jueves, febrero 16, 2006

Anoche soñé que volvía a Manderley


Volver a la facultad. Volver al escenario, al sitio. A los pasillos vacíos del mediodía, a la soledad de las sillas plantadas frente al radiador que queda justo debajo de la ventana. Días aparentemente luminosos, parecidos a otros. Volver a las escaleras del metro. A subir y subir... La facultad como un cadáver exento de vida. El repugnante self-service de arriba, con sus bandejas azules y los mantelitos de papel, los canelones recalentados, las salsas de diferente color y mismo sabor, los yogures de limón... Estoy deformando el mundo.

Me gusta mucho ver Rebeca... Las verdaderas caras, el interrogante, el pañuelo con la R bordada y la venganza.
"Anoche soñé que volvía a Manderley, me encontraba ante la verja pero no podía entrar,porque el camino estaba cerrado. Entonces, como todos los que sueñan, me sentí poseída de un poder sobrenatural y atrevesé como un espíritu la barrera que se alzaba ante mí. El camino iba serpenteando, retorcido y tortuoso como siempre... pero a medida que avanzaba, me di cuenta del cambio que se había operado; la naturaleza había vuelto a lo que fué suyo y poco a poco se había posesionado del camino con sus tenaces dedos. El pobre hilillo que había sido nuestro camino avanzaba y finalmente allí, estaba Manderley. Manderley reservado y silencioso. El tiempo no había podido desfigurar la perfecta simetría de sus muros.
La luz de la luna puede jugar con la imginación. De pronto me pareció ver luz en las ventanas... Pero una nube cubrió de repente la luna y se detuvo un instante, como una mano sombría escondiendo un rostro. La ilusión se fué con ella y las luces de las ventanas se extinguieron. Veía un caserón desolado, sin que el menor murmullo del pasado rozara sus imponentes muros. Nunca podremos volver a Manderley, ésto es seguro. Pero algunas veces, en mi sueños, vuelvo allí, a los extraño días de mi vida, que para mí empezaron en el sur de Francia..."

Audio: Fragmento de la película.



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4 comentarios:

  1. Carl Rodríguez7:06 a. m.

    Me gustó mucho su comentario a propósito de tu sentir relacionado con Rebeca de Alfred Hitchcock, es una gran película; me sigue intrigando esa presencia oculta en una casona tan majestuosa como imponente.

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  2. Anónimo11:34 p. m.

    Hace meses, cuando no podía dormir, vi Rebecca. Blanco y negro, las verjas desvencijadas, el abrigo de chinchilla, el negro del mar y el calor de las llamas. Sin saber muy bien cómo, buscando la cita, acabé en tu blog. No me conoces, por supuesto. Vivo en una ciudad tranquila y pequeña (aunque un poco lejos de mi familia, para mi gusto) tengo un trabajo estable y bonito, tengo (como si fueran fresas o algo que se puede recolectar en una cesta de mimbre) 27 años y bueno, hasta hace no muchos meses todo tenía cierto sentido (porque yo tenía todo, yo tenía el éxito según todos). He llorado mucho leyendo tu blog, Paola. Qué belleza lo casual y lo melancólico y lo alegre y lo colorido de tu escritura, y qué identificado con tantas y tantas entradas. 2024 ha sido hasta ahora mi peor año: volvió el amor de mi vida (después de cuatro años de escasas conversaciones y después de que me dejara sin mayor explicación, todo sea dicho) y no le hice ni caso (por una absurda ilusión que yo, después de cuatro años soltero, había empezado a tener casi al mismo tiempo, un poquitín antes). Escribió una carta con las razones que yo no quise leer. Tanto tiempo, pensé. Cuatro años luchando para olvidarla para que ahora aparezca en el peor momento, pensé. No, no va a volver a entrar. Cualquiera menos ella... No más viajes de 500 u 800 kilómetros, no más lloros de despedida, no más intentar descifrar, no. No te imaginas cuánto me he arrepentido de dejarla pasar... Pasaron seis meses, ahora es feliz con otro que ha sabido valorar lo que sí es. Yo estoy solo, y ahora soy mucho más reflexivo, más grave. Me doy cuenta de que estaba ido, estaba confundido y estaba, en el fondo, con mucho miedo. Decidió la indecisión. Yo vivo en una ciudad pequeña, mucho más que Barcelona, mucha menos gente, mucha más soledad, pero también hay luz aquí. Leerte desde mi ciudad pequeña me tranquiliza, me hace pensar que aún hay belleza, que aunque nunca voy a estar con esta persona especial llegará en algún momento la paz, la cabeza descansará, los ojos dejarán de humedecerse con tanta frecuencia, dejamos de mirar el oleaje obsceno del castaño del iris en el espejo ¿Ocurre eso en algún momento?... Dices en algún momento... Abofetearía a mi yo del pasado... Tan melancólico y sentimental (me calaste). Me he dado de plazo esta semana para cortar el contacto por completo. Me duele muchísimo pero si no todo es demasiado cuesta arriba, han pasado ya ocho meses y sigue doliendo como el primer día. Gracias por existir Paola, gracias por tu blog, gracias por tu experiencia, gracias por aporrear el teclado y dar vida. Dame fuerzas también. Y un abrazo :)

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  3. Anónimo11:41 p. m.

    ((La entrada de mayo: mi psicóloga también me ha dicho que he atravesado demasiados duelos en un solo año: un destino más cerca de mi familia, una ilusión, un amor del pasado, una pérdida familiar)... Creo que también estoy en un momento de crisis vital, una reordenación de quién soy y qué puedo querer)). Vamos, que piensa que por lo menos le sacas la ventaja de la experiencia a este pipiolo que escribe a las doce de la noche, y que no estás sola. Las crisis personales son agotadoras, pero supongo que necesarias.

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