jueves, diciembre 29, 2005

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Esta tarde he llevado al cine a mis primas, supongo que necesitaba una inyección de inocencia. Les pregunté, "¿Cómo os gustaría llamaros si pudiérais cambiar de nombre?" La de 9 años dijo "Natalia" y la de 7 dijo que "Frankenstein". Pues así se van a llamar, ésto es como un sueño, todo se puede hacer realidad. .
Natalia quiso palomitas, Frankenstein golosinas. Natalia se ha pasado la película explicándome como habían hecho los efectos especiales. "Esto es un león de verdad pero le mueven la boca con el ordenador", "Este paisaje está pegado pero no queda del todo mal", "Si te fijas, toda la película es una batalla entre el invierno y el verano, entre los buenos y los malos, el odio y el amor". A veces los niños te dan pistas y no precisamente falsas. Me he quedado alucinada, no sé si yo con 9 años analizaba tanto las películas. Frankenstein tenía medio culo fuera del asiento, estaba alucinada, la pantalla era suya. Me ha preguntado "¿Por qué se muere el león?", muy muy extrañada. Y al cabo del rato, aún más extrañada "¿Por qué el león vuelve a estar vivo?" Y es curioso que eso me lo pregunte Frankenstein.
Quiero volver a sentir cosas buenas.

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