sábado, febrero 18, 2006

ya hoy no estoy triste



Estoy cansada de estar triste así que he decidido que no voy a estarlo. Ahora voy a estar costipada. De todas formas, el siguiente paso es mantener la no-tristeza, así que tampoco vamos a hacer giros arriesgados que aún no estamos en Marzo...

Hay personas rellenas por dentro y que además lo comparten. Yo tengo la suerte de cruzarme con ellas. El otro día me contaron una historia de miedo que no da miedo. Eso sí, es fascinante.

En un pueblo llamado Laredonda vivían 22 habitantes, laredondenses todos ellos. ¿No era la circunferencia símbolo de perfección? El único teléfono del pueblo está en la antigua escuela y dentro aún quedan un par de pupitres viejos y una estantería llena de libros antiguos. El bar de Laredonda tiene una sala de baile que a veces también hace de iglesia. Imagino a los 22 Laredondenses recibiendo la comunión y bailando a la vez mientras el cura les da la bendición.

Pero lo más extraño de todo es que en la sala de baile del bar de Laredonda... haya una mesa de ping pong !! y que ninguno de los 22 laredondenses, ni de los forasteros que en ocasiones visitan el pueblo, sepan de donde ha salido.

Por eso Doña Gregoria, ciudadana de honor de Laredonda por hacer las mejores madalenas de chocolate, tiene un saque que no supera ni el mismísimo campeón chino de ping pong, el gran Ma Lín.

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