pasillo para llegar al aula.
Y justamente, el primer día de clase que él estaba allí, la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- ¡Bien! - Pensó el niño, y esperó a que la maestra le dijera que hacer, pero la maestra no dijo nada, sólo se paseaba entre las mesas. Cuando se acercó al niño, ella dijo:
- ¿Tú no quieres dibujar?
- Sí -dijo el pequeño niño- ¿Qué es lo que vamos a hacer?
- Yo no lo sé hasta que tú no lo hagas -dijo la maestra-
- ¿Cómo lo hago? -preguntó el pequeño niño-
- Como tú quieras -contestó la maestra-
- ¿Y de cualquier color? -preguntó el niño asombrado-
- De cualquier color -dijo la maestra- Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es de cuál y quién lo hizo? -siguió la maestra-
- Yo no sé... -dijo el pequeño niño-
Y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde.
Apagó la luz y encendió la del proyector, nos quedamos casi a oscuras y entonces nos dijo que nos iba a leer un cuento, como a los niños pequeños. A mí me gustó mucho, era la hora de la siesta y apoyé la cabeza en María que se reía ...
Nos dijo que este cuento nos haría reflexionar sobre nuestro rol como educadores. Me gustó mucho aunque es un poco triste. Se llama "Un niño" y es de Helen Buckley. Mira igual es família de Jeff Buckley.
"Una vez, un niño fue a la escuela. Él era muy pequeñito y la escuela era bien grande. Pero cuando el niño vió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta de en frente, se sintió feliz, y la escuela no le parecía tan grande así. Una mañana, cuando hacía poco que él estaba en la escuela, la maestra dijo:
- ¡Hoy vamos a hacer un dibujo!
- ¡Bien! -Pensó él-
A él le gustaba mucho dibujar, el podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos... y sacó su caja de lápices y comenzó a dibujar.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar!
Y él esperó hasta que todos estuviesen preparados.
- ¡Ahora! -dijo la maestra- Vamos a dibujar flores.
- ¡Bueno! -pensó el niño, a él le gustaba dibujar flores- Y comenzó a hacer bonitas flores con lápiz rosa, naranja y azul.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! Yo les mostraré cómo se hacen...
- Así. -Dijo la maestra-
Y dibujó una flor roja con tallo verde.
- Aquí está, dijo la maestra , ahora pueden empezar.
El pequeño niño miró la flor de la maestra y después miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra pero no lo dijo. Sólo miró su papel y dibujó una flor roja con el tallo verde.
Otro día, cuando el pequeño niño entraba en clase, la maestra
dijo:
- Hoy vamos a trabajar con plastilina.
- ¡Qué bueno! -Pensó el pequeño niño- me gusta mucho la plastilina.
Él podía hacer toda tipo de cosas con plastilina: serpientes y elefantes, ratones y muñecos de nieve, camiones y coches...
Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen, no es hora de empezar!
Y él esperó a que todos estuvieran preparados.
- Ahora -dijo la maestra- vamos a hacer una serpiente.
- ¡Bien!- pensó el pequeño niño, a mi me gusta mucho hacer serpientes. Y comenzó a hacerlas de diferentes tamaños.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! Yo les enseñaré cómo hacer una serpiente muy larga.
- Aquí tienen -dijo la maestra- ahora ya pueden empezar.
El niño miró la serpiente de la maestra, entonces miró las suyas...A él le gustaban mucho más las suyas que las de la maestra, pero no lo dijo. Simplemente amasó la plastilina en una gran bola e hizo una serpiente como la de la maestra.
Así que el niño aprendió a esperar, a mirar y a hacerlo todo igual que la maestra, y muy pronto dejó de hacer las cosas tal como surgían de su imaginación.
Entonces ocurrió que el pequeño niño y su familia se mudaron a otra casa, en otra ciudad. Y el niño comenzó a ir a su nueva escuela.
Esta escuela era más grande que la otra y tenía que subir grandes escaleras y caminar por un largo pasillo para llegar al aula.
Y justamente, el primer día de clase que él estaba allí, la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- ¡Bien! - Pensó el niño, y esperó a que la maestra le dijera que hacer, pero la maestra no dijo nada, sólo se paseaba entre las mesas. Cuando se acercó al niño, ella dijo:
- ¿Tú no quieres dibujar?
- Sí -dijo el pequeño niño- ¿Qué es lo que vamos a hacer?
- Yo no lo sé hasta que tú no lo hagas -dijo la maestra-
- ¿Cómo lo hago? -preguntó el pequeño niño-
- Como tú quieras -contestó la maestra-
- ¿Y de cualquier color? -preguntó el niño asombrado-
- De cualquier color -dijo la maestra- Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es de cuál y quién lo hizo? -siguió la maestra-
- Yo no sé... -dijo el pequeño niño-
Y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde.
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