Querido Elvis,
Hoy me he levantado a las 8:58 y he pensado que era una hora bonita para no tener que ir a trabajar. En seguida he salido con los perros y los he llevado hasta el bosque. De paso, he comprado tres cosas en el supermercado: leche, pan y lejía. Un estómago fuerte, sin duda.
He vuelto a casa a dejar la compra y a los chuchos, y he desayunado un cruasán con mermelada de arándanos. Ya con el bikini puesto, me he ido caminando hacia a las calas por el camino de hace 27 años. He bajado a la más pequeña. A la que descubrió mi padre aquel verano. Un verano de hace años, a mi padre le llamábamos Neptuno por entonces... Un verano de cuando aún no nos había pasado nada malo. Mi padre la bautizó como la Cala de los Millonarios porque los que tomaban el sol allí se creían exclusivos, como apartados de las masas, y hablaban de pertenencias materiales y amigos de la familia. Así que en tono de guasa mi padre los bautizó como los millonarios.
La cala es bonita, la mejor de por aquí. No va demasiada gente porque está escondida y porque bajar por las rocas es algo complicado.
He salido de casa sin toalla, tan sólo quería bañarme y secarme un poco al sol. Como un animalillo. Luego me iría. Y así ha sido. Está bien que los planes de futuro se cumplan, aunque sea un futuro muy muy muy inmediato. A veinte minutos vista.
En esa playa se fijan mucho en la toalla que llevas y en el bikini -las apariencias y todo ese rollo gilipollas- Pero como ya te he dicho antes, yo he bajado sin toalla.... Eso sí, llevaba puesta una camiseta que me costó una barbaridad, y con la que en realidad, sólo voy a la playa. Dignamente voy a la playa con mi camiseta cara y la dejo arrugada en cualquier sitio y en un barullo, donde sea, y la sudo y se me moja y la lavo más de quinientas veces, pero no importa, porque es mi camiseta de ir a la playa, por muy cara que sea. Tiene mucha historia detrás. Mejor dicho, no tiene historia. La única historia que tiene es que un día me sentía sola y me fui de compras. Fue la única cosa que me gustó.
Este verano estoy contenta, sin preocupaciones. Me llega la voz de uno de tus imitadores. Sale de algún hotel o de alguno de esos bares. Podría bajar a verle. A Sofía le gustaría. Pediré una cerveza para ella... y me la beberé yo. ¿Qué te parece?
Hoy me he levantado a las 8:58 y he pensado que era una hora bonita para no tener que ir a trabajar. En seguida he salido con los perros y los he llevado hasta el bosque. De paso, he comprado tres cosas en el supermercado: leche, pan y lejía. Un estómago fuerte, sin duda.
He vuelto a casa a dejar la compra y a los chuchos, y he desayunado un cruasán con mermelada de arándanos. Ya con el bikini puesto, me he ido caminando hacia a las calas por el camino de hace 27 años. He bajado a la más pequeña. A la que descubrió mi padre aquel verano. Un verano de hace años, a mi padre le llamábamos Neptuno por entonces... Un verano de cuando aún no nos había pasado nada malo. Mi padre la bautizó como la Cala de los Millonarios porque los que tomaban el sol allí se creían exclusivos, como apartados de las masas, y hablaban de pertenencias materiales y amigos de la familia. Así que en tono de guasa mi padre los bautizó como los millonarios.
La cala es bonita, la mejor de por aquí. No va demasiada gente porque está escondida y porque bajar por las rocas es algo complicado.
He salido de casa sin toalla, tan sólo quería bañarme y secarme un poco al sol. Como un animalillo. Luego me iría. Y así ha sido. Está bien que los planes de futuro se cumplan, aunque sea un futuro muy muy muy inmediato. A veinte minutos vista.
En esa playa se fijan mucho en la toalla que llevas y en el bikini -las apariencias y todo ese rollo gilipollas- Pero como ya te he dicho antes, yo he bajado sin toalla.... Eso sí, llevaba puesta una camiseta que me costó una barbaridad, y con la que en realidad, sólo voy a la playa. Dignamente voy a la playa con mi camiseta cara y la dejo arrugada en cualquier sitio y en un barullo, donde sea, y la sudo y se me moja y la lavo más de quinientas veces, pero no importa, porque es mi camiseta de ir a la playa, por muy cara que sea. Tiene mucha historia detrás. Mejor dicho, no tiene historia. La única historia que tiene es que un día me sentía sola y me fui de compras. Fue la única cosa que me gustó.
Este verano estoy contenta, sin preocupaciones. Me llega la voz de uno de tus imitadores. Sale de algún hotel o de alguno de esos bares. Podría bajar a verle. A Sofía le gustaría. Pediré una cerveza para ella... y me la beberé yo. ¿Qué te parece?
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