Antes de ayer inicié mi acción posteadora en el metro. Consiste en escribir en un post-it, o similar, una breve nota con lo que estés pensando en ese momento. Luego se deja en algún lugar del vagón.
La verdad: aún no sé para qué sirve. Quizás no tiene una utilidad específica. En mis fantasías imagino que un robinson crusoe me contesta y me deja una notita para el día siguiente. Pero eso es muy difícil porque primero, seguro que no me subo al mismo metro cada día; segundo, seguramente alguien usó mi postit para enganchar el chicle; tercero, en el caso de que mi notita hubiera sobrevivido todo el día, la patrulla de la limpieza acabaría requisando la mía y la de mi náufrago.
Hoy he dejado la nota enganchada en el vidrio. He mirado de reojo para ver si alguien se fijaba en el papel amarillo. No he notado que nadie le prestara atención. De todas formas, he saltado del vagón con una sonrisilla aventurera.
Nunca he sido una aventurera real. Mis padres fueron unos irresponsables y no me apuntaron a colonias ni a campamentos. Cosas de la vida. En su defensa, debería decir que la única vez que sí lo hicieron me escapé del autocar cinco minutos antes de que arrancara el conductor; mientras mis compañeros decían adiós con la manita a sus padres, yo me escabullí por la puerta trasera... a tomar por saco las colonias...
La maestra nos dijo: "Veréis gallinas y cerditos!". Pues me lo perdí. Y ya jamás he tenido la oportunidad de ver gallinas y cerditos de cerca. Tan sólo vacas. Vacas sí he visto.
7/6/06: El hombre de delante mastica chicle sin cesar.
Cuando se canse, empezará contigo..."
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