jueves, abril 21, 2005

porque no sé dibujar que si no...




Cuando en diciembre estuve en el hospital con mi padre, me acompañaron Maggie y Hopey, las protagonistas de Locas, unos cómics que me había regalado mi amigo Ike justo un día antes de que mi padre ingresara en la uci y que metí en la mochila aquella madrugada. Además, Ike me había dicho muchas veces que me parecía a Maggie y tenía mucha curiosidad por conocerla. La verdad es que los devoré con cariño mientras esperaba que mi padre se despertara de su viaje a la clínica rejuvenecedora. Maggie y Hoppey se suman al recuerdo de las decenas de cotorras que se veían desde la ventana del pasillo y que coloreaban de verde el invierno. Curiosamente, fue entonces cuando se me ocurrió cual iba a ser tu regalo de navidad y llevé todos los archivos a la copistería de en frente para encuadernarte mi primer año de bitácora. Marta me prestó unas gotitas de tu olor un mediodía y me pasé la tarde oliéndote en mi chaqueta, mientras leía las cartas sin enviar del Profesor Bartleboom, el estudioso de los límites y finales de la naturaleza

La última entrada que he escrito ha sido Puestas de sol. Sabéis, es genial esto de que los días se acaben. Es un sistema genial. Los días y después las noches. Y otra vez los días. (...) Y allí donde la naturaleza decide colocar los propios límites, estalla el espectáculo. Las puestas de sol (dijo el Profesor Barleboom - capítulo 5, "Oceáno mar", A. Baricco)

Y allí, en la cafetería de la primera planta que tenía cortinas con volantes, flores y vistas a un patio con mucha luz, pensé que en cualquier momento podías aparecer del interior de la manga como un viejo truco de mago. Y era verdad porque dos días después apareciste, justo en la misma mesa. Y de nuevo te ví de lejos y yo me acercaba. Es lo que más me gustaba, verte de lejos y acercarme.



He descubierto a otro pesado como yo que se llama Frederic Boilet y es dibujante de cómics. Primero me dejaron La Espinaca de Yukiko y me encantó su idilio con la Señorita Yukiko Hashimoto porque es una historia de detalles, además sus ojos me recordaban a los tuyos que es como lo más absurdo que puede pasar porque tú no eres japonesa. Después me compré Mariko Parade, que viene a ser lo mismo pero diferente y acaba mal claro, por eso digo que es un pesado como yo. Y ayer no pude resistirme a Tokio es mi Jardín, que por cierto, tiene un happy end.



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